Cumbre sin sentido
En plena crisis de nervios financieros, al Gobierno checo, que preside durante este semestre la UE, no se le ocurrió más que convocar una cumbre extraordinaria de líderes europeos sin agenda ni objetivo concreto. La cita, celebrada el domingo en Bruselas, sólo ha servido para generar confusión y poner aún más de manifiesto la intolerable división entre los socios comunitarios y la incapacidad de Bruselas para tutelar las operaciones de rescate económico.
La cumbre ni ha anulado las tentaciones proteccionistas ni ha ofrecido una solución para las economías del Este más castigadas por la crisis. En un esfuerzo baladí, los Veintisiete se limitaron a mostrar su confianza en la recuperación a largo o medio plazo y su presunto respeto a las normas de competencia. Reuniones baldías como ésa no resolverán la gravísima crisis política y económica que sufre la Unión Europea y padecemos los europeos.