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Los efectos de la crisis

Nueva York. Una campaña más larga que el propio invierno

En EE UU no hay que esperar a la fecha oficial de comienzo de temporada de rebajas porque no la hay. En el país de la economía de libre mercado sólo las autoridades del estado de Maryland imponen una mínima obligación de mantener una corta serie de días al año los precios sin descuentos, por lo demás, los comerciantes son libres de poner el cartel de las rebajas cuando mejor les convenga. Y para la campaña de Navidad, en Nueva York lo han hecho incluso antes de que llegara oficialmente el invierno.

Los carteles de rebajas han ocupado los lugares más llamativos de los escaparates de buena parte de los comercios desde hace semanas y las ofertas se han ido sumando en los centros comerciales. Antes de la llegada de Santa Claus ya había publicidad en los periódicos de grandes descuentos y ofertas.

Un paseo por la zona más comercial de Broadway a mediados de diciembre era una invitación constante para entrar en los comercios y comprar, sobre todo ropa, con descuentos de casi el 50%. En uno de los más grandes y antiguos, Macy's, ha habido ofertas especiales en todas sus plantas. Desde moda hasta artículos para el hogar y a ello se podían añadir los descuentos de los cupones, una costumbre muy arraigada en EE UU. De hecho, según la Federación Nacional de Comerciantes al por Menor (NRF, en sus siglas en inglés) en Navidades el 44,6% de los compradores dijeron que los cupones han sido lo que más ha determinado su elección sobre donde han comprado este año.

Los comerciantes también han afilado sus estrategias en la red. Información puntual a través de correos electrónicos sobre los descuentos del 40%, 60% y 70% en sus tiendas y rebajas especiales en las compras electrónicas a las que, además y en muchas ocasiones, se elimina el gasto de envío.

El problema de estas rebajas sin fin es que los comerciantes tienen miedo de no poder vender demasiado a precios regulares. Tiendas de ropa como J. Crew tienen rebajas incluso en algunas de sus prendas para la temporada de primavera. No es en vano que los economistas estén preocupados por la deflación (la caída continuada de los precios).

Pese a la larga campaña, los neoyorquinos han comprado más en las tiendas más baratas, y en general, menos. Según las últimas cifras, hechas públicas por SpendingPulse (de Mastercard), las ventas de ropa cayeron un 17,3% entre el 30 de noviembre y el 3 de enero y las de calzado un 12%. Las compras de aparatos de electrónica y electrodomésticos fueron un 21,4% menores que hace un año y las de los artículos de lujo un 27,6%. Las ventas en la red han subido un 4,6%.

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