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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más medidas contra la crisis

Las cuentas públicas empiezan a aclararse. Primero, no habrá superávit estatal este año, según ha reconocido el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña. Segundo, y afortunadamente, la Seguridad Social continúa aumentando sus ingresos -un 20% hasta abril- con un saldo positivo de 11.000 millones de euros.

Respecto a la ejecución del Presupuesto, en el pasado cuatrimestre la recaudación fue de 74.262 millones de euros, 4.100 millones menos que en el mismo periodo de 2007. Aunque el aplazamiento al 5 de mayo de los pagos fraccionados del impuesto sobre sociedades ha generado una fuerte reducción temporal en este tributo, desde Hacienda consideran que la caída ha sido mucho menor, aunque no lo contabiliza. Junto a Sociedades, el recorte se debe a la fuerte caída de los ingresos por IVA, un 10,2% menos, debido a la fuerte desaceleración de la construcción y del consumo privado. Pero lo preocupante es que en abril las cuentas han empeorado sensiblemente respecto a los meses anteriores.

Este rápido deterioro es una muestra más de la gravedad de la crisis. Para aminorar sus efectos y acortar su duración, el Gobierno ha aprobado el plan de choque con el doble objetivo de apoyar la actividad constructora e impulsar el consumo mediante la devolución de 400 euros a cada contribuyente. Y, por supuesto, dejar actuar a los estabilizadores automáticos con las prestaciones por desempleo para inyectar dinero a las familias en apuros.

A la espera de ver sus efectos, las medidas se antojan insuficientes. El Gobierno debe considerar nuevas fórmulas para devolver la confianza a las familias -y recuperar el consumo- y a las empresas -para que inviertan pensando en el futuro-. El vicepresidente Pedro Solbes asegura que el margen presupuestario se ha agotado. Sin embargo, se pueden adoptar recetas que no vayan a cargo del Presupuesto.

En lo tocante a las empresas, no debe descartarse reducir las cotizaciones de la Seguridad Social, que con un superávit de 11.000 millones en cuatro meses tiene suficiente margen. Si se hace con cautela, para garantizar que el ahorro se dedique a inversión o empleo y no a mejorar unos márgenes debilitados por la crisis, la medida cumplirá su función. Pero, además, no debe tratarse de una medida coyuntural, sino duradera, lo que exigiría una remodelación del sistema de financiación de la Seguridad Social en su conjunto que asegure su solidez futura.

Junto a ésta, son convenientes otras disposiciones que profundicen en la liberalización de mercados poco abiertos a la competencia. En este sentido, es de esperar que Miguel Sebastián, el nuevo titular de Industria, acuda en su primera comparecencia en el Parlamento con una batería de propuestas cuyo anuncio genere confianza inmediata, aunque sus efectos se vayan a notar a medio plazo.

También es preciso garantizar el retorno de la liquidez al mercado, para canalizar créditos a las familias y a las empresas que permitan costear el consumo y la inversión. Los avales del ICO para garantizar valores de renta fija emitidos por Fondos de Titulización de Activos de VPO son un buen principio.

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