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Thomas Druyen

'Necesitamos a las minorías selectas'

Dirige el Foro de Investigación de la Riqueza de la Universidad de Münster y preside la Fundación Diálogo entre Generaciones. Es autor del best seller 'Goldkinder' ('Niños de oro', editorial Murmann, 2007).

El catedrático de cultura de la riqueza Thomas Druyen defiende el rol fundamental que las élites juegan en la sociedad. En su opinión, pertenecer a la minoría privilegiada no implica sólo tener dinero.

Mucha gente se pregunta: ¿para qué necesitamos la élite? ¿Usted qué piensa?

Tradicionalmente y desde la perspectiva sociológica, la élite procede de la economía, la política, la administración y la justicia. Se trata de una clientela del poder, de un colectivo que asume una gran influencia en la vida pública y en la evolución social. Si la élite cumple sus obligaciones con honestidad, no podemos renunciar a ella. Sólo cuando usa el poder para otros fines o cuando lo instrumentaliza para beneficiarse a sí misma, resulta peligrosa.

¿Quién es la élite?

æpermil;sa es la gran pregunta. Lamentablemente en Europa se considera élite sobre todo a quienes tienen éxito en la acumulación de dinero, es decir, a los sólo ricos. Yo cuestiono esta valoración. Para mí, forman parte de la élite las personalidades que, además de tener una gran fortuna, asumen responsabilidades sociales. También, figuras de éxito, que tienen grandes empresas o gestionan grandes cometidos. Y mucha gente por sus grandes aportaciones o por su trabajo: médicos, personal sanitario, etc. La sociedad debe preguntarse a quién quiere considerar su élite. Personas que se esfuerzan en asumir responsabilidades y se convierten en figuras con criterio y orientadoras para los demás. Por supuesto, entre ellos puede haber superricos.

¿Qué aporta hoy la élite?

Depende del ámbito en que se mueva. Por ejemplo Bill Gates, uno de los grandes filántropos del mundo, entre sus aportaciones está su disposición a compartir su riqueza. Ese es uno de los criterios de mi concepto de élite. Pero también la capacidad de defender puntos de vista social y humanamente necesarios.

La sociedad precisa diferentes tipos de élites. A la élite económica la necesitamos para combatir la pobreza. Debería estar claro para todo el mundo que todos dependemos de todos. En este sentido, daríamos un gran paso hacia adelante si consiguiéramos invitar a los superricos a trabajar juntos.

Uno de los grandes reproches a los ricos y a los poderosos de EE UU es su distanciamiento y desentendimiento del mundo. ¿Se le puede reprochar lo mismo a los ricos europeos?

El origen cultural, étnico y religioso de las personas tiene una gran influencia en su comportamiento. Sobre todo en el de los ricos. Pero también importa el carácter y la identidad de cada uno, que decide por sí mismo si se quiere o no desentender de lo que pase en el mundo. La inmensa riqueza es un privilegio que permite eludir algunos de los imperativos de la vida. Sin embargo, no hay ninguna garantía de felicidad.

Por otro lado, el poso histórico y psicosocial de los europeos debería facilitarles el manejar mejor que a los americanos las tentaciones que conlleva el gran dinero. Pero, curiosamente, los grandes filántropos vienen de EE UU. No obstante, hay pocas culturas que se resistan a la enorme atracción que ejerce el dinero. Lo que evidencia que se necesita una nueva ética global que nos permita controlar la avaricia y la mezquindad.

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