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Asamblea del Banco Asiático de Desarrollo

Asia busca canalizar su ahorro hacia planes de desarrollo

España acoge a los ministros de Hacienda de la región para debatir las estrategias

Madrid acoge en mayo a los ministros de Hacienda del continente que más crece: Asia. Acuden a la 41.ª asamblea del Banco Asiático de Desarrollo (ADB, en inglés) con la responsabilidad de discutir la estrategia a largo plazo de la entidad, creada en 1967. El organismo, nacido para financiar el desarrollo de la región, busca su papel en unas economías mucho más activas que hace cuatro décadas.

El banco se creó cuando no existía capital a largo plazo, para atraerlo desde los países desarrollados. Hoy en día la realidad es la contraria: 'Asia tiene ahorros, no hace falta el dinero de la OCDE', explica Juan Miranda, director general del ADB con sede en Manila. Varios países del continente, entre ellos China, sobrepasan el 30% de tasa de ahorro respecto al PIB y canalizan inversiones hacia el extranjero. Entonces, si existen recursos, ¿cuál es el papel de la entidad? La respuesta ni siquiera está clara dentro de la institución y se enmarca dentro de un debate más amplio sobre los organismos multilaterales de financiación (FMI o Banco Mundial).

'El dinero existente no fluye hacia las muchas necesidades del continente porque los riesgos son mayores que los beneficios', asegura Robert Bestani, director general para la financiación del sector privado. 'Nuestro rol está en la intersección entre el sector privado y los gobiernos', añade. En ese papel de intermediación los ejecutivos del banco señalan la importancia de su papel como asesores de los gobiernos, el 'sentarse con sus responsables' para elaborar reformas que creen un ambiente propicio para la inversión. El ejemplo lo da Jesús Felipe, economista jefe para Asia Central: 'No vendemos carreteras, sino soluciones. Me siento contigo y vemos cómo te puedo ayudar'.

Se asemeja al papel de un consultora, pero no se puede olvidar que el banco es un prestamista. En 40 años ha concedido créditos, fundamentalmente a Estados, por valor de 83.390 millones de euros en 40 años, 5.036 millones en 2006. Unas cantidades nimias para un continente gigante muy diverso con 620 millones de personas viviendo con menos de un dólar al día.

'No somos un banco comercial, sino un banco de desarrollo, eso nunca se puede olvidar', cree Miranda, contratado en 2004 para proponer reformas para una institución que se había quedado anquilosado en sus respuestas financieras. 'Debemos contribuir al crecimiento de los países para acabar con la pobreza', añade. 'Nuestras prioridades deben ser el transporte, la energía, los servicios urbanos y las reformas para crear un ambiente más atractivo para la inversión', asegura este español.

'La solución que tenemos es el sector privado', asegura Bestani sobre la necesidad de una participación creciente de las empresas (incluso occidentales) en los proyectos financiados por el banco. '¿Quién es responsable del pleno empleo? ¿El sector privado?', se pregunta Jesús Felipe. 'El objetivo de los gobiernos en Asia debe ser el pleno empleo y la historia nos ha demostrado cómo en Malasia, Singapur o Hong Kong el Estado tiene un papel crucial en el crecimiento', asevera este español.

'El primer problema del banco es entender qué es la ayuda al desarrollo', sostiene Felipe. El ADB se preguntará en Madrid cuál es su rol, asumiendo también las críticas de excesiva burocratización y alejamiento de los más pobres. En palabras de Rajat Nag, número dos del banco: 'Tenemos que rejuvenecer para los siguientes 10 o 12 años, por eso es importante la próxima asamblea'.

Rajat Nag, Director gerente del Banco Asiático de Desarrollo: 'La corrupción es el mayor enemigo del desarrollo'

El director gerente del Banco Asiático, el canadiense de origen indio Rajat Nag, recibe a CincoDías en su despacho de Manila (Filipinas) para hablar del futuro de Asia y del banco regional. 'La fortaleza del continente es su juventud -asegura- y su mayor debilidad la diversidad entre los países'. Nag cree necesario que los países asiáticos trabajen de una forma más estrecha, con una mayor integración.Otro punto débil es la disparidad creciente, entre países y dentro de ellos. 'Nos preocupa. Por eso tenemos que incidir en el crecimiento inclusivo', un concepto novedoso para la estrategia a largo plazo que el banco discutirá en mayo en Madrid. La idea es simple: que los más pobres puedan beneficiarse del crecimiento. 'No hablamos de redistribución, si no de que la tarta sea más grande', perfectamente compatible con las teorías neoliberales.Ese crecimiento 'tiene que estar basado en la creación de empleo', contesta a la cuestión de si este tipo de instituciones se olvida del desempleo. Pero tiene claro que el Estado no debe monopolizar el papel de dinamizador económico, al estilo keynesiano, sino sólo 'crear el marco jurídico oportuno para atraer la inversión'.Las seguras respuestas, probablemente por repetidas, de este graduado de la London School of Economics las podría dar el más correcto de los políticos. Sólo se toma unos segundos más en las preguntas sobre la burocratización de la institución o sobre las críticas internas sobre dónde va el banco: 'Los empleados deberían saberlo. Tal vez hemos fallado en la política de comunicación'. Señala al 'gran déficit de infraestructuras' como el principal problema del continente. 'Asia necesitaría unos 202.000 millones de euros al año en inversiones' en este campo. Y es tajante con los que meten la mano en la caja: 'La corrupción es el mayor enemigo del desarrollo. Un dólar que se roba es un dólar menos'.

A rebufo de las reformas en el Banco Mundial y FMI

El Banco Asiático no es una excepción en el debate sobre los organismos de financiación multilateral. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron creados en Bretton Woods (1946) tras la Segunda Guerra Mundial. Desde 1973, tras la crisis del petróleo, el sistema tuvo grandes deficiencias.Desde los años noventa su papel está en permanente debate, junto al de otras instituciones de desarrollo regionales, por su escaso impacto en el crecimiento y su descrédito entre los gobiernos. En marzo de 2000, el economista Allan Meltzer realizó un informe para el Congreso estadounidense, un estudio que es referente en las reformas que todas estos organismo se plantean actualmente.Una de las críticas más habituales es la participación de estos organismos en el desarrollo de países no democráticos, una cuestión sin resolver. Han mejorado en el diálogo con las ONG, en la protección de derechos de los pueblos y en la protección medioambiental. Del sector privado le llegan quejas por su lentitud: entre cuatro y cinco años para aprobar un proyecto. Y desde los gobiernos se les reprocha la falta de coordinación con otras instituciones y organismos donantes.Otros aspectos en pleno cambio de estas instituciones son los préstamos en monedas locales (que eliminan los problemas en las balanzas de pagos), los préstamos subsoberanos (a regiones y ciudades) y ofrecer más subvenciones, sobre todo a los países más pobres, en lugar de créditos. Esto último, sin embargo, puede afectar al rating de estas entidades, triple A, lo que podría empeorar sus excelentes tipos crediticios.

Conocer el continente

El banco celebra su próxima asamblea entre el 3 y el 6 de mayo en Madrid. El presidente de la entidad visita España desde el domingo hasta hoy, martes.47 países de Asia y 19 de la OCDE, entre ellos España, componen el banco.El Icex organiza seminarios paralelos a la cumbre para acercar Asia y el ADB a las empresas españolas.

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