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Finanzas

El gobernador ve imprudentes las desviaciones en el gasto

Se muestra optimista ante la coyuntura española

Lo dijo con su habitual tono pausado, pero con gran claridad: 'Debería evitarse incurrir en desviaciones de gasto, hay que cuidar mucho las promesas electorales para mantener el superávit, un activo importantísimo, capital', para poder afrontar 'circunstancias menos favorables que las actuales'. En opinión del gobernador del Banco de España, 'con las propuestas que hemos visto en diferentes sitios pretender aumentar el gasto no es prudente'. Este llamamiento de Fernández Ordóñez a manejar con 'una enorme prudencia y cautela el superávit' parece un mensaje evidente destinado al Consejo de Ministros, donde sigue sin cerrarse todavía el debate de fondo sobre la conveniencia o no de aprovechar la holgura financiera de la que disfruta la economía española para responder a algunos déficit sociales. Ayer mismo, José Luis Rodríguez Zapatero presentaba en La Moncloa junto a la ministra Carme Chacón un nuevo plan para favorecer el mercado de alquiler.

El razonamiento expuesto ayer por el gobernador en la Comisión de Economía del Congreso apenas tiene recovecos. Nadie conoce en estos momentos ni la profundidad de las turbulencias financieras ni tampoco su duración. El resultado es una dosis considerable de incertidumbre a la que el Banco Central Europeo ha respondido congelando provisionalmente los tipos, medida que debería complementarse, señaló Fernández Ordóñez, con una política presupuestaria cautelosa. El gobernador recordó que sin esta crisis financiera la decisión adoptada el 6 de septiembre por el BCE posiblemente hubiera sido otra ya que sigue fijándose como una prioridad el control de una inflación que en el medio plazo debería situarse alrededor del 2%.

La guía que Ordóñez facilitó ayer al Congreso para seguir la evolución de la crisis es relativamente sencilla: habrá que precisar mejor cuál es el verdadero alcance de la desaceleración norteamericana, su posible transmisión a la economía mundial y las eventuales consecuencias sobre los tipos de cambio. En Europa, habrá que calibrar los efectos de las turbulencias sobre el coste y la disponibilidad de financiación para el sector privado. Y, finalmente, será recomendable atender a las repercusiones sobre la confianza de empresas y consumidores. Como es lógico, cuanto más dure la crisis, más posibilidades habrá de que dañe el crecimiento.

El gobernador no rehuyó analizar el escenario, siempre hipotético, más pesimista. Una recesión en Estados Unidos, argumentó, generaría un cambio significativo en la economía mundial, aunque las repercusiones se verían amortiguadas por el dinamismo de las economías emergentes (aportan el 43% del PIB mundial), poco afectadas, de momento, por la tormenta financiera. En este sentido, precisó Fernández Ordóñez, 'la falta de datos' hace que nadie sepa 'si esto acabará en nada o si habrá consecuencias muy serias'. Los dos precedentes más inmediatos, la crisis provocada en 1998 por el fondo Long Term Capital Management y la deuda rusa y, posteriormente, el derrumbe de la llamada nueva economía, influyeron de forma muy distinta sobre el crecimiento mundial. En esta ocasión, recordó el gobernador, la incertidumbre no ha nacido en la economía europea, sino que se ha gestado en la estadounidense aunque se haya extendido a la banca del continente que estaba financiando las llamadas hipotecas basura, excepción hecha de la española, donde ha tenido un impacto marginal.

Buena evolución económica

Los componentes de la comisión de Economía escucharon del gobernador una lectura optimista sobre la coyuntura española, en la que restó relevancia al déficit exterior y, salvo sorpresas procedentes de la crisis financiera, debería seguir produciéndose 'una desaceleración suave'. No sólo no hay problemas de solvencia en las entidades financieras, recordó, sino que un problema hace tiempo detectado como es el endeudamiento familiar tampoco adquiere tintes preocupantes ya que las familias han invertido en activos y lo más probable es que, gracias a una política de tipos de interés que calificó de 'más sana', vaya reduciéndose también el crédito.

El discurso del portavoz económico del PP, Miguel Arias Cañete, se circunscribió ayer a un decálogo de inquietudes, la mayoría de las cuales no tienen todavía respuesta. Arias preguntó ayer al gobernador cuánto tiempo durará la restricción del crédito, cuál es el importe de las emisiones (titulaciones, deuda subordinada y cédulas hipotecarias) suspendidas desde julio pasado, qué impacto va a tener sobre el consumo y la construcción la ralentización del crédito, de qué forma va a afectar la ralentización del sector inmobiliario a los balances bancarios o el volumen de crédito concedido a los promotores inmobiliarios y el aumento que ello puede suponer para la morosidad en este sector.

Fernández Ordóñez dio por hecho que ésta aumentará en el futuro, aunque en términos escasamente significativos.

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