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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Valorando los riesgos

La Bolsa española vivió ayer su peor jornada desde que el pasado 24 de abril el batacazo de Astroc -que se depreció un 43% en sólo dos jornadas- pusiera en evidencia la insostenible altura de las cotizaciones de los valores ligados al boom inmobiliario. Pero al contrario que en abril, la caída de ayer, en la que el Ibex se dejó más del 2,6% (y curiosamente Astroc subió un 39%), no fue un episodio aislado. El Dow Jones perdió un 2,26%; Londres, un 2,91%; París, un 2,54%, y Fráncfort, un 2,39%.

Los inversores europeos clavaban la mirada en Wall Street y lo que vino de allí no fueron precisamente noticias alentadoras: decepcionantes resultados empresariales, persistentes descensos en las ventas de viviendas y, lo más temido, nuevas señales sobre la posibilidad de una crisis en el mercado del crédito.

La de ayer fue, por tanto, una jornada negra que convirtió el nerviosismo que acompañaba a los inversores en las últimas jornadas en auténtico miedo y provocó una huida del dinero colocado en renta variable hacia los bonos y otros activos más seguros.

La causa de esta nueva sacudida pone al descubierto las incertidumbres que planean sobre la economía estadounidense, fundamentalmente, sobre el impacto de la crisis de las hipotecas de alto riesgo y la capacidad del sistema para absorberla. Después de apurar las ganancias, los inversores temen que haya llegado ya el momento de pagar los excesos cometidos en el ciclo del dinero barato. Los tipos bajos impulsaron un sinfín de operaciones corporativas, la mayoría con fuerte apalancamiento. Pero a medida que se percibe mayor riesgo de impago, como sugiere la crisis de las subprime, las condiciones en las que las empresas consiguen financiación cambian por completo. Productos sofisticados como los derivados o las compras apalancadas de hedge funds y fondos de capital riesgo empiezan también a sentir la presión del mercado. Colocar papel se complica y las operaciones se frenan. Las Bolsas pierden así impulsos para seguir subiendo. Empiezan, por fin, a valorar los riesgos.

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