Rajoy exprime más el IRPF

Desde que el Partido Popular incluyó en su programa electoral de 1996 una promesa para rebajar los tributos, el impuesto sobre la renta de las personas físicas se ha convertido en estandarte de las campañas electorales del partido en el Gobierno y ahora también de la oposición. El hecho de ser un impuesto que paga la gran mayoría de los ciudadanos y de que sus modificaciones se recojan de inmediato en la nómina de los asalariados le convierte en instrumento electoral. Hasta el punto de que la puja partidista le ha transformado en un objetivo que aguanta todo tipo de propuestas.

Mariano Rajoy, líder del PP que opta a la presidencia del Gobierno en las elecciones de marzo, ofreció ayer al electorado una nueva rebaja del IRPF, tras las dos aplicadas ya por el Gobierno desde 1999. Sin detallar fechas, dijo que el nuevo ajuste del impuesto pretende bajar entre tres y cinco puntos la tarifa del impuesto en todos los tramos. El tipo máximo del IRPF podría bajar así hasta el 40% y el mínimo, hasta el 10%. Hasta ahora las reformas del PP se han financiado o bien por generación de más bases impositivas o bien porque la inflación devuelve al fisco en tres o cuatro años una rebaja de las proporciones citadas.

Pero el retoque prometido ahora no está exageradamente alejado del propuesto por el equipo de Zapatero para las rentas altas y equivale a la desfiscalización producida por una severa elevación del mínimo exento para las rentas bajas. Lo que tiene que explicar Rajoy, como ya se le ha pedido también a Zapatero, es la parte oculta de esta rebaja. Qué impuestos deben subir para financiarlo, sobre todo cuando el IRPF está tan exprimido, cuando la generación de nuevas bases imponibles está bastante agotada y cuando la reducción de gasto también empieza a ser un tabú intelectual en tiempo electoral.