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Elecciones

Cascos anuncia su retirada de la política tras quedarse sin apoyos dentro del PP

La actitud esquiva mantenida por Francisco Álvarez-Cascos desde el pasado mes de diciembre ante sus propios compañeros de Gobierno encontró ayer explicación durante una rueda de prensa ofrecida por el ministro en Oviedo en compañía de tres de sus hijos y de su actual compañera sentimental, la galerista María de la Hoz Porto. Allí anunció su intención de dejar la política porque considera que 'se cumple un ciclo'. No irá, por tanto, como cabeza de lista por Asturias, puesto que le tenía reservado Mariano Rajoy, según explicó ayer mismo el candidato del PP.

Álvarez-Cascos informó el lunes de su decisión a José María Aznar, al propio Rajoy y al presidente del comité electoral, el ministro Ángel Acebes, encargado de cerrar durante esta semana las cabeceras de candidaturas. Ayer recibió elogios de Rajoy; del vicepresidente segundo, Javier Arenas, y del titular de Defensa, Federico Trillo, entre otros dirigentes de su partido.

Álvarez-Cascos, que exigió respeto a su vida privada, tira la toalla en un momento en el que se han aireado las compras efectuadas desde su ministerio a la galería de arte en la que trabaja su actual novia. Algunas de las obras de arte adquiridas tienen como destino diversas ciudades, como es el caso de una escultura de Martín Chirino valorada en 360.607 euros ubicada en la circunvalación a Las Palmas de Gran Canaria. A su inauguración asistió Francisco Álvarez-Cascos, según publicó ayer el periódico Canarias 7.

La revolución tranquila

El ministro tira la toalla también cuando el candidato del PP, Mariano Rajoy, ha iniciado una 'revolución tranquila' dentro del partido, formación en la que Álvarez-Cascos ha ido perdiendo peso de forma paulatina desde que dejó la secretaría general en enero de 1999. En el grupo parlamentario que acaba de disolverse apenas si le quedaban media docena de leales, todos ellos con antiguas responsabilidades dentro de la vieja Alianza Popular. Su llegada al Ministerio de Fomento en mayo de 2000, después de su paso por la vicepresidencia primera, fue recibido con simpatía en las esferas regionales y provinciales del PP, que no habían encontrado en su antecesor, Rafael Arias-Salgado, un interlocutor adecuado para atender sus demandas de tinte electoral. Sin embargo, el cargo no le sirvió para recuperar peso en el PP, teniendo en cuenta que el aparato del partido pasó a estar controlado por Javier Arenas.

Este declive político se tradujo también en un duro enfrentamiento de Cascos con el ex presidente del gobierno asturiano Sergio Marqués, que dividió al PP en la región y contribuyó a la pérdida del Ejecutivo regional, ahora bajo control del PSOE.

Fuentes del PP reconocían ayer que al margen de estos antecedentes, Álvarez-Cascos carece en estos momentos de anclajes sólidos con el equipo de Rajoy y, por tanto, se da como segura su salida del Gobierno en caso de un nuevo triunfo electoral en el mes de marzo.

Desde el pasado mes de diciembre, según otras fuentes, el ministro se mostraba esquivo y no acudía a importantes citas del PP, incluidas algunas de las convocadas por Rajoy para fijar la estrategia electoral.

El ministro más respetado por el PNV

Pocos ministros de Aznar han merecido tantos elogios de los partidos nacionalistas, en especial del PNV, como Francisco Álvarez-Cascos. Desde Xabier Arzalluz a Jordi Pujol, pasando por los nacionalistas canarios, todos ellos supieron apreciar en las negociaciones con Cascos su virtud de respetar la palabra dada y la inclinación al diálogo, incluso en los momentos en los que la posición oficial del Gobierno ha sido de abierto enfrentamiento con el nacionalismo vasco. En más de una ocasión, esta relación de amistad de Cascos con dirigentes del PNV incomodó a Aznar.El ministro disgustó también lo suyo a la dirección del PP y al presidente del Gobierno cuando en enero de 2002 dio la batalla en la ponencia de estatutos del XIV Congreso para limitar por escrito el mandato del presidente cuando este último quería evitar a toda costa que dicho cónclave estuviera condicionado por el debate sucesorio.En sus 27 años de carrera política, a la que se asomó bajo el abrigo de Fraga, Cascos sólo aceptó sin rechistar la férrea disciplina del PP hasta 1999, en que dejó la secretaría general.

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