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Justicia

El juicio del 'caso Mannesmann' cuestiona el sistema de buen gobierno alemán

En apenas unos días comenzará en el tribunal de Düsseldorf lo que amenaza con convertirse en el juicio empresarial más importante en Alemania. Cuatro ex directivos de Mannesmann, entre los que se encuentran el ex presidente Klaus Esser y el del Deutsche Bank, Josef Ackermann, y dos representantes de los trabajadores se sentarán a partir del próximo día 21 en el banquillo acusados de fraude y quiebra de sus deberes con los accionistas durante la opa hostil que Vodafone presentó para hacerse con el control del conglomerado alemán. Todos ellos ocupaban cargos tanto en el consejo de la empresa como en el comité de vigilancia. La acusación mantiene que los ejecutivos de Mannesmann recibieron o autorizaron pagos millonarios e ilegales por valor de cien millones de euros. Los pagos se ofrecieron en reconocimiento a la labor realizada para permitir la operación de compra de la compañía alemana por parte de Vodafone. Sólo el ex presidente Esser recibió 30 millones de euros. Todos los pagos se hicieron a espaldas de la junta de accionistas.

Pero el caso que empezará a juzgarse en breve ha servido sobre todo para poner en entredicho el sistema de gobierno corporativo que impera en Alemania y que tiene uno de sus puntos fuertes en la presencia de representantes de los trabajadores en el consejo.

La ley alemana obliga a que las empresas cotizadas que tienen más de 2.000 empleados dispongan de un consejo de vigilancia integrado por consejeros independientes y trabajadores de la compañía. Este consejo se encarga de confirmar, asesorar y, sobre todo, vigilar las decisiones estratégicas de la compañía.

Sin embargo, en el caso del pago de las indemnizaciones millonarias para los ex directivos de Mannesmann esta labor de vigilancia parece haber fallado. En este comité se sentaban dos empleados que también ahora lo hacen en el banquillo de los acusados, Juergen Ladberg y el ex líder del poderoso sindicato alemán IG Metall Klaus Zwickel. Ninguno de los dos fue capaz de impedir que se produjera el pago de cantidades millonarias y no defendieron, por tanto, los intereses de empleados e inversores.

El tribunal será ahora el encargado de decidir si apoya las tesis de los encausados, que argumentan que los pagos no fueron más que una recompensa por la buena gestión de los directivos o si, por el contrario, el dinero que cobraron es ilegal. Los detalles que se desvelen durante el juicio sobre el papel que jugaron los representantes de los trabajadores servirán para ahondar en el debate que ya se ha suscitado en Alemania sobre el sistema de supervisión empresarial.

Hay quienes consideran que el sistema de codeterminación con representación de los trabajadores en el consejo ha funcionado bien durante más de cinco décadas y que seguirá siendo igual de importante en el futuro.

Sin embargo, hay una corriente de juristas y empresarios que opinan que el caso Mannesmann es un buen ejemplo de la necesidad de un cambio en el sistema de gobierno corporativo alemán y proponen la eliminación de la representación de sindicatos y trabajadores en el consejo de supervisión y su traspaso a un grupo de consulta independiente. El sistema alemán de codeterminación fue diseñado para limitar el poder de acción de los ejecutivos de las empresas y para dar a los trabajadores voz en el funcionamiento del negocio. Desde 1976 el sistema dual ha sido obligatorio en Alemania para las empresas de más de 2.000 empleados y en 2002 había 767 compañías utilizándolo. En cualquier caso, lo que parece claro es que el juicio servirá para que se abra un importante debate sobre el camino que debe seguir a partir de ahora el gobierno corporativo en Alemania.

La labor de vigilancia de los trabajadores no evitó el pago de 'bonus' millonarios

Un fallo humano, no del sistema

Los sindicatos alemanes mantienen su fe en el sistema que obliga a las empresas a sentar en sus consejos de administración a representantes de los trabajadores. Ideado para servir de contrapeso a las decisiones de los ejecutivos y para permitir a los empleados participar en la marcha de las compañías ha tenido en el caso Mannesmann su fallo más sonoro. Los representantes de los trabajadores no fueron capaces de impedir los pagos millonarios a los ex directivos de la empresa.Pese a todo, Dietmar Hexel, uno de los líderes sindicales alemanes, asegura que en Mannesmann no falló el sistema de codeterminación. Sólo se trató de un error humano.

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