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Sector privado

China, más privada que nunca

El Ejecutivo chino está decidido a que el sector privado se convierta en el motor de su economía. Con este fin ha optado por acelerar la privatización de su gigantesca y obsoleta red de sociedades estatales, que durante muchos años fueron los cimientos sobre los que se asentó el Partido Comunista de China (PCCh).

Llevado por su espíritu de pragmatismo y en un paso más del proceso de apertura y reforma lanzado por Deng Xiaoping en 1978, las autoridades quieren que los inversores privados y extranjeros ayuden a dar la vuelta a muchas compañías estatales en pérdidas, que se han convertido en un lastre en un país donde cada vez suena más la palabra 'competitividad'.

Los dirigentes han lanzado una fuerte campaña para que los inversores privados participen en la reestructuración de las denominadas SOE (siglas en inglés de empresa de propiedad estatal).

Entre 1997 y 2002 el número de empresas públicas ha pasado de 262.000 a 159.000

Li Rongrong, responsable de la Comisión para la Supervisión y Administración de los Activos Públicos (Sasac), ha asegurado que el Gobierno buscará con ahínco la llegada de compañías extranjeras -ya sea por medio de ventas o fusiones-.

Y pretende extenderles la alfombra roja. Según Huang Ju, viceprimer ministro, China 'va a acelerar las reformas económicas y crear un mejor entorno para que inviertan'. Una de las principales quejas de las multinacionales foráneas es el primario marco legal y normativo del país. Además, se enfrentan a cuestiones espinosas como la valoración de los activos públicos en venta y la gestión de los potenciales despidos que quieran acometer. El exceso del número de empleados es notorio en muchas sociedades chinas, una práctica que maquilla el alto índice de desempleo que sufre el país.

Las privatizaciones se han visto acompañadas por frecuentes casos de corrupción e información privilegiada, que han supuesto la adquisición de las empresas a bajo precio por parte de sus directivos o de funcionarios gubernamentales. La clave, aseguran los empresarios extranjeros, es cómo se va a llevar a cabo el proceso, con qué transparencia y si será en igualdad de condiciones con las compañías locales.

Entre 1997 y 2002 el número de empresas estatales ha pasado de 262.000 a 159.000. Y la cifra va a seguir bajando. Además, si antes eran sólo las sociedades pequeñas las que eran vendidas, la decisión ahora es que también muchas de las grandes pasen a manos privadas.

Según Li Rongrong, el 60% de las compañías a escala municipal son ya particulares. El Ejecutivo, sin embargo, mantendrá su participación en sectores estratégicos para la economía y la seguridad. Además, asegura que no es necesario conservar la mayoría en un negocio para mantener el control. Pekín se ha fijado como objetivo tener entre 30 y 50 grandes corporaciones en los sectores clave.

Con el proceso de privatización en marcha, China se aleja aún más de la antigua economía planificada y prosigue su marcha hacia la economía socialista de mercado, un capitalismo al estilo chino que está dejando en la calle a millones de trabajadores que durante décadas vivieron bajo el paraguas del Estado.

Más de 28 millones de personas han perdido su empleo desde 1998, y 3.080 empresas públicas quebraron o cerraron entre 1994 y 2002, dejando un agujero de 199.540 millones de yuanes (20.200 millones de euros) en créditos irrecuperables.

Opciones sobre acciones en la remuneración

'Las empresas públicas estatales no son escuelas de formación para las compañías extranjeras'. Con estas palabras ha explicado Li Rongrong, responsable de la Comisión para la Supervisión y Administración de los Activos Públicos (Sasac), la necesidad de adecuar los salarios de los directivos de las sociedades estatales a las necesidades del mercado. El organismo, que representa al Estado como propietario, supervisa directamente 189 de las mayores sociedades bajo control del Gobierno central, mientras que las demás compañías públicas están bajo supervisión de las delegaciones locales, que a su vez dependen de Sasac.Dentro del plan de modernización de las retribuciones, la comisión está estudiando conceder a algunos directivos opciones sobre acciones, planes de pensiones y otros incentivos. A partir del año que viene, los responsables de las 189 grandes empresas públicas tendrán los salarios ligados a sus resultados.

La amenaza del paro preocupa a las autoridades

Mientras en otros países el paro viene ligado a periodos de ralentización económica, en China la situación es diferente. Con una economía que creció un 8% el año pasado y que se prevé lo haga un 8,5% este año, el desempleo se ha convertido en uno de los quebraderos de cabeza de las autoridades, que se ven incapaces de crear suficientes puestos de trabajo para cubrir la demanda. Cada año se incorporan al mercado de trabajo 10 millones de jóvenes, sólo en las ciudades, que, sumados a los 6,1 millones de despedidos por la reestructuración de las empresas y a los ocho millones de parados registrados en las oficinas, dan un total de 24 millones.Sin embargo, el país sólo es capaz de generar ocho millones de empleos al año. Esta situación, resultado del profundo proceso de transformación que vive la estructura económica china, continuará durante años, según ha reconocido el Ejecutivo. Las estimaciones apuntan a un paro urbano de entre el 10% y el 20%.

Las cifras

2.500 empresas públicas irán a la bancarrota en los próximos cinco años. Las compañías, grandes y medianas, dejarán unas deudas de 240.000 millones de yuanes (24.300 millones de euros).5,12 millones de personas perderán su empleo en los próximos cinco años como consecuencia del cierre de las empresas públicas que quebrarán.5.300 euros al año recibirán de media los responsables de las compañías públicas que cumplan los objetivos.20% es el ritmo anual al que ha crecido el sector privado en las últimas dos décadas, desde que se iniciaron las reformas. El incremento sobresale frente al 9% al que ha crecido la economía china en ese periodo.

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