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Luis Ángel Rojo

"El nacionalismo en la UE cerró el camino a los bancos"

El catedrático de Teoría Económica, académico de la Lengua y ex gobernador del Banco de España (1992-2000) que estrenó la autonomía de la entidad, Luis Ángel Rojo (Madrid, 1934), llama la atención sobre el escaso 'ritmo de la inversión productiva de España', donde 'el sector público, y sobre todo el privado, atienden poco a las mejoras tecnológicas, que afectan a la productividad de forma muy importante'. Defiende la presencia del Estado en primera línea para financiar el equipamiento físico del país y recuerda que el equilibrio fiscal debe entenderse cíclicamente, 'no como déficit cero cada año'. Critica la interpretación política del Pacto de Estabilidad, y el nacionalismo de los Gobiernos europeos, que han impedido fusiones de empresas y han perjudicado a la banca española: 'Han ido a Latinoamérica porque no les han dejado entrar en la UE'.

Pregunta. ¿Qué circunstancia ha permitido que España mantenga notables crecimientos mientras las economías europeas han entrado a procesos recesivos prolongados?

Respuesta. España entró en 1999 en la unión monetaria en unas condiciones de fuerte expansión que eran resultado de una bajada muy intensa de los tipos de interés. En 1995 el tipo de interés de intervención del Banco de España era de un 9,50% o 9,75%, y justo antes de entrar, en diciembre de 1998, se colocó en el 3%. Y con él había bajado toda la gama de tipos de interés practicados por la banca. Por otra parte, había funcionado muy bien la combinación entre política monetaria y política fiscal: la primera disponía de autonomía, y la segunda había mejorado la situación de las finanzas públicas desde 1995, con una política que intensifica el Gobierno del PP, y el resultado es una combinación muy satisfactoria de la política monetaria y de la fiscal. Eso mejora las expectativas del público: deja de tener miedo a posibles cortes en el crecimiento por razones inflacionistas o deterioro exterior. Y no debemos olvidar las devaluaciones de los noventa, que meten a España en la UEM en una relación muy cómoda del tipo de cambio. Todo eso generó un efecto expansivo prolongado hasta ahora.

P. ¿Tiene explicación que el empleo crezca, seis años, por encima del PIB, dañando incluso la productividad?

R. Entre mediados de los setenta y hasta la crisis del sistema monetario europeo, en el año 1992, se había producido una pérdida formidable de empleo, excesiva, que debería recuperarse en cuanto se produjera una mejora en las expectativas de crecimiento. Como poco se perderían dos millones de puestos de trabajo en el periodo citado, y después se han creado unos cuatro millones, y una buena parte de él es compensación de las pérdidas anteriores. Lógicamente afecta a la productividad, que cuando más ha crecido ha sido justamente cuando se ha producido destrucción de empleo, y se ha moderado cuando se ha disparado el empleo.

Pero no es el único factor que afecta en la pérdida de esta variable: este país ha tenido en este último periodo una reducción considerable de la inversión productiva, industrial, y seguimos arrastrando el problema de que nuestro nivel tecnológico es muy modesto; el sector público y, sobre todo, el privado atienden muy poco a las mejoras tecnológicas, y esto afecta a la productividad de forma muy importante.

P. ¿Ha habido desatención de la inversión productiva?

R. Desde luego el ritmo de crecimiento de la inversión productiva en los últimos años ha sido más bajo y eso afecta a la productividad. De eso no hay duda. Igual que afecta la ausencia de gastos en I+D, que son muy bajos en este país.

Pero no hay que perder de vista tampoco la influencia de la sobreinversión en construcción. La fuerte bajada de los tipos de interés ha empujado a la gente a endeudarse para cubrir el defecto de inversión residencial de las décadas pasadas. Este fenómeno arranca en 1999, y en 2001 se produce el desplome de las bolsas. La gente entonces se pregunta en qué mete su dinero, y las viviendas se convierten en una alternativa a la inversión bursátil. Cuando una parte muy importante de los recursos de producción va hacia la construcción, tiene que afectar a otros sectores. No es bueno que la construcción crezca tanto; afecta al dinamismo de la economía.

P. ¿La obsesión del Gobierno por entrar en la UEM y el equilibrio fiscal ha podido condicionar las decisiones?

R.Los esfuerzos por el equilibrio fiscal eran obligados. Para entrar en la unión monetaria era necesario estabilizar monetaria y fiscalmente la economía, y esa estabilización llevó a España a una fuerte expansión. La unificación de las políticas monetarias y fiscales en Europa genera dificultades. El BCE para mantener la estabilidad ha concluido que las tasas de inflación estuvieran por debajo del 2% anual. Y eso le ha llevado a aplicar una política monetaria que resultaba demasiado contractiva para los países que estuvieran en momentos de baja actividad, y demasiado expansiva para los que estuvieran en crecimiento alto. En los primeros años de la UEM la política es muy expansiva para Holanda, Portugal, Grecia o España; pero muy contractiva para Alemania.

Una política monetaria común nunca se adapta a todos a la vez; eso es imposible. Y los países con tipos de interés expansivos estaban obligados a compensar con una política fiscal contractiva, además de flexibilizar los mercados para hacerlos competitivos. Hacer políticas fiscales que sean compensatorias de las monetarias es muy complicado; controlar los flujos fiscales con fines estabilizadores coyunturales de corto plazo es complicado. Y las medidas de flexibilización y competencia tardan en dar frutos.

P. Con el avance de PIB, riqueza y empleo da la sensación de que se ha caído en una autocomplacencia peligrosa, y siguen pendientes reformas necesarias, como la energética, la del suelo, la laboral, la de las pensiones...

R. Es posible que sea así. Que la economía vaya bien no justifica que se abandone la liberalización energética, que es muy importante; que se olviden de qué está pasando con inversión, las infraestructuras, la productividad, etc.

P. En los últimos meses engorda el debate sobre qué hacer con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. ¿Qué opinión le merece la discusión?

R.Si el BCE sigue una política restrictiva o por lo menos de estabilización para países como Alemania, Francia, Italia y Portugal, lo lógico es que estos países fuesen a medidas fiscales más expansivas, que ponen en cuestión el Pacto de Estabilidad. Es un asunto muy complicado, pero cuando se discute de esto se olvidan algunas cosas: en toda Europa el comportamiento fiscal desde los años setenta ha sido un problema, con políticas tremendamente expansivas, y se han encontrado con que llegaban a una situación de recesión, con un peso fiscal del pasado muy considerable. El Pacto de Estabilidad se pone en la mesa y en el tratado porque la experiencia fiscal en Europa era malísima, y volver a esa situación y abandonar el PEC puede tener consecuencias bastante negativas.

¿Es posible mantener el pacto con una mayor flexibilidad? Es posible. No tiene por qué ser rígido y cerrado. No hay que confundirlo con el déficit cero; hay que mantener un equilibrio presupuestario en el conjunto de los ciclos, lo que permite cierta holgura, si es que un país no viene con retrasos fiscales muy considerables. ¿Se puede flexibilizar la aplicación, más allá de los límites que tiene implícitos? Pues sí, se puede: parece absurdo que se aplique exactamente lo mismo el pacto a un país que tenga una relación deuda/producto baja, que a uno que la tenga alta; Italia tiene una deuda del 120%, mientras que Alemania anda por el 60%. Hay margen de flexibilidad.

Lo peor que se puede hacer es darle una salida a la discusión modificando el pacto en el sentido de que en cada caso se va a negociar con los países de acuerdo con su importancia política. Eso destroza el pacto, que es uno de los pilares de la UEM. No se puede decir: a Francia le damos hasta 2005 porque es Francia, pero a Portugal no le damos ese privilegio porque es Portugal. Eso no puede ser. Si se hace, es el fin más desgraciado que puede tener el pacto.

P. ¿Qué están haciendo mal Italia, Alemania y Francia? No parece que se trate sólo de un atasco fiscal...

R. Alemania tiene problemas serios de mercado de trabajo y de pensiones. Eso lleva a bajo crecimiento y avance del déficit. Tras muchas dudas y dificultades, Schröder trata de meterse en el asunto con valentía. En Alemania los salarios han crecido más que en ningún otro país de la UE desde los noventa, y no han depreciado el marco, que era inevitable tras los excesos de la unificación, y ahora se encuentran con que han perdido competencia de modo muy considerable. Y Francia está entrando en las reformas, de las que llevamos hablando treinta años y ningún país ha hecho nada.

P. En España hay coincidencia doctrinal para desterrar el déficit; pero no está claro que la haya política...

R. Creo que no todo el mundo lo apoya. El equilibrio es muy importante, entendido como debe entenderse, no como déficit cero todos los años. Es muy importante para que un país crezca con estabilidad. Hay problemas importantes de envejecimiento demográfico que nos deben obligar a reforzar el sistema fiscal considerablemente para el futuro.

P. ¿Caben más recortes de impuestos sin más recortes del Estado?

R. Reducir los impuestos es bueno, siempre que no se desatiendan gastos importantes. En muchos aspectos se debe reducir el tamaño del sector público, pero en otros debe estar presente, como comunicaciones, impulso tecnológico del país, etc. En estas cuestiones tiene que estar muy en primera fila. Hay cosas que precisan de reducción pública inmediata. En otras el Estado debería actuar.

Lenguaje. 'Tenemos que adaptar palabras anglosajonas mal utilizadas'

'Estoy empezando como académico de la Lengua a examinar los problemas, que son muchos. Imagínese que esto que los americanos llaman el outsourcing de empresas, hay gestores de empresas aquí que hablan de outsoursear. Es tremendo. Y hay gente que lo llama externalizar, que es otra cosa: es crear economías externas, no sacar parte del negocio fuera de la empresa. Es muy complicado. Hay que adaptar palabras anglosajonas. La economía es fundamentalmente anglosajona, y todas las demás lenguas tienen ese tipo de dificultades. Propondré algunas palabras nuevas, que no sé si serán aceptadas, y modificar algunas cosas. Por ejemplo: ¿quién utiliza en España insumo? Casi nadie; pero está muy extendida en Latinoamérica desde que se empezó a usar en México en los años cuarenta. Y nadie utiliza outsumo, y se emplea producto: es mejor decir input y output. El diccionario recoge usos, pero tiene que tener sentido normativo para evitar aberraciones'.

Actividad. 'La expansión es sostenible sólo si EE UU reduce sus déficit'

'La expansión de 1995 fue muy intensa y larga, y acompañada de excesos de inversión, de excesos de capacidad, agotamiento del ahorro, y la consecuencia fue la aparición de unos déficit por cuenta corriente tremendos. Hasta 2000 Asia y Europa han llevado capitales a EE UU, porque veían alta rentabilidad. Eso financió su déficit corriente y apreció el dólar. Al final de la expansión, el déficit por cuenta corriente llegaba al 4% del PIB, que es una barbaridad; pero ahora está en el 5,5%. Esa situación es muy peligrosa. En cuanto haya dudas sobre la rentabilidad del capital en EE UU, el efecto inmediato será la bajada del dólar. Si ahora, con expansión monetaria y fiscal se consigue impulsar la economía americana, el déficit corriente y comercial crecerá. En algún momento tendrán que hacer algo para frenar el déficit corriente. Ese ajuste lo va a tener que hacer con depreciaciones del dólar. Para que la expansión sea sostenible va a tener que reducir sus déficit'.

Empleo. 'No se puede tener al 30% de los ocupados eventuales'

'Uno de los problemas más importantes en estos momentos en el país es la inestabilidad en el mercado de trabajo. Y estoy convencido de que estos niveles de temporalidad están determinados por los costes del despido. Se hizo una primera reforma en 1997, en la que participaron los sindicatos y la patronal, que dio algunos pasos; y luego intentó otra el Gobierno que los sindicatos rechazaron de plano, y creo que sigue siendo muy necesaria'.'No se puede tener a más del 30% de la población ocupada en estas condiciones de inestabilidad en el empleo La tasa de temporalidad es del 31%. Se ha llegado a extremos ridículos, como contratos temporales de un mes, dos meses o tres meses de duración; eso me parece que no puede ser, que no es muy normal. Hay que ver cuáles son los mecanismos económicos que han llevado a esa situación, estudiarlos bien, y hay que corregirlos'.

Fusiones. 'La banca fue a Latinoamérica porque no la dejaron entrar en la UE'

¿El nacionalismo de los Gobiernos europeos ha bloqueado fusiones de empresas?En el mercado bancario, por ejemplo, sí. Las operaciones de fusión han sido escasas. Las autoridades no deberían hacer nada por obstaculizar las operaciones, pero lo han hecho. Nuestros bancos han sufrido bastante en ese aspecto, y no han podido entrar en mercados bancarios europeos. España ha sido el más liberal, con Inglaterra e Irlanda, en ese aspecto. Pero ha habido países cuyos Gobiernos presumen de liberales que han impedido operaciones deseables.¿Ese bloqueo en la UE ha podido llevar a la banca española a Latinoamérica, para lo bueno y lo malo?Los bancos españoles son muy buenos en el mercado al por menor. Se han encontrado que estaban en condiciones de entrar en otros países con ventaja, y no han podido; y esa ha sido una de las razones que les han llevado a invertir en Latinoamérica. Está bien invertir allí, porque es atractivo por tener sistemas bancarios menos desarrollados y el idioma es muy importante. Pero, sin duda, el que hayan tenido dificultades en Europa evidentemente les ha impulsado a ir a Latinoamérica.¿Por qué no avanza la unidad de los mercados financieros, en contra de las recomendaciones de la Comisión Lamfalussy, de la que usted formó parte?Los países europeos tienen una tendencia al nacionalismo muy fuerte, y es absurdo la cantidad de regulaciones en cada país. No creo que sea bueno que haya una autoridad financiera única en Europa para los mercados de capitales, como piden algunos. No creo que sea posible ni bueno; pero se debe avanzar hacia una mayor coordinación de las políticas financieras. Pero cada país quiere su propia legislación.¿No sería más lógico un solo mercado bursátil?Sí; pero eso es una meta final, que no depende sólo de disposiciones legales. No es fácil. Se ha avanzado poco. Creí que el informe Lamfalussy tendría mejor resultado, pero luego empezaron las luchas, y nadie quiere perder competencias; sólo ganar.

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