Hace tres semanas rendí honores ante una fosa común en Halabja (Irak), donde (...) en marzo de 1988 las fuerzas de Husein asesinaron con armas químicas a 5.000 hombres, mujeres y niños (...). El presidente Bush tenía razón: era un régimen malvado, mortal para su propio pueblo (...) y una amenaza para la paz y seguridad internacionales. Husein no se habría detenido en nada hasta que algo lo detuviera. Es bueno que lo hayamos hecho.
Revista de Prensa