La operadora da el cierre definitivo a la aventura de Quiero TV
El ejercicio de 2002 no fue sólo el de la fusión de negocios. También fue el que vio el cierre definitivo de la ruinosa aventura de Quiero Televisión. La cadena de emisiones digitales terrestres le ha costado a Auna 530 millones de euros durante toda su existencia y en su último año de vida ha reclamado muchos recursos.
Con la televisión digital ya sentenciada, Auna tuvo que acudir a una ampliación de capital de 22,9 millones de euros y tampoco se libró de efectuar una aportación de 71 millones para compensar pérdidas. La operadora se vio asimismo obligada a comprar participaciones ajenas de Quiero y en agosto del año pasado firmó una opción de compra sobre las acciones de un socio minoritario, Carlton Communications, por un importe de 16,4 millones.
Carlton no perdió la oportunidad de hacer que Auna ejecutara el acuerdo, así que la operadora fue, paso a paso, ampliado su participación en la deficitaria y moribunda cadena de televisión. Al final, el grupo cuenta con el 73% de Quiero y hace muy poco tenía sólo el 49%.
Fuerte saneamiento
Aunque en puridad Quiero no había muerto todavía cuando Auna cerró el ejercicio de 2002, la operadora actuó como si lo estuviera. La previsión era que todos los préstamos concedidos a la televisión fueran capitalizados, así que los fondos propios de la filial se redujeron a 22 millones. Siguiendo criterios de prudencia contable, Auna terminó de provisionar todo el coste de su participación en Quiero, es decir, 334 millones.
El mismo destino siguieron los saldos deudores, que sumaban a diciembre del año pasado 195,96 millones.
En total, Quiero ha tenido durante toda su vida un coste de 530 millones para el grupo participado por el SCH, Endesa y Unión Fenosa.
Con estas cifras, no es extraño que Auna achaque a Quiero buena parte de las pérdidas registradas en 2002. Pero también los costes asociados a la fusión son responsables de unos números rojos que se redujeron un 23%, pero que ascendieron a 560,5 millones.