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Italia

El semestre italiano sorprende a Aznar sin aliados para los asuntos clave

La crisis de Irak ha alejado a España del eje franco-alemán y el amigo británico sigue su propia agenda europragmática. El Gobierno de José María Aznar ha apostado por tender lazos hacia los futuros miembros de la UE, pero en la encrucijada actual todavía no serán de mucha utilidad. Y quizás tampoco en el futuro porque, salvo Polonia, su peso real en las instituciones puede ser más que limitado.

'Siempre hemos estado solos', se revuelve una combativa fuente diplomática española. Tal vez. Pero la soledad puede pesar más que nunca durante el semestre presidencial que Italia inicia mañana, en el cual se dilucidará buena parte del futuro político y económico de la UE de las próximas décadas.

'El Gobierno se ha ganado la antipatía de muchos socios', advierte un eurodiputado socialista que detecta ciertas dosis de revancha contra España tras la crisis de Irak o los alardes de un equilibrio presupuestario financiado en parte con el trasvase de fondos europeos.

España está sola ante la reforma de los fondos estructurales y el reparto de poder en las instituciones

De entrada, el Gobierno de Silvio Berlusconi recoge de Grecia el testigo presidencial obsesionado por rematar el proceso constitucional, que fijará las cuotas de poder nacional en cada institución comunitaria, para poder firmar en diciembre el nuevo Tratado de Roma. El original, de 1957, fijó las bases de la Comunidad Europea. El presidente del Gobierno, José María Aznar, y la ministra de Exteriores, Ana Palacio, han declarado ya la guerra al modelo de voto propuesto por la Convención que ha elaborado el proyecto de Constitución.

El sistema otorga a cada Estado una capacidad de influencia proporcional a su población, lo que multiplica por dos el poder de Alemania y deja intacto el de España, después de que Aznar sacrificara en Niza 14 escaños en el Parlamento Europeo para mantener la capacidad de bloqueo en el Consejo de Ministros. La conferencia gubernamental que decidirá el modelo de voto definitivo se iniciará en octubre y debe concluir sus trabajos 'lo antes posible', según el acuerdo de los Quince y, en todo caso, con anterioridad a las elecciones europeas de junio próximo.

Berlín y París aceptan el nuevo sistema, y España no puede esperar la solidaridad de Roma y Londres, que también salen beneficiadas. Sólo Polonia, que como el resto de los futuros miembros participará de pleno derecho en la Conferencia, puede compartir la inquietud de España. Por ahora, sin embargo, Varsovia y Madrid sólo se han alistado juntos en la cruzada para incluir la religión cristiana en el preámbulo de la futura constitución.

El Gobierno de Tony Blair tampoco parece sintonizar con los intereses españoles. A la crisis en las negociaciones sobre Gibraltar se unen discrepancias fundamentales sobre el futuro de la política regional europea, cuya reforma se iniciará con la evaluación que presentará la Comisión el próximo noviembre.

Londres se ha adelantado y ya ha publicado un documento en el que aboga por dedicar todos los fondos comunitarios a los países del Este. 'El apoyo regional en los países más prósperos se financiará con los presupuestos nacionales', afirma Londres, fija el umbral para recibir ayudas por debajo del 90% la renta media comunitaria, límite que España superará cuando se realice la ampliación.

La tensa relación con París también amenaza la interconexión de España. Italia ha convertido el impulso a la inversión en infraestructuras (menos del 1% del PIB de la UE actualmente) en la prioridad absoluta del programa de su presidencia.

La Comisión Europea presentará hoy mismo la lista de los grandes proyectos de infraestructura (248.000 millones de euros de inversión) que podrán aspirar a la máxima financiación comunitaria. Italia intentará que los socios comunitarios acepten la propuesta para que, entre 2004 y 2020, se canalice una gran parte de los fondos estructurales y de los préstamos del Banco Europeo de Inversiones hacia los proyectos seleccionados. España no ha logrado, de momento, que la unión por ferrocarril con Francia para el transporte de mercancías supere la fase de mero proyecto. El paso de los Pirineos no figura en el borrador de los 18 proyectos prioritarios para las próximas dos décadas, por culpa, según el grupo de expertos que ha elaborado la lista, de la falta de acuerdo entre los Gobiernos español y francés. Sí aparece, en cambio, el puente prometido por Berlusconi para unir la península itálica con su feudo electoral en la isla de Sicilia.

Italia afronta, pues, serios retos para su presidencia. Al menos, el semestre comunitario no se verá amenazado por los problemas judiciales que acosan a Berlusconi, una vez que Il Cavalieri se ha asegurado la inmunidad.

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