_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pekín, el resurgir de una ciudad

Para todos aquellos que vivimos en China en general y en las ciudades que han sido afectadas de importancia por el síndrome de la neumonía asiática en particular, la experiencia vital de los últimos meses será algo que formará parte de nuestras vidas como un recuerdo imborrable.

Pekín, donde resido, es una ciudad tumultuosa con una densidad de población enorme (14 millones de habitantes viviendo en 16.807,8 kilómetros cuadrados), en consonancia con el resto del país. Para nosotros, europeos que circunstancialmente trabajamos y vivimos en China, la sensación de estar rodeado por un ejército de personas es constante. Sin embargo, durante las cinco semanas más duras del desarrollo de la epidemia se nos apareció un Pekín totalmente distinto al que acostumbramos a ver. Calles desiertas, paradas de autobús semivacías, ausencia de tráfico rodado, establecimientos de restauración u ocio casi sin clientes cuando no cerrados, etcétera. El paisaje urbano recordaba esas películas de serie B del Hollywood de los cincuenta, en las que una bomba de hidrógeno convertía una ciudad en un lugar fantasma.

Ayudado el fenómeno por un bombardeo mediático, el resultado fue que las gentes se refugiaron en sus casas, las empresas ralentizaron su funcionamiento a mínimos indispensables y la posibilidad de encontrarse físicamente tanto con clientes como con personas fuera del entorno de cada uno ha sido algo que se rechazaba psicológicamente cuando no venía impuesto por directrices empresariales.

Valga para el anecdotario que en los 17 años de historia del BBVA en Pekín hemos visto cómo un cliente se veía abocado a la firma de un Contrato vía DHL ya que ambas partes acordaron no hacerlo de forma presencial. La anécdota, que podría parecer trivial, no lo es cuando se tiene en cuenta la perspectiva de este país, en el que el formalismo y la solemnidad, incluso dentro del ámbito comercial, tienen una gran relevancia.

También demuestra, por otra parte, la capacidad de adaptación de las empresas españolas, y es que esa característica muchas veces comentada sobre la capacidad de improvisación de soluciones de los españoles, en situaciones como la sufrida, funciona y se demuestra.

Afortunadamente, el Pekín que vivimos hoy se parece mucho al que conocíamos sólo un par de meses atrás. La gente ha vuelto a la calle, las empresas han restablecido casi en su totalidad su ritmo de trabajo y otra vez esa actividad frenética que caracteriza a las ciudades chinas se vuelve a producir. Las máscaras han pasado de ser una generalidad a una excepción, y ése es un dato que índica las ganas por volver a lo de antes que la comunidad pekinesa tiene.

Si bien es cierto que el fenómeno de la neumonía asiática tendrá un impacto este año en los datos macroeconómicos de China, quizás sería aventurado, como al principio de la crisis recogieron los analistas, el prever una bajada incluso superior a los dos puntos en el PIB. Se están produciendo las primeras correcciones al dato y el propio Banco Asiático de Desarrollo estima en medio punto la caída del crecimiento en la zona, si bien las partes más afectadas han sido China y Hong Kong, con Singapur y Taiwan en segundo lugar.

La mayor carga sobre el PIB chino la suponen las inversiones en infraestructuras y el crecimiento sostenido de las mismas, y si bien se sufrirán retrasos en el desarrollo de ciertos proyectos, la aparente solución de la crisis que se está produciendo ayudará a retomarlos de forma rápida.

Las delegaciones previstas para este año a China por parte de empresas españolas han retrasado las mismas al último cuatrimestre de forma general y a modo individual se están anunciado reuniones de trabajo de forma inmediata por parte de empresas, así como del grupo de trabajo financiero bilateral hispano-chino.

Las empresas españolas han demostrado una gran madurez y un buen criterio en su forma de reaccionar ante la crisis en China. Ninguna cesó en su actividad, las que así lo estimaron conveniente rápidamente establecieron planes de contingencia para minimizar los efectos del problema en su actividad y, como ya se he mencionado, aquellas con proyectos en marcha instrumentaron soluciones de emergencia para no perder el tren de sus proyectos.

Deseamos que a final de año el camino ya andado y la segura apuesta por este mercado que muchas empresas de España tienen continúe como tal porque los acontecimientos así lo han demostrado.

Más información

Archivado En

_
_