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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El fiasco de España en Irak

Alos que anunciaron eufóricos los grandes beneficios que la reconstrucción de Irak iba a suponer para las empresas españolas la realidad debe producirles hoy, al menos, sonrojo. Frente a aquella alegría de los primeros días de la posguerra, alentada desde la mismísima presidencia del Gobierno, en los que parecía que sólo había que firmar contratos ya adjudicados, las patronales, las empresas directamente y algunos responsables de la Administración más objetivos empiezan a introducir elevadas dosis de incredulidad.

La CEOE, por boca de su presidente, ha desinflado la burbuja, como ya habían hecho las Cámaras de Comercio. Ayer, el presidente de la primera compañía industrial española se unía al coro al decir que Repsol descarta entrar por ahora en Irak. La falta de seguridad y la ausencia de un Gobierno estable son razones suficientes para esta decisión. Alfonso Cortina vaticinó que, en todo caso, 'cualquier actividad de las multinacionales en Irak va para largo'. Y eso mientras Francia o el Reino Unido aseguran que ya tienen contratos.

Todo esto es sólo un paso más en el completo fiasco que la operación Irak ha supuesto para España en términos políticos y diplomáticos. Pero a la vez es una advertencia sobre la escasa agilidad de la Administración para abrir puertas a las empresas y de las carencias que éstas sufren para moverse en el exterior. Queda tener confianza, como manifestó ayer el secretario de Estado de Comercio, Juan Costa, en que finalmente las empresas españolas gocen de alguna oportunidad.

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