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Columna
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La PAC, de Bruselas a Cancún

Es posible que esta semana, o tal vez a lo largo del próximo mes, el Consejo Europeo adopte una nueva reforma de la política agraria común (PAC).

Desde 1992, con la entonces denominada Reforma Mac Sharry, la estrategia comunitaria diseñada por la Comisión Europea ha estado orientada a compatibilizar el apoyo a la agricultura europea con el proceso de reordenación comercial internacional, iniciado para la agricultura en la Ronda Uruguay del GATT y que deberá proseguir en la actual ronda (Seattle, Doha, Cancún...) de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las propuestas presentadas en esta ocasión por la Comisión Europea persiguen descaradamente dos objetivos: consolidar el gasto agrícola hasta el año 2013 y facilitar y hacer agradable la estancia en Cancún (México) en septiembre de los funcionarios comunitarios.

El objetivo presupuestario parece garantizado, en términos generales, por el acuerdo franco-alemán. El interés de la Comisión por aprobar ahora una reforma que tal vez no se aplique íntegramente hasta 2007 está motivada, precisamente, por el deseo de evitar que los problemas agrícolas puedan perturbar la discusión del nuevo escenario presupuestario para el periodo 2006-2013.

Más complejo es explicar el cambio experimentado en la posición comunitaria ante la OMC. Hasta julio de 2002, cuando la Comisión presentó su actual propuesta de reforma, la estrategia comunitaria se basaba en la defensa del carácter 'multifuncional' de la agricultura europea, lo que implicaba la consolidación del vigente sistema de ayudas por 'hectárea y cabeza de ganado', catalogadas en la denominada 'caja azul' de la Ronda Uruguay del GATT, por ser ayudas 'parcialmente desconectadas' de las producciones. Esta posición negociadora habría sido más difícil de defender en Cancún.

Al proponer un nuevo sistema de ayudas 'totalmente desconectado' de la producción, la Comisión Europea ha decidido tratar de catalogar la mayor parte del gasto agrícola europeo como 'caja verde', para legitimarlo ante la OMC y poder mantener la PAC, aunque apenas se logre deducir cuáles son los objetivos que se persiguen con un gasto presupuestario tan elevado. La eficiencia de este gasto, desde un punto de vista social, económico, medioambiental, etcétera, parece ser algo secundario.

La experiencia indica que el Consejo Europeo adoptará una posición intermedia. Parece ser que se 'desconectarían' de la producción exclusivamente las ayudas a los cultivos herbáceos y las 'primas especiales' a los terneros machos. Buena parte de las propuestas sectoriales concretas (trigo duro, forrajes, arroz, etcétera) serán sustancialmente corregidas y la modulación y degresividad de las ayudas también será moderada. La obtención de una mayoría suficiente obligará a la Comisión a efectuar 'compensaciones nacionales' y ello podría incluir algún tratamiento específico positivo para las zonas desfavorecidas, lo cual beneficiaría a España.

Estas decisiones permitirían a la Comisión una grata estancia en Cancún, debido a que las ayudas a los cultivos herbáceos representan cerca del 60% del volumen total de subvenciones directas que recibe la agricultura europea de la PAC. Sus propuestas de negociación ante la OMC prevén una disminución del 55% del montante global de apoyo a la agricultura, que excluye las ayudas de 'caja verde', un descenso del 36% en la protección arancelaria media y un recorte de un 45% en las restituciones a la exportación.

La UE parece haberse afiliado a este multilateralismo cuantitativo que, a partir de ahora, intentará obstaculizar el comercio mundial a través de medidas cualitativas ad hoc. Los aranceles, los precios de garantía y las ayudas directas a la producción se han convertido en instrumentos obsoletos. Según parece, Estados Unidos se ha adelantado una vez más, al aprobar una Operación de Blindaje de la Libertad que introduce un nuevo proteccionismo de nueva generación, para luchar contra el terrorismo alimentario. También las nuevas tasas al transporte terrestre en Francia y Alemania pueden ser un ensayo de este nuevo proteccionismo cualitativo que sustituya en el futuro al viejo arancel.

La aplicación de los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT ha tenido resultados paradójicamente contradictorios con los objetivos pretendidos. En el periodo de máximo crecimiento económico mundial, entre 1995 y 1999, las exportaciones comunitarias de productos agrarios al resto del mundo retrocedieron un 7% y sus importaciones también descendieron un 12,5%. Además, el comercio mundial global de productos agrarios ha retrocedido un 7% entre 1995 y 2000, según la FAO.

Aunque bastante abstracto, este es el fondo real del debate de estos días en Bruselas. Las palabras clave son: liberalización comercial, desregulación, orientación al mercado, simplificación, medio ambiente y seguridad alimentaria.

¿Cuál será el resultado para España? Desde la perspectiva administrativa tradicional, valorando exclusivamente el saldo presupuestario a percibir, seguramente será aproximadamente neutro. Si atendemos a la actividad económica real, a la problemática social, regional o medioambiental, la nueva PAC no representará ningún avance y puede que se registren retrocesos.

Desde la perspectiva política y sindical es lógico que se intente instrumentalizar estos acontecimientos. Ahora bien, tal vez lo más grave para España sea la falta de debate y el despiste absoluto de la sociedad sobre los cambios que se están fraguando en el contexto económico internacional.

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