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Fin de la guerra

¿Quién gestiona el crudo iraquí?

El avance de la ocupación de Irak no ha dejado resuelta la pregunta del millón: ¿quién se encarga ahora de gestionar y explotar el petróleo de Irak, cuyas reservas se consideran las segundas mayores del mundo? Para las potencias ganadoras de la guerra se abren distintas posibilidades: designar gestores llevados desde Estados Unidos o el Reino Unido, delegar en Naciones Unidas o mantener la empresa estatal iraquí bajo control aliado. Ni siquiera se descarta la posibilidad de una privatización rápida de la petrolera estatal, opción por la que ha abogado la Heritage Foundation, un centro de estudios ultraconservador de creciente influencia ante la Administración de George W. Bush. Quien tiene menos puntos es Naciones Unidas, pues parece difícil que una institución que no apoyó la guerra vaya a gestionar la mayor riqueza del país ocupado. The Heritage Foundation deja clara su postura: 'EE UU debe abortar cualquier intento de la ONU de jugar un papel central en la administración de la posguerra'. Y del petróleo, claro.

Capitalismo popular

improvisado

Una de las fórmulas que se ha barajado, en un intento de hacer más aceptable la operación para la opinión pública mundial, es un reparto de acciones de la petrolera estatal entre toda la población iraquí, informó el semanario The Economist. Esto demostraría que las riquezas siguen en manos de los nacionales, pero las experiencias previas en otros países con poco rodaje en el capitalismo son poco alentadoras. En países como Rusia, acciones dadas a particulares en procesos privatizadores fueron vendidas por estos rápidamente y por debajo de su valor de mercado, lo que deprimió los precios. The Economist llega a la conclusión de que 'cualquier decisión de un Gobierno interino para vender las reservas petroleras de Irak, sobre todo si es a extranjeros, se enfrentará a una dura controversia y será vulnerable a las acusaciones de mala fe'.

Inseguridad jurídica

Una de las mayores preocupaciones de las empresas interesadas en entrar en Irak es la inseguridad jurídica. Por un lado, es más que dudosa la continuidad de contratos vigentes con empresas rusas, chinas e indias. Otras petroleras occidentales congelaron sus planes en el país por el embargo internacional. Chevron Texaco, una de las grandes petroleras de EE UU, ha condicionado su participación a la existencia de un 'Gobierno legítimo que pueda garantizar el cumplimiento de las condiciones a largo plazo', según dijo su presidente, David O'Reilly.

Desde Repsol se apuesta por 'esperar y ver' antes de decidir ir a Irak, pero se reconoce que se podría estudiar la participación junto a otras empresas en proyectos de reconstrucción de la infraestructura petrolera iraquí.

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