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Columna
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El informe del FMI

Jordi de Juan i Casadevall subraya los parabienes de varias instituciones multilaterales a la economía española. Según el autor, el último informe del FMI, sin obviar ciertos elementos negativos, recalca la buena marcha de ésta

Hace unos días leía en estas mismas páginas un artículo firmado por Miguel Ángel Fernández Ordóñez (España, vista desde el FMI) que, a propósito del informe del FMI sobre España, era sumamente crítico con la situación de nuestra economía cuando no con el propio informe.

Lo primero que llama la atención del artículo de marras es que se cuestione la credibilidad y la solvencia profesional de una institución internacional como el FMI que lleva décadas realizando análisis de países. Me parece gratuito que alguien pueda afirmar que el FMI 'refleja la visión de cada uno de los Gobiernos y por eso muchos se sorprenden cuando algunos países entran en serios problemas poco tiempo después de publicarse informes del FMI muy elogiosos'.

No parece fácil que las autoridades de un país puedan confundir a los expertos de una institución como el FMI como insinúa el artículo. ¿O es que el Gobierno de España también ha engañado a la OCDE, que en los informes sobre la economía española publicados en los últimos años ha apoyado la política de consolidación fiscal y de reformas estructurales llevadas a cabo? ¿O es que no nos merece ninguna credibilidad que el Ecofin del pasado 18 de febrero dictaminara que el Programa de Estabilidad del Reino de España cumple las orientaciones de política económica fijadas por la UE y que se han cumplido los objetivos de política presupuestaria y reformas estructurales?

El Fondo dice que España ha sabido aprovechar los periodos de expansión para hacer sus deberes y ajustar las cuentas públicas

Y qué decir de que los mercados financieros evalúen positivamente la situación de la economía española, que la agencia de rating Moody's otorgue a España la máxima calificación crediticia y hoy para los inversores financieros España represente el mismo riesgo que Alemania. ¿O es que vamos a dudar de la visión de nuestra economía que tienen todos los agentes e instituciones internacionales?

El informe del Fondo es un informe ponderado en el que junto a ciertos elementos negativos -los que enfatiza el articulista-, hay importantes elementos positivos -los que silencia el artículo-. Por ejemplo, que la economía española desde finales de los noventa se ha situado, incluso en momentos de desaceleración, por encima de la media de la eurozona.

Odicho en otros términos, que hemos avanzado en convergencia real en términos de renta y de empleo porque el crecimiento económico ha sido intensivo en creación de empleo. Por cierto, y como reconoce el FMI, gracias a las políticas macroeconómicas y de reformas estructurales, también del mercado de trabajo.

El Fondo dice que España ha sabido aprovechar los periodos de expansión para hacer sus deberes, ajustar sus cuentas públicas y cumplir los objetivos del Pacto de Estabilidad, y que el esfuerzo de contención del gasto público se ha mantenido incluso en momentos de desaceleración sin sacrificar la inversión pública. El Fondo insiste, por último, en la política de supervisión bancaria que ha permitido, a diferencia de Alemania, mantener un alto nivel de solvencia de nuestro sistema financiero a pesar de su exposición a Iberoamérica.

Es cierto que en el pasivo hay que situar un diferencial de inflación insatisfactorio que puede gangrenar nuestra competitividad, aunque de momento nuestra cuota de mercado exterior no se resiente de ello. Pero no podemos olvidar que estamos hablando de un fenómeno esencialmente monetario y que el principal instrumento de política monetaria, por decisión soberana de este país, está en manos del BCE. Por consiguiente, y al margen de la convergencia de precios que pueda producirse como consecuencia de la convergencia real y de la instalación de nuestra economía en una zona monetaria integrada, el Gobierno tiene que actuar a través de la política de estabilidad presupuestaria y de reformas estructurales, que es precisamente lo que ha hecho y merece los 'elogios' no ya del FMI sino de la OCDE y del último Ecofin.

En conclusión, con sus pros y sus contras, y con la ponderación que brilla por su ausencia en el artículo de Fernández Ordóñez, el FMI considera que por las políticas planteadas y los resultados obtenidos, la economía española está comparativamente mejor situada para afrontar la actual situación de atonía y seguir su proceso de convergencia real. El mínimo cíclico se situó en el tercer trimestre de 2002, y a partir de 2003 nuestra economía podría iniciar una senda de recuperación auspiciada por las reformas fiscales que supondrán una importante inyección de renta disponible para las familias.

Quizá por ello Eurostat, espero que nadie hable aquí de apagón estadístico o dude de la solvencia de la Oficina Estadística comunitaria, prevé un crecimiento de nuestra economía del 2,6 % para 2003, frente al 1,9 % del conjunto de la UE.

Afortunadamente, la visión que el FMI tiene de España no es una visión obturada y sesgada como la que anima al articulista a subrayar lo negativo sin ver lo positivo.

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