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Concentración

La aventura de pasar de pyme a líder

Es posible convertir una empresa constituida hace 16 años por varios ingenieros procedentes de Ferrovial en el primer grupo inmobiliario y en la primera constructora por rentabilidad de este país?

Sacyr parece dispuesta a demostrar que sí. La última palabra la tienen mañana su consejo de administración y el de Vallehermoso, que deben decidir formalmente sobre el proyecto de fusión entre ambas entidades, que daría lugar a una empresa cotizada en el Ibex con un valor de unos 2.500 millones.

A la espera del visto bueno formal y del análisis técnico y legal que realice la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la fusión y la entrada de Sacyr en el club de los grandes del sector constructor-inmobiliario puede darse por hecha.

Para alcanzar esa posición de referencia en el panorama empresarial español hay que remontarse a 1986, año fundacional de Sacyr. Varios ejecutivos descontentos en Ferrovial crearon esta sociedad junto a una empresa con solera, Sato, que les proporcionó las calificaciones, es decir, las credenciales técnicas y empresariales para poder pujar por las grandes obras públicas.

Desde el primer año de funcionamiento, Sacyr arrojó beneficios y a partir de entonces la trayectoria de la empresa ha sido imparable. Sus competidores, han definido a esta novel empresa como una cooperativa de ingenieros y han explicado su exitosa irrupción en el sector por las buenas relaciones con los diferentes Gobiernos socialistas. Sin embargo, es evidente que en la era del PP el ritmo de crecimiento de los resultados ha sido similar y que además el grupo ha iniciado un acelerado proceso de diversificación gracias a la financiación aportada por sus buenos resultados.

La trayectoria de Sacyr en la década de los noventa estuvo marcada por sus intentos de fusión con Dragados. La caja generada le permitió hacerse con el 5% de su rival, un paquete que al final vendió al BCH ante la feroz oposición de este banco, accionista de referencia de Dragados, a llegar a una entente cordiale. Posteriormente ha habido dos intentos para forjar una fusión entre los dos grupos, y ambos fracasaron.

Crecimiento

A partir de ese momento Sacyr decide iniciar una nueva etapa, volcada hacia la diversificación. Al principio financiada por sí misma; después recurriendo al endeudamiento si la ocasión lo merecía.

Al mismo tiempo, empieza a barajar la salida a Bolsa en busca de liquidez para el patrimonio acumulado y de vías suplementarias de financiación para poder crecer.

Sacyr inicia su salida al exterior con la inversión de dinero en concesiones de autopistas en Chile y en la compra del 30% de la constructora portuguesa Somague.

En España, tras entrar sigilosamente en el capital de Iberpistas, titular de la autopista A-6, la empresa que preside José Manuel Loureda aborda su primera operación sonada, la compra, con financiación ajena, del 50% de Autopista Vasco Aragonesa junto a la concesionaria madrileña por cerca de 700 millones de euros.

A finales de 2001 se produce un hito decisivo en su corta historia, Juan Abelló entra en la empresa. El empresario realiza su primera incursión en el sector y paga 125 millones de euros por el 14% del capital.

Pocos meses después Sacyr da el campanazo definitivo, compra al Santander Central Hispano el 24,5% de la primera inmobiliaria del país, Vallehermoso, de la que se convierte en socio de referencia.

La operación, al límite de la legislación sobre opas, vuelve a financiarse con deuda, y desde un primer momento se hace evidente que Sacyr enfila la fusión con su participada. Este movimiento le permitirá alcanzar la masa crítica que busca desde los fallidos intentos de fusión con Dragados y cotizar en Bolsa.

Mientras la constructora ha ido desgranando esta estrategia de crecimiento, se ha hecho patente la coexistencia de dos filosofías bien distintas en la cúpula de la empresa. Por un lado, la del presidente, José Manuel Loureda, un tradicional gestor de la construcción, trabajador infatigable y especialista en sacar la máxima rentabilidad a las obras; y por otro, la del vicepresidente, Luis del Rivero, estratega empresarial, ambicioso, bien relacionado entre la clase empresarial pujante, y factótum de los planes de crecimiento y diversificación.

Abelló llegó de su mano a Sacyr, y es probable que los frutos de su alianza se trasladen en breve a otros negocios donde la constructora quiere crecer, como los servicios. Pujaron hace poco por Trasmediterránea y ahora preparan oferta por las autopistas públicas.

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