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Comercio

Lula se rebela contra la política de EEUU de aislar al Mercosur

El viaje de Lula a Argentina y Chile cobra un significado especial. No sólo por ser el primer viaje que realiza al exterior tras su elección como presidente, el pasado 27 de octubre, sino porque este viaje se ha fijado expresamente antes de su encuentro con el presidente de EE UU, George Bush, el próximo día 10.

El mensaje de Lula es claro: la prioridad del nuevo Gobierno brasileño en materia de política exterior será reforzar el Mercosur, la unión aduanera formada por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay más Chile y Bolivia como miembros asociados.

Las sucesivas crisis económicas y financieras que han sufrido los integrantes del bloque a lo largo del año han minado toda posibilidad de aumentar la integración económica, como era su intención. El presidente saliente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, apostó incluso por fijar objetivos macroeconómicos para la unión, al estilo de un 'pequeño Maastricht'. El presidente electo quiere, además, que Chile se asocie al Mercosur.

Las intenciones de Lula van más allá de reforzar los intereses regionales del país. Las negociaciones para la creación del área de libre comercio de las Américas (ALCA) se presentan duras y Brasil, principal crítico con el proyecto independientemente del partido que gobierne el país, sostiene que será más fácil afrontar las negociaciones con una posición común del bloque que de forma individual frente a EE UU. Esa misma postura es trasladable a las negociaciones con la Unión Europea.

Negociaciones del ALCA

El presidente de EE UU, George Bush, ha dado gran relevancia desde el principio de su mandato a la creación de un área de libre comercio que unirá el continente desde Alaska hasta Tierra de Fuego, salvo Cuba, a partir enero de 2005.

Las verdaderas negociaciones del ALCA acaban de empezar ahora en noviembre y, conocedor de las dificultades que podía plantear Brasil, Washington se había reservado ya la presidencia del comité de negociaciones junto a los representantes cariocas, tarea en la que Lula se estrenará desde enero bajo el nuevo escenario dibujado con sigilo por Bush.

En los últimos meses, EE UU ha dado un giro a su política comercial al dar prioridad a los acuerdos bilaterales frente a los pactos y los foros multilaterales. En el caso de América Latina, esta política lleva, mapa en mano, al aislamiento del Mercosur.

EE UU mantiene en vigor desde 1994 un acuerdo de libre comercio con México y Canadá a los que pretende sumar en breve a varios países de la región.

Tras obtener del Congreso en julio la Autoridad para la Promoción Comercial (antiguo fast track), las negociaciones para cerrar un acuerdo de libre comercio con Chile se han acelerado. El propio Bush ha planteado este año a los países que forman el Sistema de Integración Económica de América Central (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) un acuerdo de libre comercio, cuyas negociaciones comenzarán el próximo mes de enero.

Países andinos

Por otro lado, el pasado 31 de octubre, Bush firmó una proclamación presidencial que ampliaba el acuerdo de preferencias comerciales que ya disfrutaban los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú). Desde ese día, y hasta nueva orden, estos países pueden exportar a EE UU sin límite de cantidad y libres de aranceles diversos artículos textiles, de vestimenta y derivados del atún.

Asimismo, la semana pasada Washington condonó a Bolivia 60 millones de dólares de deuda externa bilateral.

Junto a Mercosur, Venezuela también queda al margen del mapa de los acuerdos comerciales, salvo el ALCA, pero las frías relaciones entre Hugo Chávez y la Administración Bush no propician un acercamiento entre los dos países.

Este cerco trazado por EE UU en torno al Mercosur no pretende, contra lo que pudiera parecer, aislar comercialmente a la unión aduanera, sino servir como arma de presión a las reticencias que pueda plantear Brasil en torno al ALCA. De hecho, Brasil es el principal objetivo comercial de EE UU en ese acuerdo, ya que representa un mercado de más de 170 millones de habitantes.

De momento, Lula ha expresado su voluntad de avanzar en las negociaciones del ALCA, siempre que EE UU ceda en puntos clave como el zumo de naranja, la agricultura o el acero, sectores en los que EE UU mantiene las posiciones más duras. El representante comercial de EE UU, Robert Zoellick, ya lo advirtió en la reciente cumbre ministerial de Quito: si Brasil no firma el ALCA, 'tendrá que buscar integración comercial en la Antártida'.

La trampa de los acuerdos bilaterales

A lo largo del año, la actual Administración de EE UU ha dado un giro fundamental a su política comercial. Los republicanos son defensores tradicionales del libre comercio y de las rondas multilaterales de liberalización, como la acordada en Doha, aunque el actual Gobierno ya había puesto en duda estas convicciones al imponer desde marzo aranceles de hasta el 30% a las importaciones de acero y aprobar en junio un aumento del 60% a los subsidios agrícolas. Por si fuera poco, George Bush se ha lanzado a una campaña de acuerdos comerciales bilaterales (Marruecos, Australia, Chile, Singapur, América Central, entre otros) que amenaza con echar por tierra los esfuerzos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para cerrar un acuerdo global. Esta práctica ha sido denunciada por el director de la OMC, Supachai Panitchpakdi, por entender que estos procesos paralelos arrojan dudas sobre la ronda de Doha y muchos representantes diplomáticos en Ginebra temen que, finalmente, esta política socave antes o después el propio sistema de la organización. Pero todo parece indicar que EE UU no sólo seguirá adelante con estos planteamientos, sino que profundizará en esta política. La semana pasada, el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, aseguró que EE UU lanzará una campaña para el fin de los subsidios agrícolas en todo el mundo. Para ello, 'negociaremos sobre una base bilateral con cada país para eliminar sistemáticamente los subsidios agrícolas de ambas partes', afirmó.

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