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Crisis de confianza

Worldcom amplía la auditoría de sus cuentas y busca errores desde 1999

El nuevo presidente de Worldcom, John Sidgmore, prometió al presidente de los EE UU, George Bush, poner orden en la empresa después de que éste expresara públicamente su enfado por lo que estaba ocurriendo no sólo en la operadora, sino en la cultura corporativa norteamericana. Sidgmore se está dando prisa. Ayer, la empresa informó a la SEC que la auditora KPMG, que sustituyó a Arthur Andersen en mayo, ha ampliado la revisión de las cuentas de la compañía desde 1999. Y no sin motivo.

Según el comunicado presentado ante la SEC, 'hay dudas' sobre algunas significativas partidas de reservas, que pueden provocar más pérdidas. 'Aún no hay ninguna conclusión sobre éstas', se explica desde la empresa, pero 'si después de la revisión la empresa cree que han de hacerse otros anuncios adicionales, se harán inmediatamente'.

El temor es que en estos momentos de excesos en la creatividad de la contabilidad de las empresas Worldcom haya utilizado reservas inicialmente previstas para impagos u otras contingencias difícil de prever para maquillar, una vez más, los resultados de la empresa.

Las investigaciones están también enfocándose en el papel que ha desempeñado en la debacle de la compañía Bernard Ebbers, el que fuera su presidente hasta abril. Ebbers, quien fundó Worldcom y la hizo crecer gracias a agresivas adquisiciones, la más significativa la de MCI en 1998 por 30.000 millones de dólares (30.367 millones de euros), dejó la empresa en abril, después de que la SEC iniciara una investigación sobre la compañía y en particular sobre los 408 millones de dólares (413 millones de euros) que ésta le prestó.

Declaración a la parroquia

Hasta ahora Ebbers no se había manifestado oficialmente, pero el domingo en el servicio dominical de la congregación baptista a la que pertenece dijo en público que no sabía 'qué está pasando o qué errores he cometido. Nadie podrá probar que he cometido fraude a sabiendas'. Ebbers; su director financiero, Scott Sullivan, que fue despedido la semana pasada; John Sidgmore, y el analista Jack Grubman, de Salomon Smith Barney, testificarán el lunes ante el Congreso.

Pero las dificultades de la empresa no terminan aquí. En el mismo comunicado ante la SEC, la operadora señala que sus acreedores le han advertido de la falta de pago en dos líneas de crédito por valor de 4.250 millones de dólares (4.302 millones de euros). Sidgmore dijo la semana pasada que ningún gran pago de su deuda vencía en los siguientes dos trimestres. 'Estas notificaciones se han anticipado. Estamos en conversaciones con nuestros prestamistas y somos optimistas porque creemos que vamos a alcanzar una resolución al problema que satisfaga a todos', dijo. A pesar del mensaje de tranquilidad lanzado por Sidgmore, crece la sensación de que la empresa está cerca de protagonizar la mayor suspensión de pagos de la historia de Estados Unidos. Worldcom tiene activos por valor de 90.000 millones de dólares mientras que los de Enron, la eléctrica que suspendió pagos en diciembre, eran unos 60.000 millones.

Por el momento, el Nasdaq ha enviado una notificación en la que advierte que la empresa será expulsada de cotización el próximo viernes 5 de julio. Ayer se reanudó la contratación de sus títulos, que estaba paralizada desde el pasado martes. Por la mañana, los 74 centavos en los que se valoraba cada acción se quedaron en nueve. Las acciones de Worldcom llegaron a valer 66 dólares en 1999.

La situación de la empresa sigue estando en el centro de la conversación no sólo de analistas, economistas y políticos, el debate está en la calle; y los 17.000 despidos efectivos del viernes han levantado aún más los ánimos de los ciudadanos. El discurso de Bush del fin de semana, reclamando responsabilidad a los empresarios, ha amplificado la confusa sensación en la que vive la población con respecto a sus empresas.

Poco antes de saber que la compañía ampliaba la investigación sobre sus cuentas, el presidente de la SEC, Harvey Pitt, declaraba 'que una acusación con cargos penales era incluso positivo' para los responsables del escándalo. 'Creo que los americanos están legitimados a preguntarse qué ha funcionado mal', dijo Pitt en el programa Today de la NBC.

más información en la Página 52

EDS, la primera gran perjudicada

 

 

 

 

 

 

 

 

En el momento en que se supo del masivo fraude de Worldcom, los fabricantes de equipos de telecomunicaciones, tan perjudicados ya por la crisis de inversión en el sector, sufrieron caídas en Bolsa. Los problemas del segundo operador de telefonía de EE UU son sus problemas. Algunos como Juniper hicieron rápidos comunicados en los que, sin embargo, matizaban el impacto de la posible suspensión de pagos en sus actividades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otra compañía no ha podido ser tan optimista. Se trata de EDS (Electronic Data Systems), la segunda compañía de servicios para ordenadores del mundo. La empresa ya ha advertido que tendrá que revisar a la baja sus previsiones para 2002 si Worldcom se acoge al capítulo 11 de la ley de quiebras. EDS firmó en 1999 un contrato para proveer servicios a los ordenadores de Worldcom durante 11 años. El acuerdo está valorado en 6.400 millones de dólares. A su vez la empresa acordó adquirir servicios de la red de la operadora por ese mismo periodo de tiempo por un valor aproximado de 6.000 millones de dólares. Las acciones de EDS, que se han devaluado un 48% este año, añadieron ayer una caída del 5,6% a media sesión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La revisión de las previsiones de cierre de ejercicio van a crecer de la misma manera que están haciéndolo las revisiones contables.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los expertos creen que el cierre de las cuentas del segundo trimestre va a llevar aparejado un mayor escrutinio de las cifras de empresas como Cisco, AOL y la propia Xerox, inmersa en reclasificaciones contables.

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