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El silencioso becario de National Geographic

Desde 1890, la sociedad sin ánimo de lucro ha concedido 12.500 becas Apuestan por proyectos viables, no solo por un buen currículum

Soledad Domingo, una de las investigadoras españolas que han disfrutado de una beca de National Geographic.
Soledad Domingo, una de las investigadoras españolas que han disfrutado de una beca de National Geographic.

El mundo está lleno de historias esperando a ser contadas”, señala Reyes Alejano, ingeniera de montes e investigadora en la Universidad de Huelva. Su proyecto sobre datar la edad de la madera en función de la anchura de los anillos recibió una beca de National Geographic. “Ha sido como cumplir un sueño adolescente”. Al margen de cuestiones científicas, el gran atractivo de esta iniciativa es el interés de la organización por transformar toda investigación en una historia, “en este caso la de la madera”. Cita que gracias esta ayuda pudo descubrir que la madera de un edificio de Sevilla procedía de otros países, lo que puso de manifiesto el gran intercambio comercial internacional que existió en esta ciudad. Este es precisamente el objetivo de las becas que concede, en convocatoria abierta a lo largo de todo el año, National Geographic, entidad estadounidense sin ánimo de lucro. Un balón de oxígeno sobre todo para un sector, como es el de la investigación, con dificultades para encontrar apoyo para financiar proyectos de envergadura.

Sirva como ejemplo, el siguiente dato del INE: desde que comenzó la crisis, la inversión, tanto pública como privada, en I+D en España ha caído más de un 10 %. Este problema se agudiza en el caso de los jóvenes científicos, quienes, además de la escasez de fuentes de financiación, se encuentran con que, en ocasiones, para optar a una beca se requiere tener un contrato con alguna institución, o bien una dilatada experiencia, algo difícil de conseguir sin estas ayudas. En este contexto, las becas de la institución, que editó su primera revista en octubre de 1888, son muy bien recibidas entre la comunidad científica. Estas subvenciones fueron presentadas ayer, por primera vez en España, por el vicepresidente de iniciativas globales de National Geographic Society, David Schacht, que estuvo acompañado por cuatro investigadores españoles que han disfrutado de estas becas. El objetivo es dar a conocer en España los trabajos que se realizan apadrinados por esta organización. En este sentido, Schacht insistió en que hay que arriesgar y apostar por los nuevos científicos, pues sin estas becas, no se hubieran descubierto, por ejemplo, las ruinas del Machu Picchu en Perú, o protegido a numerosas especies en peligro de extinción. Y citó a figuras destacadas como la primatóloga Jane Goodall, una de las mayores expertas en chimpancés, o el oceanógrafo y descubridor del Titanic, Robert Ballard, que también tuvieron en su momento el impulso de National Geographic.

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Otra de las investigadoras que ha disfrutado de estas becas ha sido Soledad Domingo, doctora en geología y becada para investigar en el yacimiento madrileño del Cerro de los Batallones, quien destaca que la convocatoria para este tipo de ayudas está abierta todo el año. “Esto permite a los científicos organizarse mejor y planificar su trabajo, ya que no hay que estar todo un año de brazos cruzados esperando a saber si se va a tener o no financiación”. También su hermana, Laura Domingo, geóloga de profesión disfruta actualmente de una beca en un yacimiento en La Pampa (Argentina), escenario que le resulta sumamente atractivo, debido a que “Sudamérica estuvo aislada durante tiempo, lo que permite descubrir especies muy diferentes de las que existen en otros lugares del mundo”. Y citó el ejemplo de los armadillos del tamaño de un coche, algo que en Europa “nos cuesta imaginar”.

La primera beca de National Geographic se otorgó en 1890 para cartografiar el monte San Elías de Alaska. Desde entonces, la institución ha concedido 12.500 ayudas a exploradores de 120 países. Cada año se reciben unas 5.000 solicitudes y se conceden entre 450 y 500 becas. Existen tres clases de dotaciones: las de carrera temprana, que permiten dirigir el primer proyecto propio, con una dotación máxima de 4.450 euros. También ofrecen las becas rápidas, que se otorgan cuando se requiere una respuesta rápida a circunstancias excepcionales como, por ejemplo, una catástrofe natural. En este caso, la dotación puede llegar a los 13.367 euros. Por último, las ayudas estándar de hasta 26.712 euros orientadas a exploradores con un horizonte de finalización del proyecto y que vayan a ofrecer resultados tangibles.

El biólogo de la Universidad Autónoma de Madrid David Velázquez le permitió poder volar en helicóptero para visitar distintos puntos del Ártico, en busca de las comunidades microbianas del Polo. “Sin esas horas de vuelo habríamos tenido que dejar zonas fuera de la investigación”.

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