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Tribuna
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Sobre la convergencia entre autonomías

Algunas comunidades no tienen capacidad para rentabilizar las inversiones, propias y ajenas

Thinkstock

Desde el año 1980, el PIB por trabajador no ha dejado de crecer en todas las comunidades autónomas, sin embargo las diferencias entre las más ricas y las más pobres siguen manteniéndose.

El stock de capital ha aumentado de forma considerable en todas ellas, en gran parte gracias a los fondos estructurales y de cohesión de la UE. Dado que estos fondos se crearon para reducir las desigualdades entre regiones, cabe preguntarse por qué, en el caso de las CC AA españolas, no se ha conseguido el objetivo. En mi opinión, la falta de convergencia tiene que ver con la deficiente capacidad de muchas autonomías para rentabilizar las inversiones de capital, tanto propias como ajenas. Si bien las CC AA ricas, Andalucía, Cataluña, Madrid, País Vasco y Comunidad Valenciana, son capaces de rentabilizar adecuadamente cualquier tipo de inversión, no pasa lo mismo con el resto.

En el campo de la economía regional, se conoce como efecto rebosamiento al efecto positivo que, sobre el crecimiento económico de un conjunto de regiones, puede provocar un aumento permanente en el nivel del stock de capital de otra región ajena al conjunto. El territorio que recibe directamente la inversión crece y ese crecimiento rebosa o provoca el crecimiento del resto.

El fenómeno suele ser más complejo. El aumento de actividad en el conjunto de autonomías, consecuencia del aumento inicial de actividad en la región ajena, suele provocar un aumento extra de actividad en ese territorio, iniciando un círculo virtuoso de crecimiento entre dicha región y el resto. Estos efectos dinámicos solo pueden ocurrir si cada parte es capaz de aprovecharse del crecimiento de la otra. En España, estos efectos solo se detectan claramente entre las cinco comunidades antes mencionadas, como demuestra el trabajo de Tejera (2014) Efectos del Stock de Capital sobre el PIB y el Empleo en Andalucía, Cataluña, Madrid, País Vasco y la Comunidad Valenciana.

Si el objetivo hubiera sido generar, en cuatro años, el máximo número de empleos, con una inversión bruta en stock de capital de 1.000 millones de euros, se observa que la comunidad autónoma donde se debería haber invertido es Cataluña. Esta es capaz de generar 1,1 veces más puestos de trabajo que Valencia, 1,7 veces más que Madrid, 1,9 veces más que el País Vasco y 3,6 veces más que Andalucía.

Aunque el rendimiento de la inversión, en términos de empleos generados, varía de unas CC AA a otras, las cinco grandes presentan un rendimiento positivo, lo que permite generar efectos rebosamiento, el resto no.

Por otro lado, también son las CC AA grandes las que mejor aprovechan las inversiones en otras CC AA. Concretamente, aquellas que más empleo son capaces de generar para sí, como consecuencia de una inversión fuera de sus fronteras, son Andalucía y la Comunidad Valenciana, seguidas de Cataluña, Madrid y País Vasco. Para el resto, y tomando como referencia el periodo 1980-2010, este efecto resulta ser cero.

La explicación de este fenómeno empírico podría encontrarse en la Teoría de la Causación Circular Acumulativa de Myrdal. Según esta, una ventaja inicial (una nueva industria en la región) pone en marcha el proceso de crecimiento; inmediatamente después las fuerzas del mercado actúan. Aumenta la demanda de trabajo, la región empieza a recibir nuevos trabajadores, la demanda interna aumenta y mejoran las expectativas. Este proceso permite atraer nuevas inversiones que a su vez atraen nuevos trabajadores que, junto con las economías de escala, aglomeración y adopción de innovaciones, mejoran la productividad y competitividad de la región, lo que provoca un nuevo aumento de la demanda, generándose de esta manera un círculo virtuoso del crecimiento.

Al mismo tiempo, las regiones pequeñas, de las que proceden los trabajadores que llegan a la región rica, se empobrecen o estancan. Desaparece su capital humano más valioso y también los incentivos a invertir en ellas. Consecuencia del empeoramiento de las expectativas, su crecimiento se estanca o invierte y las diferencias respecto a las regiones ricas se agrandan.

No parece existir una mano invisible que asegure la convergencia entre regiones, como prevén los modelos neoclásicos de crecimiento. La ayuda estatal es uno de los pocos recursos que las regiones menos favorecidas tienen para romper ese círculo vicioso. Sin embargo, la inversión ha de estar bien planificada, ser persistente y crecer a tasas cada vez mayores. Solo así esas CC AA serán capaces de atraer nuevos trabajadores, nueva población e inversiones suficientes para iniciar un círculo virtuoso de crecimiento.

Rafael Flores de Frutos es catedrático de Econometría Cunef.

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