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Formación y empleo

Hablar varios idiomas es un as en la manga del trabajador

Los políglotas añaden a su perfil competencias muy valoradas

Román Sánchez/Thinkstock
Manuel G. Pascual

Hubo un tiempo en el que acreditar el conocimiento de un idioma extranjero era sinónimo de éxito profesional. Hoy se da casi por sentado para muchos puestos. El 33,4% de las ofertas de empleo gestionadas en 2016 por Adecco e Infoempleo solicitaban el dominio de al menos una lengua distinta al castellano, según un reciente informe de ambas empresas. “El número de empleos que solicita el dominio de idiomas es cada vez mayor. Dominar otras lenguas no solo es importante, sino que cada vez lo será más”, explica Carlos Abelló, director de Spring Professional en Cataluña, la firma del grupo Adecco dedicada a la selección y evaluación de ejecutivos, mandos medios y directivos.

El sector y el área importan

“Vivimos en entornos multiculturales, donde cada vez más se hace indispensable hablar por lo menos inglés. Incluso en muchas compañías se valora el conocimiento de un segundo idioma, siendo el francés uno de los más demandados”, señala Ángel Muñoz, responsable de recursos humanos en Randstad Professionals.

El sector o el área en los que se trabaje son determinantes en la exigencia de idiomas. El inglés, por ejemplo, manda en los departamentos de compras, logística, marketing, comunicación y recursos humanos, según datos de Adecco e Infoempleo. El francés tiene más demanda en las áreas comerciales, de calidad o de medio ambiente, mientras que el alemán tiene salida en los departamentos de I+D.

Además de los titulados en filología o traducción e interpretación, los recién licenciados a los que más se les pide saber lenguas son los ingenieros de aeronáutica, de electrónica, de energía y minas y textiles.

El inglés es el más solicitado, acaparando el 90% de las ofertas, seguido del francés (7,2%), alemán (7,1%), portugués (1,3%) e italiano (0,8%). ¿Qué hay del resto de lenguas? ¿Se valora que alguien domine, por ejemplo, el japonés o el árabe, incluso en los puestos en los que a priori no los necesitaría para desempeñar sus funciones? “Los idiomas representan un capital profesional duradero, que garantiza empleabilidad a lo largo del tiempo. Hablar idiomas es una prueba de agilidad mental evidente, una competencia muy de moda últimamente”, opina Alessia Diamandidis, directora de carreras de Esade.

No en todos los empleos es igual de importante ser políglota. “Hay empresas que, por el nivel internacional de su negocio, excluyen a los candidatos que no hablen al menos tres idiomas”, continúa Diamandidis. De la misma manera, los distintos sectores y posiciones llevan aparejados distintas necesidades en el terreno del lenguaje. “Por ejemplo, en la industria de la moda puede ser un requisito fundamental para poder entrar en compañías de renombre dentro del segmento lujo en posiciones de ventas, especialmente en las zonas de Madrid, Barcelona y Málaga”, señala Ángel Muñoz, responsable de recursos humanos en Randstad Professionals.

Tampoco se le pide lo mismo a un mando alto que a un júnior. El estudio de Adecco e Infoempleo refleja que la exigencia aumenta de forma proporcional conforme asciende la categoría profesional: el 51,7% de las ofertas para cubrir puestos de directivos pedían idiomas, mientras que la proporción cae al 22% si solo se tiene en cuenta al resto de empleados. “No me parece correcto que se exijan idiomas en el caso de los puestos bajos o que no los vayan a necesitar. Se abusa de que los candidatos están hoy en día muy bien formados y sobrecapacitados, de que han entrado en la rueda de trabajos precarios”, espeta Amaia Arizkuren, catedrática de Recursos Humanos de Deusto Business School y directora del máster en International Business del citado centro.

Hablar ruso o chino siempre será un plus. “Los idiomas son importantes para posibles promociones internas y para trabajos posteriores. Sin ser determinante a la hora de elegir un candidato, puede ayudar en caso de que los finalistas tengan igualdad de competencias, lo cual siempre es difícil”, apunta Abelló. “Una persona que se haya molestado en estudiar un idioma más allá de los habituales demuestra tener una visión global, inquietudes y ser una persona abierta. Eso dice mucho”, añade Arizkuren. “El aprendizaje de lenguas genera nuevas conexiones neuronales y conecta, entre otras cosas, esquemas de correspondencia entre los diferentes idiomas que una persona habla”, destaca Diamandidis. “Quienes deciden estudiar idiomas apuestan por enriquecer su inteligencia”, añade. Y eso interesa a las organizaciones.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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