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Educación

Lo que aprendí con 'miss' Lola

El Británico cumple 75 años en España, donde ha formado a 10.000 alumnos

Thinkstock
Paz Álvarez

Gracias a miss Lola, aprendí a amar la cultura, con ce mayúscula, la de antes y la contemporánea. La poesía española del 27 y la de después de la Guerra Civil la conocimos en sus clases. ¡En el bachillerato inglés! En vez de hacernos leer o recitar los versos nos ponía discos de los cantautores españoles que musicalizaban poemas”, cuenta Adrián Vogel, alumno en la década de los sesenta del Colegio Británico. Recuerda a su profesora, Lola Cebrián, que al casarse con un catedrático de filología inglesa de la universidad Complutense, Jack White, adoptó el apellido del marido. Ella usaba “una herramienta pop, el disco, para enseñar”. Y este simbólico gesto pedagógico le fue de gran utilidad a Vogel, que orientó su carrera profesional al mundo de la música y las discográficas.

Otra alumna, esta de la década de los setenta, Montserrat Gago de la Mata, destaca de sus días en el Británico, la rigurosa disciplina. “Ordenaba la rutina diaria. Había que ir correctamente vestidos, nada de llevar la camisa o la blusa por encima del pantalón o falda, ni ninguna prenda que no formara parte del uniforme”. Y_rememora otra norma, el no cheating: no se podía mentir ni copiar en los exámenes. “Faltar a esta regla de oro era tan grave que podía tener como consecuencia la expulsión”, añade Gago de la Mata.

“Aparte de las clases, siempre teníamos un proyecto a la vista. En Navidad pintábamos el Christmas Frieze, cantábamos el Christmas Carol,en primavera el Sports Day...”Porque las asignaturas de artes plásticas, música y deporte eran tan importantes como la lengua o las matemáticas. “También nos animaban a leer. Los premios de fin de curso eran libros magníficamente encuadernados repletos de ilustraciones”, rememora la exalumna.

El British Council School cumple 75 años en España y con este motivo ha editado el libro Yo fui al Británico (JdeJ Editores), una obra que recoge historias y memorias de docentes, responsables y exalumnos del Colegio Británico. Además, plasma las señas de identidad de este colegio, que sostiene su docencia en “los valores, el respeto, la tolerancia, la libertad e independencia de criterio, pero también en el valor para luchar por lo justo, superación y apoyo a los demás”.

Hoy estudian 2.000 alumnos en el British Council frente a los 28 que comenzaron en las primeras aulas, que se convirtieron en 1.500 estudiantes en tres años. Los principios de su sistema educativo permanecen intactos: resiliencia para enfrentarse a las dificultades y contratiempos; lealtad, que refuerza el sentimiento de pertenencia y fomenta un buen trabajo en equipo; compañerismo, necesario para promover la integración y el apoyo entre los alumnos; también la flexibilidad o la capacidad para encontrar soluciones creativas y adaptarse a situaciones nuevas.

“El amor al saber era parte de la metodología”, recuerda Isabel Serralta, otra exalumna agradecida de su paso por este colegio, que contribuyó a una “infancia feliz y alegre, bañada de colores, de luz y de armonía, las clases eran amenas, dinámicas y divertidas”.

Otro antiguo alumno, Paco Torrubiano echa la vista atrás para acordarse de cómo eran las instalaciones del colegio en los años 50, “las clases, con aquellos enormes pupitres de madera individuales, con una parte superior ligeramente inclinada que se abría para meter el material. En la parte más alta había una banda con un agujero para dejar ¡el tintero!, las sillas eran igual de mazacotes que el pupitre, con una plataforma para dejar la mochila”.

El Británico ha tenido a lo largo de su historia en Madrid tres sedes: el profesor Walter Starkie abrió el primer centro en la calle Méndez Núñez en 1940. Más tarde se mudarían a un palacete en la calle Martínez Campos, convertido hoy en oficinas de la institución en España; y en los años noventa se trasladaron a Pozuelo de Alarcón, debido a la necesidad de disponer de mayor espacio y a que los padres solicitaron al colegio que extendieran los estudios hasta el acceso a la universidad.

Obsesión por formar ciudadanos

Fue el primer colegio británico que abrió sus puertas en España. Lo hizo en 1940, en la calle Méndez Núñez, en una casa que era propiedad del conde de San Esteban de Cañongo, donde también estaban las oficinas de la Embajada británica. Se convirtió en el epicentro madrileño de las relaciones culturales británicas en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

Desde aquel momento, el principal objetivo del British Council School no ha sido solo ofrecer una educación bilingüe, sino también formar futuros ciudadanos “fomentando los valores de libertad, honradez, integridad, compromiso, creatividad y profesionalidad”, aseguran sus responsables.

El colegio forma parte del British Council, la organización oficial de Reino Unido que fomenta la educación británica, la lengua inglesa y las relaciones culturales en el mundo. Más de 10.000 alumnos españoles y de otras nacionalidades han pasado por sus aulas a lo largo de estos años y muchos de ellos han recibido reconocimiento a lo largo de su carrera.

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Sobre la firma

Paz Álvarez
Periodista especializada en gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, tiene un programa de desarrollo directivo por el IESE. En 1993 comenzó a escribir en la sección de Madrid y, en 1997, se incorporó al diario CincoDías, donde creó la sección de Directivos y ha sido jefa de la sección de Fortuna hasta 2022.

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