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Extra de RSC | Cultura

Esta mañana en la oficina, reunión a las 10 y canción de protesta a las 12

Un programa acerca autores y cantantes a los centros de trabajo para fomentar la lectura

El cantautor Ismael Serrano, durante su actuación en las oficinas de Endesa.
El cantautor Ismael Serrano, durante su actuación en las oficinas de Endesa.Samuel Sánchez (El País)

El martes pasado, el informático Ascensi Montoya llegó a Madrid procedente de Barcelona para asistir a un curso de formación, una reunión de trabajo y un recital de versos y canciones. Todo en el mismo lugar: la empresa para la que trabaja.

Empezó la mañana con la actividad literaria. Recién bajado del AVE, entró a la sala arrastrando la maleta. Al igual que muchos de los asistentes, en la mano llevaba el libro Ahora que la vida, de Ismael Serrano. Le habían dado un mes para leerlo y ahora tenía enfrente al mismísimo cantautor, hablando de los motivos vitales que lo llevaron a publicar el poemario, su primera incursión literaria, hace un año.

Serrano, que vestía sudadera negra y vaqueros, agradeció que lo presentasen como el más joven de los cantautores españoles, pero recordó que grabó su primer disco en 1997, así que pronto se cumplirán 20 años de aquel debut. Confesó también que hace dos duplicó la base 20, la edad que tenía cuando abandonó sus estudios de biofísica para dedicarse a la música. “Los 40 años tienen que ver con este libro. La rotundidad de la cifra te obliga a hacer balance. Además, acababa de nacer Lila, mi hija, y la experiencia de ser padre siempre remueve los cimientos de la vida”, manifestó.

Los tiempos políticos también están presentes en la obra. Los poemas que recopila el libro, muchos de ellos publicados originalmente en redes sociales, se concibieron días antes de que los indignados del 15-M se adueñaran de Sol en protesta por el desamparo de los ciudadanos ante el desempleo y los desahucios. La necesidad personal de relatar aquel momento llevó a Serrano a escribir versos que reflejan esa “efervescencia terrible y maravillosa”.

Cuando tenía 18 años compuso una canción que reprochaba a la generación de su padre el saco roto en el que habían caído las expectativas de cambio creadas por el Mayo francés. “Ahora con 40 años me doy cuenta de que al menos ellos tenían un relato. No sé qué ha hecho mi generación. Sé que seguir cantando esta canción es de caradura, pero es un recordatorio urgente de que nunca es tarde para cumplir las promesas que uno hace”, se justificó antes de tomar la guitarra para interpretar Papá, cuéntame otra vez, cuya estrofa final se tomó la licencia de actualizar: “Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam. Ahora mueren en Siria los que morían en Bosnia”.

Y así prosiguió la tertulia, con Serrano recitando sus poemas y tocando canciones afines a la temática de los versos. Aunque hubiesen sido compuestas muchos años antes, no importaba, la realidad no ha cambiado demasiado, más bien se ha precarizado. “El ascenso social se ha detenido. Mi hija no va a tener la educación, la sanidad ni las mismas pensiones que yo”, se lamentaba.

Después, los asistentes tuvieron la oportunidad de hacerle preguntas. Estas dieron pie a muchos temas. Serrano habló de su proceso creativo, pero también de sus influencias (Serrat, Sabina, Silvio Rodríguez), del 15-M, del modelo de globalización y del Nobel a Dylan.

Incluso, hubo alguien que le preguntó por la pobreza energética, casi un atrevimiento considerando que el acto se celebraba en la sede de Endesa, la empresa eléctrica más grande de España. “Es una realidad demasiado cotidiana como para que sea ignorada. El Gobierno prefiere gastar una millonada en rescatar unas putas carreteras que no usa nadie, cuando lo prioritario es rescatar a la gente. Ante situaciones así, solo puedo expresar mi indignación como ciudadano”, contestó.

Ismael Serrano contesta preguntas de los trabajadores de Endesa durante el coloquio celebrado el martes 13 de diciembre en la sede de la compañía eléctrica.
Ismael Serrano contesta preguntas de los trabajadores de Endesa durante el coloquio celebrado el martes 13 de diciembre en la sede de la compañía eléctrica.Samuel Sánchez (El País)

Emoción, sonrisas, reflexión… Todo eso llevó Ismael Serrano a la sala de usos múltiples de Endesa que, sin embargo, no lució llena. La tertulia formó parte del ciclo de encuentros Los libros a las fábricas, que organiza por tercer año la Fundación Anastasio de Gracia-Fitel (Agfitel) con fondos del Ministerio de Educación y la colaboración de ocho editoriales que facilitan los libros.

“Es una iniciativa muy bonita: acercar la poesía a ámbitos que la necesitan y han cambiado muchísimo”, señaló Serrano durante el coloquio. “Las relaciones laborales, que antes eran casi familiares, se han deteriorado de tal manera... Antes uno se sentía parte de un colectivo. Dudo que eso ocurra ahora, vivimos en una burbuja”, abundó.

El programa de Agfitel reproduce la dinámica de los clubes de lectura, pero llevada a los centros de trabajo: los empleados reciben un libro y tienen un mes para leerlo. Al cabo de ese tiempo, el autor se reúne con ellos para hablar de la obra e intercambiar impresiones.

La edición de este año ha estado dedicada a la poesía. Como es un género minoritario dentro de un hábito minoritario (el 40% de la población no ha abierto nunca un libro y los pocos que lo hacen prefieren novelas y cuentos), los organizadores decidieron aproximarse a ella a través de la música.

Por eso, los autores escogidos este año son cantantes que han publicado poesía, como en el caso de Serrano, o poetas que han escrito letras de canciones. En total, nueve trovadores que entre noviembre y diciembre han visitado las sedes de OHL, General Motors, ArcelorMittal, Atlantic Copper, Deutz Spain, Opel, Saint-Gobain, Nokia, Endesa y Repsol.

“Nos llamó la atención la manera tan original y viva de acercar la cultura a los trabajadores”, comenta Lydia Arranz Calvo, responsable de comunicación y RSC de Saint-Gobain Placo, que el mes pasado recibió a Pablo Guerrero en su fábrica de yesos y escayolas para conversar sobre su libro Las letras de Morella. “Para la mayoría de nosotros fue un paréntesis refrescante en la rutina de trabajo diaria”, enfatiza.

La oportunidad de desconectar es muy apreciada por los participantes, pero quizá el mayor aliciente sea emocional. “Impresiona que un cantautor venga y te hable con esa carga de profundidad de su hija, sus padres, sus abuelos y de cómo siente los problemas políticos. Me ha encantado, debería hacerse más a menudo”, expresó Ascensi Montoya a la salida del encuentro con Serrano.

El ciclo se cerró con la presentación de Luis García Montero en la refinería de Repsol en Puertollano. Los organizadores aún no han decidido el género literario al que dedicarán la próxima edición.

El poeta Pablo Guerrero, en la fábrica de Saint-Gobain Placo.
El poeta Pablo Guerrero, en la fábrica de Saint-Gobain Placo.

Una iniciativa de abajo arriba

Detrás de la fundación que organiza Los libros a las fábricas está UGT-FICA. La sección sindical de UGT que defiende a los trabajadores de industria, construcción y agricultura creó Agfitel en 2008 para gestionar un centro documental y promover la cultura en los centros de trabajo.

“La iniciativa nace de abajo arriba, ya que son nuestros delegados sindicales los que proponen a los departamentos de recursos humanos la celebración de los encuentros”, refiere José Manuel Martínez, director adjunto de Agfitel. Sobre la respuesta de las compañías, cuenta que normalmente “al principio se muestran un poco escépticas, pero luego, cuando ven la acogida que tiene entre los trabajadores, quieren repetir”.

El programa contó este año con un presupuesto de 15.000 euros procedentes del Plan de Fomento a la Lectura. El dinero se gasta en la compra de los libros, que se entregan gratis a los 100 primeros trabajadores que se apunten al encuentro. “No hace falta que estén sindicalizados, no es una actividad sectaria”, aclara José María Uría, coordinador del centro documental de la fundación. En la edición de 2016 participaron 900 empleados.

La versión impresa de este artículo apareció el sábado 17 de diciembre de 2016 en la página 12 del extra RSC de El País y Cinco Días bajo el título Libros y música en la fábrica.

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