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Elecciones en EE UU

10 claves que explican la sorpresa electoral

Frente a la coalición de minorías de Clinton, Trump ha blindado sus apoyos en la América más tradicional

Seguidores de Trump celebran la victoria en Pennsylvania.
Seguidores de Trump celebran la victoria en Pennsylvania.AP

Hombres blancos, mayores y de clase media, muchos de ellos sin estudios y protestantes. Los tópicos de la América profunda han hecho presidente a Donald Trump, pese a haber sacado menos votos que su competidora. Su capacidad para convertir estos apoyos en un vuelco en estados postindustriales del Medio Oeste, el tirón de última hora y la menor capacidad de Clinton (respecto a Obama) para arrastrar a su terreno a minorías y jóvenes explican el resultado. La desagregación de los resultados de las encuestas a pie de urna realizada por la CNN ayuda a entender el fenómeno.

Clinton se ha dejado la presidencia en la región de los Grandes Lagos. Los Estados de Pennsylvania, Michigan y Wisconsin formaban parte de la “muralla” con la que Clinton pretendía asegurarse el triunfo sin depender de territorios más igualados como Florida, Carolina del Norte o Nevada (único estado disputado que ha caído para la demócrata). Los tres estados citados suman 46 votos electorales del total de 270. Además, Clinton ha perdido en Ohio (como se esperaba) y Iowa. Del Medio Oeste, solo ha conseguido la victoria en Minnesota e Illinois. En otras áreas en disputa como la citada Nevada o Colorado, Clinton ha soportado mejor el huracán.

A diferencia de Clinton, que intentó agrupar tendencias de distinto perfil, los nichos del ganador han sido pocos pero potentes: hombres blancos sin grado universitario; son el 34% del electorado y en aquí Trump ha sacado un 67% del voto. En el electorado masculino: Trump ha sacado ocho puntos a Clinton entre ellos y ha perdido por nueve entre ellas. A la hora de cerrar la victoria en los estados postindustriales este voto ha sido clave: entres los hombres blancos de Pennsylvania Trump ha duplicado a Clinton (64% frente a 32%) y en Michigan ha barrido: 65% frente a 29%.

Los evangelistas, la población rural y los residentes de áreas suburbanas son el núcleo de la victoria de Trump, aunque el tópico de que le han votado los pobres no es totalmente fiable: tiene sus mejores porcentajes entre las clases medias (ingresos de entre 50.000 y 100.000 dólares) y altas. Estos grupos, donde ha calado el mensaje de la vuelta a las esencias americanas, han compensado la amplia ventaja de Clinton entre hispanos, afroamericanos, judíos (80% en estos apartados) o clases bajas.

Más estadounidenses han votado a Clinton que a Trump, pero la presidencia cae del lado del magnate inmobiliario. La ventaja de Clinton entre las minorías no se ha reflejado en los votos del colegio electoral porque ha recaído en zonas ya asignadas: o bien en Estados muy consolidados para los demócratas (California, Masachussetts) o a la inversa (Texas o Georgia). Tampoco ha sido suficiente para ganar en Florida o Carolina del Norte, y ha perdido pie en el Medio Oeste, nicho tradicional de los demócratas. El único Estado disputado que ha caído para Clinton ha sido Nevada, también con mucha población hispana.

La que parecía la principal falla de Trump ha podido ser una de sus grandes bazas. Los exabruptos y las declaraciones fuera de tono le han permitido remarcar su perfil de candidato alternativo al establishment de Nueva York y Washington aun siendo hijo de multimillonario. Hillary Clinton, mientras, no ha podido combatir la imagen de candidata ligada a la elite política y financiera, distante del estadounidense medio. A Clinton le faltó tirón popular incluso en su partido, donde Bernie Sanders, un político muy a la izquierda para lo habitual en Estados Unidos, disputó las primarias con más éxito del esperado.

La mayoría silenciosa ha sido republicana. El precedente de Brexit, usado incluso por el propio Trump, ha sido acertado. Los sondeos infravaloraron a Trump, aunque en conjunto la ventaja en voto popular no está tan alejada de las previsiones. No tan acertadas han sido las encuestas locales, especialmente en las zonas donde se ha decidido la elección: las encuestas daban una ventaja cómoda (no definitiva) ventaja a Clinton en Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Con todo, modelos como el de Fivethirtyeight asignaban a Trump una probabilidad de victoria de en torno al 33% antes del fin de semana, teniendo en cuenta la elevada correlación en votos entre estados de perfil similar y donde la demografía favorecía a Trump.

El Estado que suele acaparar la atención en las noches electorales ha caído del lado republicano por dos puntos porcentuales, a pesar de la fuerte presencia de inmigrantes latinoamericanos. Y, aunque en el resto de Estados Unidos Clinton ha obtenido en torno al 80% de los votos latinos, en Florida se ha quedado en el 63%, gracias al electorado cubano. La comunidad originaria de la isla, que representa el 6% de los votantes en Florida, Trump ha obtenido el 55% de los votos, cifra que se queda en el 25% para los latinos no cubanos. En general, y pese al discurso de Trump, Clinton ha sacado peor resultado entre los hispanos que Obama en 2012.

La mayoría de los estadounidenses decidieron su voto antes de septiembre (un 60%), pero el vuelto de Trump ha sido en el último mes: dentro del 26% de electores que se han decidido entre octubre y noviembre, Trump saca 10 puntos a Clinton (49% frente al 39%). Clinton gana en el voto consolidado, es decir, el decidido previamente.

En 2012 Obama sacó el 60% del voto de los menores de 30 años, por un 37% de Mitt Romney. Clinton sigue siendo favorita entre estas nuevas generaciones, y si solo votasen ellos sería presidenta con una mayoría aplastante, pero ha sacado seis puntos menos que el presidente saliente. Trump, por su parte, no ha mejorado a Romney, pero sí ha conseguido un amplio apoyo entre las generaciones del baby boom, y en el tramo de edad baby boom (50 a 64 años), el más numeroso del electorado ha logrado una ventaja de nueve puntos (53% frente a 44%).

El nivel educativo más bajo sí favorece a Trump: saca seis puntos a Clinton entre los votantes menos educados (secundaria o inferior) y nueve entre los grados no universitarios. Entre los licenciados y posgrados Clinton gana por cuatro y nueve puntos, respectivamente. Pero también aquí se nota el sesgo racial: el republicano gana entre los blancos universitarios y arrasa entre los que no lo son.

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