_
_
_
_
_
Elecciones presidenciales EE UU
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Debate Clinton vs Trump: “Y tú, más”

Debate convertido en reality show del que ambos candidatos salieron empatados

Donald Trump y Hillary Clinton durante el debate
Donald Trump y Hillary Clinton durante el debateSHANNON STAPLETON (REUTERS)

“Admiro a los hijos de Donald y, por ello, le respeto”, afirmó Hillary Clinton antes de que finalizara el debate de anoche entre los principales candidatos presidenciales, en Washington University (St. Louis). Por su parte. Donald Trump dijo que “Hillary siempre lucha, nunca se rinde…; por ello, la admiro”. Y el debate terminó con ambos candidatos dándose la mano, cosa que no habían hecho hora y media antes, cuando aparecieron en el plató para iniciar el encuentro.

Ningún debate ha despertado tanto interés y morbo como éste, en la historia electoral de Norteamérica. Es bueno ponerse en los zapatos del pueblo americano, por lo general bastante sencillo y que sigue respondiendo positivamente a mensajes motivadores, como cuando Clinton afirma: “somos una gran nación porque, básicamente, somos buenas personas”. Si un político europeo dijera esto, la gente se le echaría encima, porque se tomaría el comentario como un insulto –“nos toma el pelo”- en vez de como un piropo. Las continuas apelaciones de los políticos tradicionales acerca de la decencia y honestidad del pueblo americano siguen resonando como acicate de motivación para los estadounidenses. “A call to action”, lo llaman aquí, “una llamada a la acción”, en el mejor sentido de la expresión, posiblemente inspirada en la famosa frase de Kennedy en su discurso de inauguración en enero de 1961: “No te preguntes qué puede hacer el país por ti, sino qué puedes hacer tú por América”. Esta frase tan bonita movió -en los primeros momentos de la Guerra de Vietnam- a muchos norteamericanos a alistarse, para defender la democracia frente al comunismo en Vietnam, dejando por el camino a tres millones y medio de trastornados mentales y “homeless” e, igualmente, en 2002 y 2003, con las Guerras de Afganistán e Iraq, cuando se trataba de “Operación Libertad Duradera” (Bush) y cuatro millones de estadounidenses entre 2002 y 2016 han tenido la oportunidad de defender la libertad en Oriente Medio, dejándose brazos, piernas y estabilidad mental en el camino.

Los mensajes elevados, pero vacíos de contenido, de los políticos tradicionales, hoy, no resuenan positivamente en los oídos de las personas que, lo que quieren, es que los políticos resuelvan problemas básicos, como la precariedad laboral y bajos salarios, la seguridad nacional y el riesgo de atentados terroristas en suelo americano, la sanidad y la educación, la inmigración, vista por los empresarios como una oportunidad (fuerza laboral barata) y, por los trabajadores americanos, como una amenaza para sus empleos. Obviamente, los impuestos: en el caso de Trump para bajarlos y estimular la demanda (“trickle down economics” es la expresión acuñada, aunque no exista una escuela de pensamiento económica en torno a ella) y de Clinton, para subírselos a los ricos y financiar inversión en infraestructuras y programas sociales.

Algunas de estas cuestiones fueron mencionadas anoche en el debate entre Clinton y Trump -segundo y penúltimo- moderado por Martha Raddatz (ABC) y Anderson Cooper (CNN). Si el debate despertaba morbo, la resultante no defraudó. Los dos candidatos llegaban tocados, de todos es sabido. Trump, por el video de 2005, aireado ahora por The Washington Post con comentarios denigratorios de Trump hacia las mujeres donde, aparte de expresiones soeces dice que “si eres una estrella -personaje famoso- las mujeres se dejan hacer cualquier cosa”. Trump ya tenía un problema serio con el electorado femenino (51% del total); seguramente, el candidato republicano haya perdido el apoyo femenino para siempre. En circunstancias normales esto haría de Trump un perdedor, máxime cuando figuras claves del partido le han abandonado o le han pedido se retire: McCain, Paul Ryan, Carly Fiorina y otros 150 líderes republicanos que firmaron un manifiesto este sábado contra Trump. Pero, el porcentaje de voto que podrían arañar los partidos “verde” y “libertario” robaría a Hillary su ventaja en estimación de voto. Como era de esperar, en el debate, Hillary fue a la yugular de Trump: “esas declaraciones de Donald representan quién es como persona. No está capacitado para ser presidente”. Punto positivo para Clinton. Pero ella bien sabía las consecuencias y cuál es su talón de Aquiles: Bill Clinton, que tuvo 20 juicios abiertos por “acoso sexual”, “violación”, etc. Hillary conoce mejor que nadie el Evangelio (“el que no tenga pecado, tire la primera piedra”), pero se la jugó.

Tal y como anticipé en este diario, estaba seguro Trump aparecería con las víctimas sexuales de Bill Clinton. Antes del debate, en rueda de prensa, Trump estuvo con Paula Jones, Juanita Broaddrick y Kathleen Willey. Ellas, junto con Monica Lewinsky, Jennifer Flowers y otras 15 mujeres que han llegado a los tribunales, acusan a Bill de acoso sexual y/o violación y a Hillary de extorsión, amenaza y encubrimiento. Amazon y Barnes & Noble están llenas de bibliografía sobre la materia. De tal guisa que, cuando Hillary sacó la cuestión de Trump y su famoso video, él solo tuvo que hacer alusión a las acusaciones contra el matrimonio Clinton, que les acompañan desde 1980 en Arkansas y son conocidas por toda la nación.

De hecho, Hillary acudió al debate con sus propias cuitas: Julian Assange, -hombre que cumple su palabra – hizo públicos discursos de Clinton a banqueros de Wall Street en que dice que da “una cara en público y otra en privado”, que “está a favor del libre comercio y la desregulación del sistema financiero, como su marido hizo en los 90’”, “los seguidores de Trump son una bandeja de deplorables” y “los de Bernie Sanders, un cubo lleno de perdedores”. Ignoro si a Bernie le ha dado ya el infarto, o no, porque no abre la boca.

Al final, las cuestiones esenciales para el pueblo americano quedaron de lado, más allá de la visión optimista de América que los candidatos dibujaron al inicio del debate, cuando no se saludaron. 90 minutos dedicados al carácter de Trump (misógino, racista, anti-Islam, etc) y de Clinton (no es de fiar; miente más que habla…).

¿Divertido? Sí. ¿Interesante? También. Debate convertido en reality show del que ambos candidatos salieron empatados dando espectáculo al pueblo americano.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants. Autor de Obama y el liderazgo pragmático, La Reinvención de Obama, La Victoria de América

Más información

Archivado En

_
_