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Tribuna
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No es sos-tenible un modelo económico que no podrá pagar pensiones, que debe más del 100% del PIB y que dispone de ingentes cantidades de funcionarios

Los mecanismos de intervención monetaria se han convertido en los últimos años en la solución a los problemas de la crisis económica y de la nueva situación internacional. Los bancos centrales y las autoridades financieras adoptan medidas de corte monetarista para tratar de suavizar tensiones y de resolver problemas de todo tipo.

Una de las medidas adoptadas ha sido la denominada expansión cuantitativa, una forma elegante de llamar a la creación de dinero, a la clásica fórmula de imprimir dinero, es decir, poner a trabajar a la máquina de fabricar billetes. En ciertos casos, se ha actuado sobre las enormes bolsas de deuda tanto pública como privada y ha consistido en la compra de los bonos por parte de la autoridad financiera. Se han sustituido en los balances de las entidades financieras, bonos por dinero, con el objetivo de que estas entidades dispusieran de liquidez y la transmitieran a la economía a través del crédito.

Los expertos y técnicos en la materia han venido estudiando a lo largo de la historia económica su efectividad y en el momento actual se siguen produciendo informes y análisis que avalan estas actuaciones. La cuestión reside en que este tipo de intervención no puede producirse de igual manera en el área euro que en otras economías, como por ejemplo la estadounidense. La situación es bien diferente. La cuestión reside en que puede interesar, por ejemplo, en un momento dado, moderar o bajar impuestos financiando este déficit con una expansión monetaria o con la emisión de deuda y este tipo de actuación resultar imposible en Europa, que pretende vigilar el déficit público de los países que componen la Unión Monetaria. Así, Estados Unidos, Japón, China y Gran Bretaña son algunos ejemplos de países que tienen la ventaja de poder implementar su política monetaria adecuándola a sus objetivos específicos y en Europa la asimetría de los países que la componen no lo permite. En Europa es imposible incrementar la deuda pública de muchos países por su elevadísima cifra actual

Otro aspecto a considerar es la falta de armonización fiscal imperante en Europa, que impide que cualquier medida que se pudiera adoptar en este campo tuviera los efectos deseados. Pero, de cualquier modo, el mecanismo es muy interesante porque permite conseguir objetivos sin manejar los tipos de interés al alza, con las consecuencias que ello supone.

Aquí conviene realizar una observación y es que los partidos políticos y los Gobiernos ven amenazadas algunas de sus propuestas y actuaciones ante este hecho. En países que gozan de autonomía en este campo se pueden tomar medidas de presión sobre la autoridad financiera en este sentido, a veces insoportables y que en algún momento provocan virulentas reacciones.

"Los tipos negativos, además, desincentivan el ahorro. Y tras la crisis no está resultando fácil ahorrar"

El efecto de la política monetaria se percibe también en la evolución de los tipos de interés y como consecuencia en el precio de las divisas de los países. Los tipos pueden ser guiados por la autoridad monetaria tratando con ello de conseguir varios objetivos, entre ellos asegurar competitividad y ciertas tasas de inflación.

Y cuando se aplica una política de tipos negativos hay que saber que la misma tiene también un recorrido con caducidad. No se puede mantener durante mucho tiempo por sus efectos nocivos, porque soportando tipos negativos, y en caso de que con ello se consiga expansionar el crédito, se puede llegar a generar una importante tasa de inflación que puede resultar muy peligrosa. Acostumbrarse a recibir dinero, y además barato o gratis, conlleva no poder asimilar el juego del encarecimiento del dinero para controlar la inflación y, por otro lado, a repartir alegremente en crédito, con lo que podría llegar a reproducirse el escenario de la crisis de 2007

Los tipos negativos, además, desincentivan el ahorro. Y además, tras la crisis no está resultando fácil ahorrar a grandes sectores de la población, que vienen sufriendo sueldos bajos y precariedad en el empleo. Aquellos que disponen de fondos, por estar mejor situados o por disponer de ahorros anteriores, buscan vías de rentabilidad para sus recursos, cada vez más arriesgadas, y con ello se generan nuevas burbujas y se asumen peligros importantes.

La inyección masiva de liquidez, como todas las posibles políticas que puedan adoptarse en el campo económico, pueden por tanto tener efectos no deseados. Por una parte, nos están acostumbrando a que todos los problemas económicos y sobresaltos los solucionen los bancos centrales inyectando cantidades masivas de dinero. Por otro, en algún momento la autoridad financiera comenzará a disminuir los estímulos entendiendo que la situación lo requiere o que debe cambiar de estrategia. El mero anuncio de una posible reducción de la expansión cuantitativa equivale a problemas. Y no solo en las economías más potentes, sino en todas en general.

Por ello hay que acompañar las medidas monetarias con ajustes. Estos ajustes, palabra que provoca reacciones de todo tipo, pasan por reformas estructurales de calado, reconversión de sectores, cambios en el modelo productivo, vigilancia y control riguroso de las entidades financieras y de sus operaciones, actualización de las políticas comerciales, mejoras en el sistema educativo, disminución de los costes administrativos y concienciación de la sociedad y de la clase política de que se está viviendo una época de financiación artificial y de gasto desmedido.

Mirando a nuestro entorno, no es sostenible un modelo económico que no podrá pagar pensiones, que debe más del 100% del PIB, que dispone de ingentes cantidades de funcionarios, que carece de investigación de nivel, que mantiene unas tasas desorbitadas de paro, que crea empleo de baja calidad, que sufre un sistema de corrupción generalizada, reconocida y no atajada, que se organiza con duplicidades territoriales merced a un ineficaz mecanismo de comunidades autónomas y otros entes, pesebre de ciertos grupos políticos pero de elevadísimo coste.

En resumidas cuentas, la situación requiere una reflexión profunda y un Gobierno activo y fuerte para afrontar los retos que se plantean, porque el hecho de estar viviendo de las políticas que otros adoptan, en este caso monetarias, se puede terminar y con ello volveremos a encontrarnos con problemas.

Cecilio Moral es catedrático de Economía Financiera y director del máster en Finanzas en Icade.

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