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El Foco
Tribuna
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El reto de la internacionalización

El año 2015 cerró con unos datos extraordinarios de exportación. Cifras astronómicas. En el conjunto del estado pero también en las regiones. Nunca tantas empresas de nuestra economía se han internacionalizado y llegado a cifras y volúmenes de venta tan altos. Cuestión distinta es el grado, la intensidad y la frecuencia. Las grandes y tractoras consolidan una expansión vertiginosa. Pero son las pequeñas y medianas las que más esfuerzo han hecho y deben seguir haciendo para sortear dificultades y trabas. El reto ha dejado de serlo. Simplemente. De la opción a la necesidad. Es una realidad, pero que ha de consolidarse, crecer, fortalecerse y sobre todo, expandirse de unos mercados, en los que ya se está, a otros. Cientos de empresas lo hacen por vez primera este año. La media se toma durante cuatro años seguidos exportando. Y esa nos da una radiografía clara y definitiva, la internacionalización no es una moda, ni una huida, es una necesidad que ya las grandes empresas por unos y otros motivos emprendieron años atrás. Seguir esa estela es clave, aprendiendo y diversificando, depurando y mejorando acciones, fases y actividades. Que éstas sean tractoras y empujen y estimulen a otras más pequeñas algo más que un mero desiderátum. Crecimiento, reactivación, regeneración, creación de empresas. Emprender. Fortalecer el músculo de nuestro tejido empresarial es clave. Han sido muchas las que, sobre todo, pequeñas y medianas empresas, se han quedado en el camino, entre el cierre, la disolución y el concurso. Han perdido patrimonio, realidades, sueños y muchos esfuerzos y sacrificios. La restricción terrible del crédito cuando no las condiciones inasumibles del mismo hicieron en los últimos tres cuatro años el resto. Arbitrar canales, medios e instrumentos de financiación es una tarea titánica, compleja. Las administraciones han hecho un esfuerzo tremendo. Los empresarios, -sin empresas no hay ni economía-, se han enfrentado con tesón, esfuerzo y coraje a estas adversidades. Han mantenido empleos, los que han podido. Y han sobrevivido, incluso algunos han crecido gracias a consolidar su posición al apostar por los mercados exteriores.

Cerrados los mercados internos, hipotecado el consumo, la opción de la internacionalización de las empresas se ha convertido en una necesidad. La necesidad de mantenerse, de producir, de fabricar, de distribuir, de comercializar. Sobrevivir y crecer. Expandirse y procurar el futuro desde un presente complejo. De hallar fuera lo que dentro se veta. La integración de mercados, sectores, productos no choca sin embargo con la diversidad y diversificación de los mismos. Pero la elección es un riesgo, conocimiento, información, análisis de la misma, formación y disposición para emprender tamaña tarea. ¿Qué se conoce de otros mercados, de sectores, de nichos de oportunidad, de competencia, de técnicas de comercialización conforme a gustos, preferencias y cánones de otras culturas? No todos los países ofrecen lo mismo, ni las mismas garantías, ni seguridades jurídicas ni personales. Nichos, ámbitos, sectores, canales y saber buscar y leer las oportunidades han hecho el resto. Valentía y coraje, pero sobre todo, decisión. Mucha decisión y coraje.

Hemos sabido diversificarnos, nos hemos diferenciado, incluso especializado, pero debemos cooperar, colaborar interempresarialmente. Consorcios, en origen y en destino, búsqueda de sinergias en países de destino, canales de distribución y comercialización adecuados. Romper barreras e inercias no sólo mentales, también jurídicas, económicas y del lenguaje. Comunicación y marketing. Utilización de plataformas digitales para esa internacionalización, para la agrupación de productores, distribuidores, etc.

El aprendizaje en la internacionalización ha sido alto, es constante y debe seguir haciéndolo. El esfuerzo de las empresas en este campo, la cultura de la internacionalización está siendo espectacular, conscientes como son de que es la única oportunidad. No toda empresa está preparada ni tiene capacidad para salir. No todo país ni mercado presenta las mejores o las óptimas condiciones. Aprendamos a leerlos, a analizarlos, a ponderar riesgos desde la información y el análisis, leer oportunidades, buscar socios locales, canales de distribución e importación. Busquemos mercados donde los retos y las oportunidades son mayores y más transversales a diferentes sectores de nuestra economía. Volvamos la vista a otros continentes a los que tradicionalmente las empresas han exportado o implantado menos su actividad comercial o mercantil. Las administraciones y todos aquellos organismos intermedios que median, hacen y patrocinan la internacionalización han y deben de facilitar ese aprendizaje, ese estímulo, esas herramientas idóneas para decidir el plan de negocio. Cultura de prestaciones y servicios cualificados, útiles y eficaces. Crítica y autocrítica. El saber si se tiene o no un producto, un bien, un procedimiento, un servicio, verdaderamente competitivo. Calidad y competitividad sólo se consiguen a base de esfuerzo innovador. Desarrollo, investigación e innovación a todos y cada uno de los procesos a todas y cada una de las posiciones en la cadena de producción, distribución, comercialización, etc. Integración comercial, cercana al cliente, al consumidor, al importador. Multilocalización y conocimiento exhaustivo e intensivo de mercados y sectores, pero con criterios racionales de antiselección. No todo vale. Seamos capaces de compartir el conocimiento, de coliderar entre todos los actores y vectores, pues el protagonista sólo es uno, la empresa. Busquemos fórmulas de colaboración empresarial y sobre todo, cooperar en esos mercados.

La empresa pequeña, la fotografía más nítida del ecosistema empresarial español, adolece aún del suficiente músculo empresarial, económico, productivo y exportador. Debemos ser conscientes. Diagnosticarlas. Nuevas exigencias. Las administraciones han comprendido el servicio, el impulso, la apuesta, el apoyo transversal y directo que han de dar a la internacionalización y a la competitividad. Ordenar, racionalizar, priorizar líneas de acción, servicios y actuaciones así como socios privados y organismos que coadyuven a esta tarea es vital, crucial. Y lo es más que fijar unos objetivos sobre un papel. Hay que plasmarlos en el día a día, en la realidad que empapa y que conocen como nadie los propios empresarios individualmente y a través de sus organismos colectivos y asociativos. Colaboración desde la responsabilidad. Pública y privada. Pulso e impulso, pedagogía y formación, canales y vías para alcanzar aquella. Formación eficiente, útil, sobre todo, útil y eficaz para las empresas, y con ellas, la adopción racional de decisión. La de internacionalizarse, desde el análisis objetivo y realista de la empresa. Investigación competitiva, inteligencia competitiva. Búsqueda de oportunidades, de canales

Ayudar a internacionalizar a nuestras empresas, tejer una capa firme e impermeable de empresarios, sectores, dispuestos a salir fuera, a competir en otros mercados, en otros países, con todo lo que eso significa, personal y profesionalmente, necesita el impulso, el apoyo decidido y no sólo el estímulo de los poderes públicos. Orientación y servicios en destino.

La internacionalización es hoy una realidad. Un aprendizaje y una experiencia que crece día a día. Exportar es sólo una de esas modalidades, desde lo ocasional, a lo directo, lo indirecto, pero también lo es la implantación en destino, filiales, sucursales, alianzas empresariales. Mas también lo es saber gestionar los recursos humanos que se tienen en una empresa. Como saber cooperar y colaborar con otras empresas y otros organismos entre sí.

Abel Veiga es Director de Internacionalización Instituto Galego de Promoción Económica (IGAPE)

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