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La colaboración público privada financia los proyectos de 14 científicos

Las empresas y el CSIC se alían para promover la investigación

Los jóvenes investigadores tendrán tres años para demostrar que sus ideas son factibles Todas ellas tienen potencial de traslación al mercado

Manuel G. Pascual

Desarrollar sensores de alta precisión para el control térmico de los astronautas durante misiones espaciales o la detección precoz en sangre del cáncer de mama, a través de un nanosensor ultrasensible, son algunas de las líneas de investigación que podrán llevarse a cabo gracias a la colaboración público-privada en la promoción de la investigación. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) presentó ayer a los 14 jóvenes científicos que participarán en el programa ComFuturo, que cuenta con el patrocinio de ocho empresas: Banco Santander, Aqualogy, BASF, Fundación Jesús Serra, Gas Natural Fenosa, Hotel Aguas de Ibiza, Iberdrola y Lilly.

Los 14 afortunados podrán hacer realidad sus proyectos en los laboratorios del CSIC, donde trabajarán durante los próximos tres años. Contarán con el apoyo material y científico de la institución, así como con una dotación anual de 31.600 euros brutos aportada por las compañías que participan en el programa, a los que se suman otros 5.000 euros procedentes del organismo público para gastos de investigación (congresos, publicaciones, material).

“Los grandes avances de la historia los han llevado a cabo científicos que además eran jóvenes”, subrayó el presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo, durante la presentación del programa. La edad media de los participantes ronda los 36 años: todos ellos son doctores con experiencia investigadora en su campo, la mayoría también con estancias en el extranjero.

De la salud a la tecnología espacial

Los investigadores seleccionados comparten, según el CSIC, tres atributos: identifican problemas relevantes, tienen propuestas innovadoras para solucionarlos y saben cómo ejecutar la respuesta.

Todas las líneas de investigación incluidas son de alto interés, tanto desde un punto de vista científico como de cara a su posible aplicación comercial. Una de ellas está enfocada al diagnóstico de las corrientes marinas, a partir de observaciones de satélite para mejorar la seguridad de las actividades humanas por mar. Otro de los proyectos persigue el desarrollo de sistemas de nanopartículas que optimicen la desinfección del agua y los hay que pretenden abrirse camino entre las nacientes tecnologías cuánticas, llamadas a revolucionar la computación.

“Esta iniciativa ayuda a que las empresas tengan acceso al trabajo de investigadores brillantes, pero también a que estos se acostumbren a hablar su idioma”, destacó. Las compañías patrocinadoras son las que eligieron las líneas de investigación por las que ha apostado la convocatoria. Nuevas tecnologías para la detección temprana de cáncer, soluciones catalíticas de bajo coste para la industria del gas y biocidas nanoparticulados para desinfección de aguas, son algunos ejemplos.

La farmacéutica Lilly, por ejemplo, buscaba un proyecto relacionado con el tratamiento de enfermedades inflamatorias autoinmunes. Se eligió el de Laura Martínez, dirigido a buscar estrategias terapéuticas basadas en quimioquinas para el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas.

Dolores Fernández, de 37 años, es licenciada y doctora en Biología por la Universidad de Málaga. Estuvo tres años en Reino Unido con una beca postdoctoral y otros tres en Estados Unidos, donde empezó a trabajar en un programa de monitorización de resistencia a fungicidas en patógenos de la fresa. “Mi investigación funcionó bien y vi que podía ser muy importante llevarlo a España, el segundo productor mundial de fresas”, explica.

Por su parte, BASF, uno de los patrocinadores, tenía interés en que el programa ComFuturo incluyese un proyecto relacionado con la agroquímica. El de Fernández fue el que se logró imponer al resto.

Ideas rompedoras

Los 14 investigadores que disfrutarán de esta iniciativa de apoyo fueron seleccionados por un equipo de hasta 600 expertos en varias materias, de entre los 293 candidatos que han tratado de entrar en el programa. Algunas de las investigaciones elegidas son tan pioneras que hubo serias dificultades para encontrar autoridades locales en la materia.

La idea de Íñigo Bretos, por ejemplo, tiene precedentes en Estados Unidos y Alemania, pero no en España. Este licenciado y doctorado en Química, de 36 años, quiere desarrollar una piel artificial que imite o mejore la piel humana. “Serviría como un reemplazo protésico, pero también podrá utilizarse en robótica para conseguir, por ejemplo, que un autómata agarre un huevo sin romperlo”, explica. Con ese fin está desarrollando un soporte plástico y flexible dotado de sensores de calor y presión, entre otras características.

Algunos de los proyectos incluidos en el programa ComFuturo parecen de ciencia ficción. Sus autores tienen tres años para demostrar que son totalmente viables.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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