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Probamos la electro estimulación muscular

Descargas para sacarle más provecho al ejercicio físico

Un chaleco con electrodos es una herramienta muy útil si se tiene poco tiempo para entrenar 20 minutos de esfuerzo con este sistema equivalen a cuatro horas de ejercicio convencional

Pablo Monge
Manuel G. Pascual

Quien alguna vez haya tenido que hacer recuperación para curar alguna lesión tendrá una idea bastante aproximada de lo que se siente al pertrecharse con un chaleco de electro estimulación muscular (EMS, en sus siglas inglesas). Esta prenda, que en realidad cubre también los glúteos y los isquiotibiales, cuenta con un sistema de electrodos a través de los que se emiten descargas eléctricas controladas. Parecidas a las que dan los fisioterapeutas en determinados programas de recuperación: una sensación de cosquilleo que, según se aumenta la potencia del generador, deriva primero en convulsiones y luego en dolor.

Aunque con una diferencia: en el caso del chaleco, mientras se sufren las descargas se está haciendo ejercicio. La idea es multiplicar el efecto de las sesiones de entrenamiento. Según explican los monitores de Happy Fit Center, en Aravaca (Madrid), 20 minutos de esfuerzo con el sistema EMS equivale a cuatro horas de entrenamiento convencional.

El chaleco es lo suficientemente ligero como para permitir al usuario moverse con total libertad. Con una autonomía, eso sí, de unos tres metros, los que mide el cable que une al deportista al centro generador de la energía. Desde la consola de mando se puede graduar la intensidad y la duración de los impulsos eléctricos que reciben los distintos grupos de músculos: cuádriceps, isquiotibiales, glúteos, abdomen, lumbares, dorsales, trapecio, pectorales, bíceps y tríceps.

Dicen los expertos que la electro estimulación muscular (no se recomienda hacer más de dos sesiones semanales) es un complemento ideal para quienes ya practican algún deporte. También es una forma de exprimir el tiempo para quienes no dispongan de él para hacer ejercicio. Aunque este juguete es un capricho al alcance de pocos: los sistemas EMS cuestan entre 14.000 y 16.000 euros. Mejor acudir a centros especializados.

Chaleco. El chaleco y su accesorio para las piernas cubren de electrodos diez grupos de músculos.

Mojado. El chaleco se coloca sobre una camiseta y mallas especiales. Hay que humedecer las zonas de contacto con los electrodos.

Control. La intensidad que recibe cada músculo se controla desde el centro generador.

Resistencia. Durante los primeros minutos la sensación es bastante extraña. A partir de ahí, da la (falsa) sensación de que se puede hacer cualquier ejercicio.

Versátil. La buena movilidad del chaleco permite que se combine con el Pilates, el TRX o el uso de pesas y mancuernas.

Movilidad. El chaleco y sus accesorios no pesan y son cómodos de llevar. Se conserva la misma movilidad que se tendría sin nada encima.

Agujetas. Al acabar la sesión se siente el mismo cansancio que tras un entrenamiento normal. Pero dos días después llegan agujetas más intensas de lo habitual.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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