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Columna
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El coste de un divorcio corporativo

Las des sinergias no son solo una defensa contra los inversores activistas. A los jefes corporativos adquisitivos les encanta hablar de sinergias con reducción de costes, mientras los administradores presionados para dividir las empresas pueden exagerar los efectos negativos. Pero siguen siendo reales.

Los beneficios potenciales de la combinación de dos empresas son fáciles de identificar: oficinas redundantes cerradas o empleados coincidentes despedidos. Sin embargo, también hay desventajas: culturas que chocan, clientes que se van, sistemas que no encajan bien o funciones de investigación que no escalan. Warren Buffett dijo una vez que nunca había oído mencionar el término des sinergias, pero que había sido testigo de muchas después de varios acuerdos.

Combinar empresas también tiene desventajas: culturas que chocan, clientes que se van o sistemas que no encajan

Pongamos un ejemplo: Pfizer. La compañía gastó más de 200.000 millones de dólares (unos 180.000 millones de euros) en comprar Warner Lambert, Pharmacia y Wyeth entre 2000 y 2009. A pesar de los recortes masivos de costes que implicó cada acuerdo, Pfizer sufrió un estancamiento en la productividad de su I + D. La capitalización de mercado de la empresa en 2010 fue de inferior a los 140.000 millones de dólares.

Las des sinergias pueden, sin embargo, funcionar a favor de un consejo de administración cuando los directores no tienen en mente seguir a un activista inversor con prisas para dividir una empresa. El argumento de 64.000 millones de dólares de DuPont de que la división incurría en costes por valor de más de 10.000 millones de dólares en términos de su valor actual ayudó a persuadir a los accionistas para que rechazaran el reciente intento del inversor Nelson Peltz de ganar asientos en el consejo de administración.

Puede que los ejecutivos exageren cuando intentan resistirse a la división. Aun así, es cierto que todavía hay costes que compensan el beneficio probable de las divisiones. Las empresas están justificadas al señalarlos –pero tal vez el quid pro quo debería ser más honesto sobre las desventajas de las empresas que se combinan–.

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