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Tribuna
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Expatriadas versus expatriados

Los datos recogidos por Cartus en el informe Trends in global relocation 2013 demuestran que el porcentaje de mujeres que acepta un proceso de movilidad geográfica laboral en su empresa es de un 20%. En los últimos años esta cifra no ha variado prácticamente, siempre ha fluctuado entre un 19 y un 24%. Estos datos indican una realidad conocida por todos: la igualdad entre hombres y mujeres no existe.

Que el 80% de los expatriados sean hombres refleja la evidente brecha que hay entre ambos géneros en esta práctica. Esta cifra demuestra que, pese a las actuales medidas de conciliación llevadas a cabo por las empresas, las mujeres siguen expatriándose cuatro veces menos que los hombres.

Aunque los motivos de esta desigualdad son varios, el principal es que las mujeres casadas suelen rechazar este tipo de procesos, mientras que los hombres no. La idea sobre la que se apoya esta afirmación, analizada en varios estudios, es que la mujer se siente más responsable de su familia; de modo que antepone la estabilidad familiar a su desarrollo profesional.

Ante una decisión de este tipo también cobra peso el hecho de que su marido o pareja tenga que dejar su puesto de trabajo para acompañarla, ya que supone el rechazo de la asignación internacional directamente, algo que al contrario no suele ocurrir.

Con esto podemos afirmar que el rol de mujer sigue calando más profundo que el de marido o padre ya que, pese a las iniciativas puestas en marcha desde muchos ámbitos –empresas, Ministerio de Igualdad o asociaciones de mujeres– que tratan de fomentar el desarrollo profesional, la igualdad en el ámbito laboral y la conciliación, las mujeres siguen pensando que no dedican el tiempo suficiente a sus responsabilidades familiares.

Es cierto que este no es el único motivo por el que las mujeres suelen ser más reticentes ante este tipo de retos profesionales. La cultura es determinante en ciertos países –principalmente musulmanes– en los que una mujer debe enfrentarse a ciertos aspectos que hacen que no se sienta cómoda, de ahí que prefiera rechazar el puesto antes que tener que sobrellevar este tipo de dificultades.

Por otro lado, nos encontramos ante un hecho determinante en los procesos de movilidad geográfica laboral. Aunque ahora la tendencia esté cambiando, este tipo de asignaciones habitualmente estaban pensadas para altos cargos directivos, de manera que entraba en juego la amplia desigualdad que existe en este tipo de puestos. Según el último estudio realizado por PwC junto a la plataforma Isotes, tan solo un 19% de mujeres ocupa puestos directivos funcionales y un 8% puestos de alta dirección, de ahí que el porcentaje de mujeres que se expatrian sea muy inferior al de hombres.

Siguiendo la línea de lo dicho anteriormente parece que, por mucho que nos esforcemos, las medidas llevadas a cabo para lograr la igualdad entre hombres y mujeres no están surgiendo el efecto deseado. El número de mujeres en puestos directivos sigue siendo inferior y, por consiguiente, lo es también el número de internacionalizaciones protagonizadas por las mismas. Sería conveniente diseñar una estrategia común, un plan entre la administración pública, las empresas e instituciones que fuese capaz de implementar la conciliación en todos los ámbitos y que ayudase a la mujer a superar las barreras a las que se enfrenta a diario, tanto en su vida personal como en la laboral.

Si trabajásemos conjuntamente, si diseñásemos una política de conciliación verdaderamente adecuada, las mujeres podrían aceptar una asignación internacional –o cualquier puesto de mayor relevancia que les exigiese mayor dedicación– sin tener que preocuparse del bien de su familia. Desde nuestra área de trabajo somos principales espectadores de una realidad que, por muchos años que pasen y por muchas medidas que se hayan puesto en marcha, parece no haber cambiado y estar a años luz de nuestros vecinos europeos.

El primer paso para que estos datos dejen de ser iguales año tras año es concienciar a la sociedad de que la igualdad no se consigue distinguiendo entre hombres y mujeres, sino tratándoles como profesionales, valorando únicamente su valía y capacidades, pero nunca medirles a priori por su género.

José Antonio de Ros es director general de Eres Relocation Services

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