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Los empleados quieren líderes eficaces, aunque también veloces

Resulta obvio que el mundo de los negocios avanza a un ritmo cada vez más vertiginoso, y que los líderes empresariales se ven obligados a buscar sus propios métodos de adaptación si desean mantenerse al día.

Líderes empresariales compitiendo

Es interesante observar cómo a menudo nuestro ritmo de trabajo afecta a nuestra actitud. Un ritmo lento suele provocar aburrimiento, y un exceso de velocidad puede llegar a agotar a las personas. Aunque la celeridad en el trabajo no sea suficiente por sí sola para crear un dictamen, lo cierto es que hay evidencias de una correlación entre la rapidez de actuación y la percepción de eficacia en el liderazgo, como han demostrado los ejecutivos Jack Zenger y Joseph Folkman y exponen en Harvard Business Review.

Recientemente, estos dos líderes llevaron a cabo un estudio en el que analizaron 360 valoraciones y opiniones recogidas en el seguimiento de más de 50.000 líderes empresariales, con el propósito de evaluar la relación entre la rapidez de respuesta y la impresión que tenían sus colegas de cada ejecutivo en cuanto a eficacia en el trabajo, en términos generales. Para ello, crearon un "índice de velocidad" con tres formas sencillas de medición:

(Si deseas evaluar tu propio ritmo y hacer comparaciones, accede a esta Evaluación de Ritmo).

Una vez realizadas las mediciones, comprobaron los niveles de rapidez en relación a las calificaciones generales de eficacia de liderazgo, centrándose en los líderes más destacados del grupo (los que habían sido calificados por parte de sus colegas con la máxima eficacia de liderazgo, el 10%).

Los resultados que obtuvieron fueron: de esos 5.711 líderes principales, el 2% habían sido calificados como particularmente rápidos pero sin una eficacia excepcional (aproximadamente unos 114 de ellos); el 3% (unos 170) se consideraban altamente eficaces (es decir, la gente confiaba en que lo hacían todo de forma correcta), pero sin una rapidez destacada de respuesta. Y el 95% (más de 5.400 de ellos) fueron calificados tanto excepcionalmente eficaces como con gran celeridad. Es decir, ser bueno o eficiente liderando una empresa resultaba ligeramente más positivo que ser rápido, pero el hecho es que ambos son necesarios, y que cada uno por sí solo tampoco es suficiente para que un líder sea percibido hoy en día como excepcional.

¿Y qué es lo que lleva a un líder a ser bueno y rápido a la vez? Analizaron los datos de opinión en el seguimiento de más de 700.000 compañeros para determinar las circunstancias que hacían que estos líderes fueran considerados rápidos y eficaces, y que les diferenciaban de los que no actuaban con una celeridad suficiente, o de los que avanzaban muy rápidamente y cometían errores. Estos son los cinco factores principales, enumerados en orden descendente:

  1. La confianza por parte de los trabajadores en la capacidad y el buen juicio de estos líderes para tomar decisiones eficaces. Sin confianza, los directivos muestran resistencia a actuar con rapidez (o no lo hacen en absoluto). Y no hay ningún misterio en la forma en que se gana la confianza: Los directivos consiguen esa confianza a través de trayectorias profesionales de éxito que han ido creando en base a sólidas y positivas relaciones y a una reconocida y demostrada experiencia. Si eres nuevo y tu gente aún no te conoce lo suficiente como para confiar en tu buen juicio, deberás ganarte la confianza exponiendo los análisis que te llevan a tomar las decisiones. También es aconsejable compartir esas decisiones con una persona que ya cuente con la confianza del resto, para que así estos se unan a ofrecerte su apoyo.
  2. Exponen su visión de futuro y estrategia con absoluta claridad a sus colegas. Cuando los miembros de un equipo pueden conocer el contexto que llevó a una determinada actuación, son capaces de entenderlo con mayor rapidez e implicarse en dicha empresa. No es difícil avanzar rápidamente cuando todo el mundo tiene claro dónde se quiere llegar e, igualmente importante, donde no se quiere llegar. Por el contrario, cuando esto no ocurre y no se ve con claridad el camino a seguir, lo más probable es que a nadie le corra ninguna prisa. Por lo tanto, el ritmo de actuación en una organización que permita avanzar con celeridad y de manera cómoda viene definido por la claridad de visión.
  3. Demuestran coraje personal. Actuar con rapidez suele implicar la sensación de riesgo. La persona que trata de evitar una exposición personal añadida tenderá a avanzar lentamente. En general, la gente se siente más cómoda trabajando a un ritmo constante. Se necesita una gran dosis de coraje para actuar más rápidamente y pedir a los demás que sigan tu propio ritmo.
  4. Reúnen una reconocida experiencia y el conocimiento a una escala mundial. Cuando se carece de experiencia, un líder debe detenerse y hacer sus deberes. Si se carece de conocimientos, se encontrará moviéndose en aguas desconocidas donde tenderá a ser lento y precavido. Por el contrario, poseer estas cualidades le permite trabajar más rápido y tomar mejores decisiones. Sin embargo, también hay que destacar que que el orgullo personal a veces puede dificultar la búsqueda de la destreza necesaria para agilizar un proceso, y que en el empleo erróneo de la autosuficiencia, se opte por resolver el problema por uno mismo.
  5. Fijan metas ambiciosas. Los objetivos fáciles llevan a las personas a tomarse su tiempo y a actuar de forma pausada. Sin embargo, los objetivos ambiciosos refuerzan la necesidad de actuar con celeridad. Son un estímulo para que se avance en el trabajo sin pararse  a reflexionar en exceso.

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