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La industria saca al mercado modelos para pequeños negocios

¿Qué puede aportar una impresora 3D a su empresa?

Hay equipos que cuestan menos de 1.000 euros y tienen una resolución aceptable Las grandes superficies están empezando a apostar por las impresoras 3D

Thinkstock
Manuel G. Pascual

Se ha dicho de ellas que revolucionarán el mercado de la distribución y que se convertirán en una de las tecnologías clave de la primera mitad del siglo XXI. Pero antes de que cada hogar disponga de una impresora 3D (la mayoría sitúa ese momento en década y media, aunque los más entusiastas afirman que podría suceder mucho antes), estos aparatos deberán probar su valía como material de oficina.

Por lo pronto, la industria ha democratizado los precios de estos aparatos. “Los hay por menos de 1.000 euros. Además, el material que se usa como consumible es muy económico. Imprimir una torre de ajedrez puede suponer un coste de 0,30 euros en material”, explica Andreu Bellés, director comercial de EntresD, una de las compañías pioneras en la introducción y distribución en España de impresoras 3D. Las grandes superficies de la distribución, como El Corte Inglés o Fnac, ya tienen a la venta algunos modelos.

Algunas claves

SISTEMA

Hay tres grandes tecnologías de impresión en 3D. El FDM (fused deposition modeling) usa el plástico y es la más extendida y económica (a partir de 500 euros). La estereolitografía (SLA) resulta algo más cara (a partir de 1.000 euros) y también funciona por adición de capas, mientras que la DLP, que trabaja con resinas, consigue mejores calidades (a partir de 3.000 euros).

COMPUERTA

Muchos modelos (suelen ser los de gama media o alta) incorporan una compuerta para cerrar la bandeja de impresión. Con ello se trata de evitar el llamado warping: la contracción del plástico recién fundido a 260 grados al entrar en contacto con la temperatura ambiente.

TAMAÑO

La mayoría de impresoras 3D cuentan con bandejas de unas dimensiones de entre 20x20 centímetros y 60x30. El tamaño de la misma condiciona el de la pieza que se pueda replicar. A más tamaño, mayor precio del aparato.

NACIONAL

Bq, la innovadora compañía española conocida por sus smartphones y tabletas, también se ha atrevido con las impresoras 3D. El modelo Witbox está disponible a partir de 1.690 euros.

¿Qué puede aportar uno de estos aparatos al negocio? “Puede servir para ahorrar costes y tiempo, diferenciarse de la competencia o ser más ágil en el proceso de I+D”, apunta Bellés. Un estudio de arquitectos puede ahorrarse tiempo y costes en la elaboración de maquetas de sus proyectos más complejos. Una ingeniería puede elaborar por sí misma sus propios prototipos para verificar la funcionalidad y diseño de sus productos, evitando tener que subcontratar ese proceso y garantizando que la propiedad intelectual de los diseños no salga de la empresa. Un joyero puede ahorrar tiempo y esfuerzo materializando sus diseños con una impresora 3D en lugar de hacerlos manualmente con cera, igual que un dentista con los moldes de las prótesis que prepare. Y, a medida que se empiecen a usar nuevos materiales (hasta el momento son todos derivados del plástico), surgirán nuevas aplicaciones.

¿En qué debe fijarse quien quiera hacerse con una impresora 3D? Lo primero es cerciorarse de que le va a dar suficiente uso. “Nadie tiene una fotocopiadora en casa. Si se trabaja continuamente con prototipos, sale a cuenta; si se van a hacer dos o tres impresiones al año, mejor no”, explica Miguel Ángel Villar, propietario de Impresoras3d.com, un sitio web que distribuye modelos y todo el material necesario para operar estas máquinas.

Y es que Villar asegura que, pese a que hay impresoras a precios muy competitivos que producen piezas de calidad razonable (entre las más populares se cuenta la Up! Plus 2, que cuesta 1.499 euros), si se buscan acabados profesionales el desembolso de una máquina puede rondar los 15.000 euros (es lo que cuestan algunos modelos de la marca Stratasys, quizá la más reconocida a nivel mundial).

Lo bueno de las impresoras 3D es que necesitan poco o ningún mantenimiento. Requieren de su montaje e instalación, así como de su calibrado: operación que consiste en asegurarse de que la bandeja sobre la que se imprime está perfectamente alineada con el nivel del mar. Aunque es aconsejable tener conocimientos de diseño en 3D, hay algunos modelos (recomendados para el uso doméstico, como el Home&Kids Mini) que se pueden manejar sin tener idea alguna.

Los filamentos empleados para imprimir (los compuestos más comunes son el PLA y el ABS) cuestan en torno a los 30 euros por kilo. Están disponibles en varios colores y, junto a la electricidad, es lo único que consumen estas impresoras.

“Es importante fijarse en la garantía del fabricante y en el servicio posventa, ya que se trata de un tipo de máquina novedosa para muchas pymes y que puede conllevar ciertas dudas y desconocimiento inicial por parte del usuario”, advierte Bellés, de EntresD. También se recomienda hablar antes con alguien que ya tenga un aparato para ver si el tipo de resolución por capa es el que se busca o no.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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