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El Foco
Tribuna
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Radiografía bancaria

Joaquin Maudos

Del rescate al notable alto en el examen del test de estrés. Así podría resumirse la evolución reciente del sector bancario español que, como consecuencia de la crisis, ha experimentado una profunda reestructuración cuyas principales cifras ponen los pelos de punta: pérdida del 30% del empleo y cierre del 25% de las oficinas; reducción del 12% del activo bancario desde su nivel máximo; 28% del PIB en saneamientos con cargo a resultados; 26% de caída del stock de crédito al sector privado residente; etc.

Aprobar con una nota alta el test de estrés no implica que ya no existan elementos de vulnerabilidad

Tras una inyección pública de capital de 61.000 millones de euros y un reforzamiento de los recursos propios por medios privados, la solvencia de la banca española se sitúa en el 13,4%, con un coeficiente del capital de más calidad (CET1) del 11,6%, lo que supone 100.000 millones de euros por encima del mínimo exigido. Este reforzamiento del capital, junto con la revisión de activos que ya realizó la banca española en 2012 (tras los test de estrés de Oliver Wyman) y 2013 (con los criterios más exigente del Banco de España), es lo que ha permitido superar con éxito el test de estrés y la revisión de la calidad de los activos (AQR) realizado por el BCE y la Autoridad Bancaria Europea, de forma que ninguna entidad española presenta insuficiencias de capital para afrontar un escenario adverso.

Pero aprobar con una nota alta el test de estrés no implica que ya no existan elementos de vulnerabilidad en el devenir futuro de la banca española. No hay más que ver los datos que aporta el recién publicado Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España para detectar los factores de riesgo.

El primer reto al que debe enfrentarse la banca española es la reducción del margen de intermediación como consecuencia de la caída de la actividad, del elevado importe de los activos improductivos (dudosos y adjudicados) y de un entorno de bajos tipos de interés. De junio 2013 a junio 2014, ese margen ha caído un 1,1%, si bien ha experimentado un ligero aumento como porcentaje del activo como consecuencia de la reducción del 5,8% del balance. Obviamente, si el primer margen de la cuenta de resultado se resiente, el resto va a sufrir sus consecuencias. No obstante, tras el brutal saneamiento realizado en el pasado, las pérdidas de deterioro de activos financieros han caído un 19,2% en los últimos 12 meses, lo que ha permitido junto con el recorte de costes, recuperar la rentabilidad sobre activo (ROA), que ha pasado del 0,45% al 0,47%.

Otro factor de riesgo es que si bien los activos dudosos del crédito ralentizan su ritmo de crecimiento, los adjudicados siguen aumentando con fuerza, lo que exige dedicar una parte del resultado de la actividad de explotación a dotar provisiones por pérdida de valor de esos activos no financieros. En los últimos 12 meses, las dotaciones han aumentado un 4,9%. Por tanto, mientras la banca siga cambiando créditos morosos por activos adjudicados, la mora total (créditos dudoso cobro+adjudicados que se aproxima al 19%) seguirá siendo muy superior a la contable.

La nueva información que aporta el informe del Banco de España permite diseccionar por primera vez la morosidad del crédito bancario según el tamaño empresarial. La morosidad del crédito ha aumentado en el último año hasta situarse en el 13,4% en junio 2014, y lo ha seguido haciendo hasta el 13,6% en agosto (último dato). En las empresas, la morosidad es del 22,5%, siendo superior en las pymes (28%) que en las grandes (18,2%). Pero las pymes son un universo que engloba empresas de muy distinto tamaño y morosidad. Las microempresas (menos de 10 trabajadores y activo/negocio inferior a 2 millones de euros) son las que más han sufrido las consecuencias de la crisis, con una morosidad del 31,7%. Son empresas más endeudadas, con menor rentabilidad y por tanto más vulnerables, y totalmente dependientes de la financiación bancaria.

La banca española es más eficiente que la media de la eurozona y de países como Alemania o Francia

Otro de los elementos de vulnerabilidad de la banca española es el estigma que supone una elevada dependencia de la financiación del eurosistema. Si bien en términos absolutos la financiación del BCE se ha reducido mucho, en términos relativos la banca española posee el 31,3% del total del préstamo del eurosistema, muy por encima de lo que nos corresponde según nuestro peso en la banca de la eurozona. En el fondo el problema es que no se ha normalizado el acceso al mercado mayorista, lo que ha obligado a la banca española a apelar con más intensidad a la financiación minorista. El buen dato a destacar es la reducción del gap de liquidez créditos-depósitos, que ha caído un 40% desde 2007 como consecuencia principalmente de la intensa caída del crédito.

Un rasgo a destacar es el esfuerzo que está realizando la banca española para recortar costes y que se vislumbra en la mejora de su eficiencia. En los últimos 12 meses, los gastos de explotación han caído un 8,2%, con una ligera reducción como porcentaje del activo. Esta caída, superior a la del margen bruto, se traduce en una mejora en la ratio de eficiencia operativa, que sitúa a la banca española en posiciones destacadas dentro del ranking de la banca europea. En concreto, tomando como referencia la banca que ha pasado a ser supervisada por el BCE, la española es más eficiente que la media y que países como Alemania, Italia, Francia, Holanda o Portugal.

En resumen, las incertidumbres macroeconómicas derivadas de la duración e intensidad de la recuperación (con una probabilidad de recesión en la eurozona cercana al 40%), son el principal elemento de vulnerabilidad de la banca española, junto con un entorno de bajos tipos de interés y desapalancamiento pendiente que dificulta la recuperación de la rentabilidad. Además, la necesidad de seguir reforzando la solvencia se enfrenta a la incertidumbre de si la rentabilidad es suficiente para cubrir el coste de captar capital.

A pesar de las incertidumbres, la banca que tenemos en este momento es mucho más solvente y segura de la que teníamos hace bien poco. La rentabilidad de la banca española (que supera en estos momentos a la de los principales sectores bancarios europeos) no volverá a los niveles del pasado, si bien es importante no olvidar que aquellos niveles no eran normales, sino excepcionales, alimentados por un ritmo de crecimiento excesivo del crédito cuyas consecuencias han sido desastrosas hasta abocarnos a un rescate. La pelota de la recuperación del crédito está en el tejado de la demanda solvente, ya que la oferta está en condiciones de dar financiación.

Joaquín Maudos es catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, director Adjunto de Investigación del Ivie y colaborador del CUNEF.

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