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Columna
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La Fed no necesita más inflación

James Bullard, que dirige el Banco de la Reserva Federal de St. Louis, sugirió que el banco central de Estados Unidos debería retrasar el fin de su programa de compra de bonos, ya que las expectativas de inflación están muy por debajo del objetivo del 2% de la Reserva Federal. Los números no parecen corroborar su preocupación.

El miedo es, en parte, global. Una inflación muy baja y un débil panorama en Europa –que han llevado a hablar de una deflación al estilo japonés en la región– podrían en teoría deprimir los incrementos de precios en otros lugares.

Sin embargo, esto no parece un peligro real al otro lado del Atlántico. Los precios en Estados Unidos han subido un 1,7% en lo que va de año hasta septiembre, según el índice de precios al consumidor, y aumentaron un 1,9% al año de media desde el fin de la recesión impulsada por la crisis financiera en junio de 2009.

Los precios al consumo en Estados Unidos han subido un 1,7% en lo que va de año hasta septiembre

Por supuesto, Bullard se centra en parte en lo que los inversores y otros piensan que va a suceder. La Fed de Cleveland agrega varios indicadores en su propia medida. El mes pasado, el banco dijo que las expectativas de inflación a 10 años aumentaron ligeramente por tercer mes consecutivo a apenas el 1,9%.

Esa cifra es baja en el contexto de los más de 30 años de datos del banco. Pero está cerca de la meta de la Fed y ofrece poco sustento para los deflacionistas estadounidenses. Por otro lado, la economía convencional sugiere que la inflación debería cobrar más fuerza después de años de políticas generosas de la Fed. Eso no ocurre en parte porque no hay todavía muchos signos de presión al alza sobre los salarios, pese al descenso general del desempleo.

La política monetaria laxa ha hecho que financiarse sea más barato y –por lo menos hasta el reciente desliz del mercado– ha impulsado el valor de los activos financieros. Pero no ha alimentado demasiado la creación de empleo estadounidense, que se produce muy lentamente. Con un escaso beneficio obvio del enorme esfuerzo de compra de bonos de la Fed es difícil ver cómo el final de la llamada flexibilización cuantitativa cambiará esa trayectoria. Lo más probable es que a la Fed le pille por sorpresa el comienzo del aumento de la inflación.

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