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Columna
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Algo les falta a los ricos chinos

¿Cuál es el bien más preciado para los plutócratas de China? No son los diamantes o los bienes inmobiliarios, ni tan siquiera una participación en una empresa muy valorada de internet. La moneda que realmente importa es el estatus. Eso es algo que los rankings como el último Informe Hurun de las personas más ricas de China se esfuerzan por medir.

La riqueza financiera crece rápidamente, impulsada por los aún elevados precios inmobiliarios y el aumento de las cotizaciones bursátiles. Jack Ma, fundador de Alibaba –que ha salido a bolsa recientemente– encabeza la lista de ricos de 2014, que mide los privilegios del país basándose en datos públicos y en el procesamiento de datos numéricos. Wang Jianlin, que dirige el gigante inmobiliario Wanda Group, baja a la segunda posición. Aun así, la mayoría de las fortunas se están expandiendo. Cerca del 64% de las 1.271 personas de la lista son más ricas que el año pasado.

Eso asusta en un país todavía pobre. Pero en realidad la China moderna ha hecho un buen trabajo de difusión de algunas de sus riquezas. Los salarios siguen creciendo con fuerza. Cinco de los diez mejores de este año son relativamente humildes, emprendedores tecnológicos hechos a sí mismos.

Sin embargo, aunque la riqueza fluye libremente, el estatus es más difícil de alcanzar.

El mejor activo en China es todavía el poder político. Alrededor del 13% de los ricos de la lista de Hurun tienen algún tipo de posición política, aunque poca autoridad real. Otros, como Jack Ma, disfrutan de un acceso envidiable a los responsables.

Pero para las personas con más poder –los miembros de alto rango del Partido Comunista de China y sus parientes–sigue siendo inaceptable ser reconocido como muy rico. Cualquiera en China puede soñar con hacerse rico, pero en lo referente a influencia real, la brecha entre los que la tienen y los que no gozan de ella se está ampliando.

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