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Hacer turismo ‘a fuego lento’

Las parejas y los sibaritas son los principales seguidores de la filosofía 'slow'

Larraintzar, en Navarra, un destino ideal para hacer turismo lento.
Larraintzar, en Navarra, un destino ideal para hacer turismo lento.

El turista slow no frecuenta las playas de Benidorm o Sitges, es decir, masificadas; no consume comida basura, o sea, rápida, y tampoco pretende ver 15 iglesias o varias ciudades en un solo día. Piano, piano, vendría a ser, en román paladino, la filosofía que ampara el turismo lento, una tendencia que gana adeptos día a día.

Navarra es una de las regiones que recientemente se ha postulado para posicionarse como destino referente en este tipo de turismo en España. Parece una buena candidata. En esta comunidad, casi el 50% de sus visitantes acuden con el objetivo de descansar y desconectar del día a día. En el negocio hotelero está ocurriendo más de lo mismo. La cadena Logis sigue afiliando establecimientos a su marca slow por todo el país, y el Club de Calidad de Hoteles con Encanto, Ruralka, también continúa desplegando sus tentáculos, dada la creciente demanda.

Municipios como Pals y Begur (Gerona), Lekeitio y Mungía (Vizcaya), Bigastro (Valencia) y Rubielos de Moral (Teruel), todos destinos muy visitados, conforman la Red Estatal de Municipios por la Calidad de Vida, que apuesta por el movimiento slow food, el germen de este tipo de turismo, surgido en Italia en los años ochenta.

No hace falta ser hippie para darse homenajes gastronómicos, disfrutar de paisajes o de ciudades a fuego lento, sentir las tradiciones y autenticidad, además de descansar, básicamente los pilares del turismo tranquilo, según lo describe Paul Noël, responsable de producto para el sur de Europa de Logis. Esta red de hoteles independientes de Europa actualmente cuenta con 44 establecimientos en España y la idea es llegar a los 60 en 2014. Alojamientos familiares, ubicados en destinos acogedores, preferentemente con restaurante que trabaje solo la gastronomía local, ese es el perfil de los hoteles de esta red, donde destacan el hotel Saó, en Bescaran (Lérida); Gartxenia, en Larraintzar (Navarra), y Casa de los Azulejos, en Córdoba. Un pequeño alojamiento en el barrio de la Judería donde el viajero “busca lo auténtico”. A juicio de Noël, en España la gastronomía es la principal baza para el éxito del turismo pausado.

Degustar comida honesta de la zona (los huevos recién puestos, la huerta, etc.), cocinada de forma tradicional, despertar con el ruido de los pájaros y sumergirse en el entorno autóctono es practicar la filosofía slow, según explica José María Belaúnde, socio director de Ruralka. “Toda España es susceptible de albergar propuestas slow life”, que proporcionen experiencias pausadas. Entre ellas, Belaúnde se para en la Finca El Cortiñal, en Valencia de Alcántara (Cáceres). Un lugar que recuerda a la Toscana italiana, por el color ocre de los caseríos, los mantos amarillos de flores o el verde brillante de los prados. Con spa, piscina de chorros, estanque con cisnes y un bosque de alcornoques centenarios, esta finca sirve repostería casera, mermelada artesana y fruta recién cogida del árbol. Además, está cerca de pueblos medievales de Portugal y en el Parque Tajo Internacional.

En el Parque Natural de Cabo de Gata (Almería), el Cortijo Los Malenos (Níjar) es también una alternativa. Recetas tradicionales con productos de la zona, la era, una alberca o un jardín frutal invitan a la meditación, además de conciertos de flamenco-jazz en verano y actividades culturales, ante la chimenea, en invierno, son algunos de los atractivos de Los Malenos.

En La Demba (Abizanda, Huesca), las tertulias, exposiciones, conciertos, presentaciones literarias, galerías de arte y la comida kilómetro 0 son su carta presentación. Cerca del pantano de Grado y del Parque de Ordesa, este alojamiento en el prepirineo aragonés induce igualmente a hacer un turismo pausado.

También Navarra o Murcia están potenciando las visitas pausadas. Con el 50% del territorio con catalogación natural, Navarra propone las rutas de los paisajes, clave del turismo lento, y relax en los balnearios de Elgorriaga o Fitero. En Murcia, algunas poblaciones, como Ulea, Ojós o Ricote Blanca, en el valle de Ricote, combinan buenas vistas con buena comida y mejor música.

Uno de los platos elaborados con productos locales del hotel Demba.
Uno de los platos elaborados con productos locales del hotel Demba.

Todo establecimiento o destino turístico que se postule como 'slow'  tiene que cumplir con el requisito de cocinar comida kilómetro 0, o lo que es lo mismo, con productos de la zona. Originaria del Piamonte (Italia), surgió en el ámbito de la gastronomía para plantar cara a la propagación de la comida rápida y para recuperar las tradiciones y hábitos alimenticios de la cultura mediterránea.

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