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El intermitente brillo del oro

El oro se ha sentado con nosotros a desayunar, a ver la televisión, a cenar, a jugar a las cartas, a conversar. Se ha instalado en nuestra cotidianeidad financiera, como las acciones o los depósitos bancarios. Se ha apoderado de nuestras conversaciones y también de las calles, donde prosperan infinidad de tiendas de compraventa. ¿Quién lo iba a imaginar? Este metal es una reliquia de los tiempos de Bretton Woods. Arqueología económica. ¿Lingotes? ¿Monedas? ¿Joyas? ¿Qué sentido tienen en una época de swaps, derivados o fixing sobre divisas? Pues mucho. En tiempos de enorme incertidumbre, los inversores vuelven a las raíces, a lo seguro. Desde enero de 2011, el metal sube un 19%. Y el año pasado se anotó el 7%. Es como retornar a la tierra, al menos sabes que tienes la alimentación asegurada.

Con el oro sucede lo mismo, sientes que es un refugio. Se puede ver y tocar. Y continúa siendo la "divisa universal". Es verdad que estos últimos meses su brillo parece algo apagado (en lo que llevamos de año se apunta el 0,85%), pero dicen quienes saben de esto que es lógico. Acumula 12 años sin dejar de apreciarse y le tocaba un descanso. No será un relax muy prolongado. Los expertos auguran ?en ese lenguaje tan suyo? que la primera mitad del ejercicio será de consolidación, mientras que en los últimos meses del año veremos una "recuperación de los máximos". O sea, 1.900 dólares por onza (31,10 gramos). Estas son las optimistas palabras de José Luis Martínez, estratega de Citi.

A esa refulgencia contribuye un dólar bastante débil, el inacabado debate sobre el techo del déficit estadounidense, una economía europea plomiza y unos bancos centrales en Occidente que tienen "una política monetaria extremadamente acomodaticia", apunta Simona Gambarini, analista de ETF Securities. Escrito de otra manera: muy proclive a imprimir billetes. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal estadounidense han inundado los mercados con liquidez. Una estrategia que incluso el nuevo gobernador del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, parece que seguirá este año.

Este paisaje de incertidumbre beneficia al oro, ya que potencia su valor como refugio. Sobre todo si la inflación empieza a ser un problema empujada, entre otras razones, por unos mercados inundados de dinero. "Esperamos que el precio del metal sea más elevado a finales de 2013 de lo que lo es ahora", vaticina Tyler Broda, analista del banco japonés Nomura. ¿Cuánto? Aquí entramos en los predios de los números.

Las grandes casas del mundo publican sus apuestas para este año y nos dejan interesantes cifras. Deutsche Bank, con Daniel Brebner al frente ?un peso pesado de este sector?, habla de 1.725 dólares por onza en el primer trimestre de 2013 y de 1.800 dólares durante 2014. Por su parte, en Barclays indican un precio medio este ejercicio de 1.778 dólares la onza. De hecho, sus analistas recuerdan que "los bancos centrales seguirán comprado oro", lo que tirará de la cotización. Tanto es así que "las compras netas de estas entidades en 2012 podrían haber sobrepasado las 500 toneladas, superando el nivel de 2011 (unas 430), que ya representaba el volumen más alto desde 1964", recuerda Arnaud du Plessis, experto en materias primas de la gestora Amundi.

Este apetito por el metal lo siente también Goldman Sachs. Uno de sus analistas de cabecera, Jeffrey Currie, calcula un valor medio de 1.810 dólares durante 2013 y cree que "los precios subirán a corto plazo por el debate sobre el techo de deuda, pero bajarán cuando mejoren las cifras económicas de Estados Unidos".

Pese a todo, números optimistas que se transforman en euforia si escuchamos a Emilio Álvarez, gestor del fondo de metales preciosos Vortex Capital. "Si bien a corto plazo vemos el metal por debajo de 1.500 dólares, en los próximos cinco años pensamos que llegará a 7.000 u 8.000 dólares". Y sin riesgo de burbuja (algo de lo que se ha hablado mucho). "Porque todavía representa una ponderación muy baja en las carteras", narra Emilio Álvarez.

Todo este análisis está muy bien, pero los inversores se hacen una pregunta sencilla: ¿compran o venden? Daniel Pingarrón, de la casa de Bolsa IG Markets, comenta que se "mantienen bastante neutrales" y que "ven más potencial en la plata". Otra mirada muy distinta ?las finanzas tienen estas paradojas? es la de sus inversores. "El 86% de nuestros clientes \[más de 150.000\] que mantienen posiciones abiertas sobre el oro están largos", argumenta Pingarrón. O sea, piensan que subirá. ¿Y cómo aprovecharlo?

Sencillo. Comprando lingotes, ETF (fondos de inversión con liquidaciones diarias) sobre este metal o títulos de compañías auríferas. Aunque una manera más "de-toda-la-vida" es adquirir monedas. En la tienda de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre puede encontrar piezas de 1,24 gramos (cuesta 85 euros), 6,50 (410), 13,50 (775) y 27 (1.520). Una medicina perfecta por si la fiebre del oro no le remite.

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