_
_
_
_
_
Baja la percepción del riesgo

Señales que apuntan a un cambio de sentimiento sobre España

España respira con alivio gracias al escudo protector que diseñó el BCE, pero afronta el desafío de atraer al inversor por méritos propios.

Los inversores devuelven parte de la confianza a España
Los inversores devuelven parte de la confianza a EspañaThinkstock

Mario Draghi pudo abordar esta semana su primera rueda de prensa del año saboreando las mieles del éxito que su plan de compra de deuda soberana -previa petición de un rescate- ha tenido en el mercado. Su solo anuncio en agosto del pasado año ha sido hasta ahora la fórmula más acertada para frenar la espiral imparable que amenazaba por llevarse por delante a España. Y justo estos días se ha apreciado con claridad la efectividad de su plan, sin que haya hecho falta mover un dedo para intervenir en el mercado. La deuda soberana española a dos años cotiza a los niveles más bajos desde finales de 2010, con la prima de riesgo en los 331 puntos básicos y la rentabilidad del bono a diez años por debajo del 5%.

El mensaje de Draghi ha establecido un techo para la inversión más especulativa -después de que el bono español alcanzara el 7,6% en julio- y ha puesto un suelo a partir del que pensar que lo más crudo habría pasado y que España podría conservar por sí misma el acceso a la financiación del mercado, sin necesidad de la ayuda del mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) ni de las compras de deuda del BCE. Y al paraguas de Draghi, principal factor para el alivio del que disfruta España, se suma también el efecto de las reformas puestas en marcha por el Gobierno, con el objetivo indiscutible de buscar el favor de los inversores. Fuentes financieras y de mercado coinciden en que la perspectiva hacia España ha comenzado a cambiar, una tendencia que comenzó a fraguarse en agosto y a la que también está contribuyendo la búsqueda de activos que ofrezcan más rendimiento, una vez casi agotado el caladero de rentabilidad del bono alemán. Los inversores cuentan así con el apoyo en caso extremo del BCE y con un Gobierno que avanza en las reformas, aunque también advierten serios riesgos. El juego de ilusionismo de Draghi podría desvanecerse si no se cumple la premisa fundamental: crecimiento y control del déficit, por paradójica y contradictoria que pueda resultar su combinación. Al menos, hay algunas señales para la esperanza.

36.800 millones de inversión extranjera desde septiembre

El punto de inflexión que supuso el anuncio del programa del BCE de Transacciones Monetarias Directas -OMT por sus siglas en inglés- a principios del mes de agosto se aprecia en el tono alcista que tomó el Ibex desde entonces, tras marcar los mínimos de la crisis en los 5.956,3 puntos, en la relajación paulatina de la prima de riesgo y, sobre todo, en el regreso de una inversión extranjera que llevaba meses en desbandada. Su retorno ha sido de hecho el detonante para la recuperación de los mercados. No han sido los inversores domésticos quienes han sostenido con sus compras la caída de la prima de riesgo. Septiembre arroja ya los primeros datos del cambio de tendencia, con 18.500 millones de euros de compras netas por parte de inversores no residentes, a los que se sumaron 7.200 millones de euros del mes de octubre, según datos del Tesoro. Las estimaciones de Barclays apuntan a que en el mes de noviembre entraron otros 7.100 millones de euros y en diciembre, 4.000 millones.

En definitiva, 36.800 millones de euros de dinero fresco que han servido para sostener con éxito las subastas de deuda que ha realizado el Tesoro en la recta final del año. En paralelo, según los datos de Barclays a partir de sus estimaciones y de su condición como uno de los principales operadores de deuda a nivel global, la banca doméstica ha realizado ventas netas por 7.100 millones en los dos últimos meses del año.

El banco británico añade que buena parte de las compras de inversores internacionales se deben también al cierre de posiciones cortas y recuerda que, aun así, España sigue infraponderada entre los inversores. "Las reformas estructurales y el ajuste fiscal puesto en marcha por el Gobierno tienen algo que ver en la mejoría de la deuda soberana, pero el gran mérito está en el programa de compra de deuda anunciado por el BCE en agosto", explica Antonio García Pascual, economista jefe para el sur de Europa de Barclays.

Para este año, Barclays calcula que el peso de los inversores extranjeros sobre las entradas netas en deuda soberana española aumente desde el 27% que estima a cierre de 2012 hasta el entorno del 30% al 35%, una vez que se habría agotado el efecto del cierre de posiciones bajistas, si bien lejos todavía del 45% que representaban al inicio de 2011. En definitiva, una inyección por 40.000 millones.

Niveles de financiación que enfrían la petición de rescate

Draghi dejó muy claro ya desde el mes de agosto que su disposición a comprar deuda soberana en el mercado requería que el Estado en apuros se retratase en su necesidad de financiación y pidiera el rescate a sus socios europeos. El presidente del BCE avanzó que las adquisiciones se concentrarían en los plazos cortos, a tres años como máximo, lo que requería un compromiso por parte del país rescatado de hacer sostenible el pago de su deuda a medio y largo plazo. Y una vez conocidas las reglas de juego, la expectativa de que España pidiera el rescate se disparó.

El Gobierno ha intentado desde entonces ganar tiempo para evitar una nueva petición de ayudas europeas, después de los 40.000 millones de euros recibidos para la recapitalización y saneamiento de la banca. Y por ahora, el calendario está jugando a su favor.

El Tesoro sorteó con éxito las subastas de deuda de la recta final del año, en que incluso se atrevió con la emisión de deuda a 30 años. Logró rebajar el coste de emisión del 3,9% en que finalizó el ejercicio de 2011 al 3,42%, si bien a costa de elevar ligeramente la vida media de la deuda en circulación, a 6,06 años, desde los 6,55 años de diciembre de 2011. Para 2013, la institución deberá obtener financiación por hasta 230.000 millones de euros, teniendo en cuenta que podría activarse en su totalidad el Fondo de Liquidez Autonómica, que dispone de 23.000 millones para garantizar este año la financiación de las comunidades autónomas. Un objetivo que el Tesoro confía en cumplir sin necesidad de un rescate, a la vista de las últimas compras de deuda por parte de inversores extranjeros. Pero, ¿qué sucedería si la expectativa del rescate, que ha contribuido a rebajar la presión, no se cumple? ¿El mercado se dará la vuelta?

Mario Draghi señaló está semana que la pregunta debe contestarla el mercado, para lo que hay diversidad de opiniones. "Los inversores no residentes no han entrado de nuevo en España con la expectativa de que se pida un rescate sino porque esa posibilidad que brinda el BCE ha establecido un suelo para la deuda. Hay una situación de menor volatilidad", señala García Pascual, si bien Barclays aún concede una probabilidad del 60% a que España deba solicitar ayudas. Matt King, estratega jefe de productos de crédito de Citi, se muestra prudente sobre la financiación del Estado y señala que "España ha tomado algunas de las medidas estructurales necesarias pero tiene aún que hacer mucho más. Necesita confiar menos en la mejoría de los ingresos y hacer más reducciones de gasto de forma permanente".

El bono a diez años cae del 5% por primera vez desde febrero

El apetito renovado, aunque tímidamente, por la deuda española ha permitido esta semana derribar una importante barrera. La rentabilidad del bono español a diez años ha descendido del 5% por primera vez desde el pasado mes de febrero, hasta el 4,8% del viernes. El rendimiento del bono es de hecho una referencia incluso más determinante que la prima de riesgo, puesto que el descenso del spread ha estado influido estos días por el ascenso de la rentabilidad del bund alemán, que ha pasado en lo que va de año del 1,316% al 1,58%.

La rentabilidad que exige el mercado a la deuda española a largo plazo refleja además con mayor fiabilidad el grado de confianza de los inversores. No en vano, el descenso de rentabilidades en los plazos más cortos está completamente condicionado por el hecho de que entrarían en el programa de compra del BCE si se activa el rescate. Pero con el bono a 10 años por debajo del 5%, las probabilidades de que eso ocurra descienden. Más aún teniendo en cuenta las implicaciones políticas que tendría su solicitud.

El ejecutivo de Mariano Rajoy se resiste a una petición de ayudas que llevaría aparejada, ya abiertamente, una vuelta de tuerca en la aplicación de reformas estructurales. Además, un nuevo rescate tras el de la banca, no sería del agrado de la canciller Angela Merkel, con la vista ya puesta en las elecciones presidenciales que se celebrarán en octubre, aun a riesgo de paralizar la agenda comunitaria hasta entonces.

Para José María Valle, economista de Ahorro Corporación, "ha habido un consenso generalizado para la petición de un rescate, pero para ello hace falta un deterioro adicional". En opinión de Luis Benguerel, director de renta variable de Interbrokers, "no tendría sentido que con estos niveles de cotización de la deuda se pidiera un rescate". Valoraciones ambas de firmas domésticas que contrastan con la visión mucho más crítica de las firmas anglosajonas. "El gobierno no está bajo presión para solicitar un rescate en este momento, un alivio que puede aún durar unos meses más. Sin embargo, a menos que se tomen medidas decisivas, es probable que la situación se revierta", señalan desde una entidad estadounidense.

Más allá de la caída en picado de la prima de riesgo -de 64 puntos básicos- y de la notable demanda que registran en lo que va de año las emisiones del Tesoro y de deuda corporativa de grandes empresas españolas, los inversores no pierden de vista el desalentador cuadro macroeconómico estimado para 2013, con más desempleo y recesión. El tono positivo solo lo pone la previsión de que se logre en 2013 un superávit del 0,6% en la balanza por cuenta corriente.

El Ibex rompe la resistencia de los 8.600 puntos

El Ibex reconquistó esta semana la cota de los 8.600 puntos, que no divisaba desde febrero, y culmina una etapa más de la tendencia alcista en que entró el pasado agosto, cuando el BCE anunció su programa de compra de deuda soberana, previa petición de rescate. Tanteando entonces un terreno desconocido que se ha revelado decisivo para la estabilización de los mercados, Draghi estableció un suelo que para el Ibex coincide con los mínimos marcados en la presente crisis financiera. "Está ahora justo sobre la resistencia de los 8.600 puntos y la siguiente son los 9.000", explica Alejandro Varela, gestor de Renta 4, para quien no se deben echar aún así las campanas al vuelo a la vista del arranque positivo del año. "No hay sensación de que esto se vaya a disparar", añade, en alusión a las grandes incertidumbres que siguen pensado en el ánimo de los inversores -recesión económica y objetivos de cumplimiento de déficit público- y que podrían ensombrecer el tono positivo con que los inversores se están acercando de nuevo, poco a poco, a España.

Para Estefanía Ponte, directora de análisis de Cortal Consors, el escenario más probable es que el Ibex se estabilice en las próximas semanas, si bien la previsión de la firma es que el índice finalice el año en 9.500 puntos. "La previsión es que el escenario alcista continúe. Pero no nos gustan las subidas verticales. El Ibex debe consolidar posiciones para luego volver a subir", apunta Ponte, para quien la Bolsa española habría pasado ya por lo peor.

Otro elemento a favor del inicio alcista de 2013, pero de efecto pasajero, es el de la estacionalidad. Según reconocen en el sector, enero es el mes en que los gestores retoman su actividad al cien por cien, después de haber cerrado posiciones el año pasado de forma muy prudente, con tal de conservar los beneficios obtenidos. "Hay mucha liquidez y hay que ponerla a trabajar", añaden.

La liquidez busca nuevos caladeros de rentabilidad

Goldman Sachs ofrecía el viernes un claro ejemplo de cómo el vertiginoso arranque del año está pillando por sorpresa a los propios inversores. La firma estadounidense ha revisado su posición respecto al bono español a cinco años, para el que ahora establece un objetivo del 3% después de que en tan solo dos semanas esta referencia haya pasado del 4,08% al 3,48%. Goldman reconoce que decidió apostar por la deuda española a ese plazo a principios del pasado mes de diciembre, cuando cotizaba al 4,29%. Y la corriente compradora -en un activo en el que los precios se mueven a la inversa de la rentabilidad- ha colocado al bono casi un punto por debajo. Su decisión es una prueba de cómo los inversores están buscando activos con rentabilidad en el arranque del año. Royal Bank of Scotland reconoce en un informe publicado esta semana que Europa es ahora un oasis en un desierto de rentabilidad para la deuda, si bien apunta también que España podría ser la excepción. "El país es vulnerable a más presión del mercado y a nuevas tensiones autonómicas", señala. Morgan Stanley apunta en cambio que España es uno de los países europeos más atractivos para invertir este año, solo por detrás de Suiza.

"Los inversores están comprando porque temen perderse el actual rally y con la esperanza de que el BCE proporcione su apoyo. Pero muy pocos son de hecho optimistas sobre las previsiones económicas para España", afirman desde un banco de negocios estadounidense. La debilidad económica de Alemania y Francia es otro de los argumento a favor de la búsqueda de rentabilidad en la Europa periférica.

Demanda de deuda corporativa de las grandes empresas

La sed por rendimientos más elevados, en un entorno de tipos de interés en mínimos históricos del 0,75% y con la deuda alemana cotizando casi a precios de burbuja, se ha trasladado también a la deuda corporativa española. Del mismo modo que en los momentos más crudos de la crisis de la deuda soberana, la inquietud y las ventas se extendieron sin piedad por el conjunto de la renta variable y la renta fija, existe ahora un "contagio positivo", según reconoció Draghi esta semana.

Las grandes empresas españolas han disfrutado en el inicio del año del apetito de los inversores internacionales. BBVA abrió una ventana con la primera colocación del año de deuda privada a nivel global que han seguido después Telefónica, Popular, Caixabank o Gas Natural, con fuerte demanda entre inversores no residentes y que ha tenido su correspondiente eco al alza en las cotizaciones bursátiles. Frente a los apuros para obtener financiación de meses atrás, los grandes tienen estos días paso francos en los mercados, una senda que deberá abrirse también para las pequeñas empresas y que la caída de la prima de riesgo puede ayudar a despejar.

Más información

Archivado En

_
_