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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las empresas quieren jugar el 2013

Una de las frases más repetidas a lo largo de este periodo navideño ha sido la siguiente: "Feliz 2014". Medio en broma, medio en serio, detrás de esta peculiar felicitación se esconde el desánimo y la incertidumbre que se han convertido en las actitudes dominantes en la sociedad española a lo largo de los últimos meses. Sin embargo, las empresas españolas no están dispuestas a perder un año. Al menos esa es la principal conclusión que se desprende de un amplio muestreo realizado por CincoDías entre las principales empresas españolas y las multinacionales que operan en el país.

Evidentemente, el análisis de los directivos no escapa a una tozuda realidad. La economía española arranca el presente año sumida en una seria recesión, con un paro disparado que posiblemente en estos momentos haya superado ya la increíble barrera de los seis millones de desempleados, con un consumo literalmente bloqueado por el temor al futuro laboral y con un acceso al crédito absolutamente cegado. Aun así, las empresas prefieren apostar más por el vaso medio lleno que por el vaso medio vacío. Su planteamiento es así de directo: están convencidos de que la economía emprenderá un proceso de menos a más debido a que los ajustes efectuados en los dos últimos ejercicios empezarán a dar sus frutos durante el segundo semestre del ejercicio que se acaba de estrenar. Es decir, existe un consenso generalizado de que la recuperación no sentará su reales este año, aunque se vislumbrará el punto de inflexión y se cimentarán los pilares para que el famoso "Feliz 2014" sea una realidad, en lugar de la interpretación de una amarga ironía. Más allá de las buenas intenciones y de los buenos deseos, ese rayo de luz que los directivos de las empresas españolas empiezan a atisbar al final del túnel se basa en varios factores. El más notable es el aumento de la competitividad de la economía española, como consecuencia de las contundentes medidas adoptadas, especialmente en lo que se refiere al mercado laboral y al control del déficit público.

Ese aumento de la competitividad se está empezando a reflejar en una notable mejora en el campo de las exportaciones, que se están incrementando a un ritmo notable y que están contribuyendo a cerrar la brecha del déficit comercial. Ya nadie duda de que el sector exterior será uno de los factores clave -tal vez el más decisivo- para dejar atrás la crisis de una vez por todas. Como tampoco duda nadie de que la estabilización del sistema financiero es otro de esos factores determinantes para la recuperación, dado que es un paso imprescindible para que se desatasque el tránsito del crédito y, con él, el de la actividad. Los directivos de las empresas consideran, en este punto, que la profundísima reordenación que se está produciendo en el mapa bancario va en el buen sentido -bastante tarde, eso es cierto-, pero que aún debe asentarse y completarse antes de dar paso a la normalización del crédito.

Una notable incógnita que se suma a otras, entre las que sobresale el papel que ha de jugar la Unión Europea en la salida de la crisis. Los empresarios consideran que no se logrará sin una mayor integración y sin una coordinación real de las políticas nacionales. Respecto al manido rescate, las empresas optan por la prudencia, especialmente porque desconocen las condiciones que se impondrían desde Bruselas o si hay un compromiso real del Banco Central Europeo (BCE) de mantener un nivel de prima de riesgo bajo durante un periodo de tiempo suficiente como para recobrarse de la crisis. Aunque son claros en un aspecto: si ha de pedirse, cuanto antes mejor.

Respecto al capítulo de las peticiones o sugerencias para el Gobierno que preside Mariano Rajoy, los directivos de las principales empresas españolas recalcan como imprescindible que no se pierda el fuerte ritmo de reducción del déficit público, así como que se continúe con la implementación de las reformas, de todas ellas. De las ya emprendidas y de las que inevitablemente deben abordarse en el corto y medio plazo. Entre ellas, destacan dos muy claras: la liberalización de los mercados, muy en especial en el sector energético, y una profundísima renovación y reestructuración del conjunto de las Administraciones públicas.

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