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Transparencia en la farmacéutica Cinfa

Javier del Río, en su despacho de Cinfa en Olloki (Navarra)
Javier del Río, en su despacho de Cinfa en Olloki (Navarra)

Contamos cada mes todo lo que nos pasa, incluidos los resultados, desde a un directivo a una operaria. La transparencia es un compromiso. Cuando nos hablan a la cara todos lo agradecemos". Así explica Javier del Río (Villares de Soria, Soria, 1957) el estilo de la compañía farmacéutica navarra Cinfa, de la que es director general.

Este laboratorio, líder en España en medicamentos genéricos según los datos de la consultora IMS Health, tiene su sede en Olloki, a las afueras de Pamplona, junto al monte. Desde el despacho de Del Río, en un apacible polígono industrial, se ve el verde de las montañas. "Desde aquí veo a los peregrinos que hacen el Camino de Santiago, que pasa justo al lado", comenta. Las oficinas están junto a una de las dos plantas de producción de la compañía (la otra está en Huarte). "La transparencia incluso se puede ver en este edificio. Yo participé bastante en el diseño". Por dentro, el blanco y los grandes ventanales de cristal predominan en un diseño sencillo y minimalista de una construcción moderna, diáfana, con mucha luz, toques de color y alguna pizarra donde los empleados dejan mensajes y fotos.

Su despacho ocupa una esquina de las oficinas. Dos paredes son de cristal, dando esa transparencia de la que habla el director general. "Yo no querría estar aquí. Me gustaría estar en medio y hablar con la gente. Me gusta estar en la salsa y en los caracoles", bromea. Y o cumple. El día de la entrevista, a finales de diciembre, ha acudido al comienzo del primer turno de la fábrica para felicitar las fiestas a los empleados. "Te preguntan con toda naturalidad qué opinas de las cosas que nos pueden preocupar. Y la gente lo agradece. Mi experiencia de 30 años me dice que así es como hay que llevar una empresa". Contrasta con la imagen que en ocasiones se le achaca al sector farmacéutico, de opacidad. "La fama no se gana de la noche a la mañana. Viene de muchos años. Yo no tengo que esconder nada, me gusta decir lo que hago". De hecho, por los pasillos de la planta de producción los empleados pueden ver los resultados con todo tipo de gráficas comparativas.

Del Río es ingeniero industrial, formado entre Pamplona y San Sebastián. Anteriormente de llegar a Cinfa en 1992, fue ejecutivo en la industria auxiliar del automóvil, potente en Navarra por la presencia de Volkswagen. "Allí trabajaba para el pasado, porque los planes no se cumplían. Aquí mi tiempo lo dedico al día a día y a pensar el futuro. Aunque ahora aquí los planes tampoco se cumplan por los sobresaltos en los cambios legislativos", se queja. Su día a día comienza temprano. "No he cambiado la hora del despertador, a las 6.30, desde hace 28 años". Y la jornada pasa por reuniones con el equipo, visitas y viajes a Madrid, "donde está el centro neurálgico del sector".

De su época de la industria de la automoción cree que ha trasladado la lucha por la productividad y la competitividad. Además, incluye la flexibilidad y "el estar abierto a los cambios y a las opiniones" al estilo interno de la compañía.

De sus empleados busca implicación. "No dejo a nadie que se aburra. Todos deben tener sus proyectos de futuro. Si no lo encuentran, tienen que cambiar de empresa. No busco gente que quiera una nómina calentita al final del mes. Deben asumir el proyecto de la empresa como algo personal", asegura.

A la transparencia suma la sencillez y la honradez como principios. "La humildad como virtud", dice. "Yo soy de pueblo, muy de pueblo", repite en varias ocasiones, como una forma afable y clara de entender la empresa.

A diferencia de otras firmas del sector, Del Río recibe en bata de laboratorio, a pesar de ser director ge_neral, primer ejecutivo de la compañía y de que desde hace ocho años ya no trabaje directamente en la planta. Esta prenda la usan todos los empleados, desde operarios y médicos a oficinistas. Es una herencia recibida de los fundadores, la cooperativa de farmacéuticos Infarco, que como sociedad anónima y con 2.700 accionistas (más de un 10%_de todas las farmacias de España) sigue controlando la empresa. "Nos ha dejado la impronta del conocimiento del sector. Ellos marcan la visión y misión de la compañía. Es un proyecto profesional que nos han transmitido a los gestores".

Luz y naturaleza

El despacho de Del Río es amplio, de suelo y mobiliario oscuro, que contrasta con las paredes blancas y la claridad que dejan pasar los grandes ventanales. "Lo que más valoro es la luz, porque estuve 12 años sin ella en el laboratorio", confiesa. "Además de las vistas a la naturaleza, el monte, los árboles". Un bosque que se reproduce en la pared de enfrente de su escritorio en un gran cuadro panorámico de un paisaje de la sierra de Urbasa, en Navarra, la tierra de su esposa, por donde ha dado largos paseos a lo largo de su vida.Sobre la decoración reconoce que él mismo la eligió. "Fui con el presidente a ver el mobiliario dentro de las opciones que nos aconsejaron los arquitectos. Elegimos unos que encajaban con el blanco, sencillos y sobrios"En la larga estantería lateral blanca que ocupa casi una pared se acumulan archivadores que apenas utiliza junto a las cajas de los productos que han lanzado a lo largo de 2012. "En 2013 volveremos a poner las novedades". También expone numerosas fotos, muchas de ellas de visitas institucionales y de profesionales a la planta. "Nos gusta enseñar lo que tenemos. En las distancias cortas ganamos. Transmitimos lo que sentimos. El proyecto no se lleva en el corazón, se lleva en los higadillos, y la gente se apasiona cuando lo ve".No guarda demasiados objetos personales. Fotos de su mujer y de sus dos hijos (uno que estudia en Brasil y a quien aconseja que se quede fuera unos años), además de un póster en la pared del equipo de balonmano de su hija.

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