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El Foco
Columna
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La productividad latinoamericana

Mientras hay países que luchan por aumentar su productividad en mitad de la crisis, Latinoamérica y sus empresas están viviendo un repunte. El autor desgrana aquí las claves de ese crecimiento.

En América Latina ha sucedido algo que debería llamar la atención del mundo de los negocios: sus empresas han obtenido los mayores crecimientos de productividad en todo el mundo, evaluado por regiones, desde que inició la crisis de 2008.

En un análisis individual, de las diez empresas de la región comparadas con otras tantas de España, siete evolucionaron mejor, mientras las otras tres cayeron derrotadas a manos de Telefónica, Mapfre y Grifols.

Los ingresos por persona ocupada ?la razón usada para medir la productividad? aumentaron 46% entre 2008 y 2012 en las 117 compañías latinoamericanas incluidas en el promedio. Le siguen los países más desarrollados de Asia-Pacífico, con 23% de aumento (en 1.343 empresas); las región de Asia-Pacífico emergente, con 19% (2.237 empresas); Norteamérica 15% (4.373); Europa emergente 9% (457) y Europa desarrollada 8% (2.935), según cálculos elaborados para este artículo con datos de S&P Capital IQ (empresas de las que existe información suficiente).

El resultado obtenido es un dato relevante, aunque se trate de un indicador poco valorado en la vorágine de la información diaria, inundada de resultados financieros de corto plazo. "La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo lo es casi todo", escribió el economista Paul Krugman en la primera oración del libro La era de las expectativas limitadas, en 1997.

Pero lo más importante son las causas del aumento. Hay dos que son de cajón; la primera es la recuperación económica de una crisis, porque el crecimiento siempre genera productividad, sobre todo si hay capacidad ociosa. En cuatro años al cierre de 2012, el crecimiento del producto interno bruto de América Latina sería de 13%, mientras en el resto del mundo 8% ?cálculos hechos con datos y estimaciones del Banco Mundial y el FMI?.

La segunda razón es el bajo nivel histórico del indicador en la región, que produce tasas más aparatosas. El promedio en Estados Unidos es de 395 mil euros vendidos por persona empleada, el de Europa desarrollada 382 mil y el de América Latina 318 mil (calculado con las mismas empresas consideradas en la variación). A escala de países, la diferencia es más amplia: en 2010, la productividad laboral de Estados Unidos era cuatro veces mayor que el promedio de Brasil, Colombia y México, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.

En el enfoque macro, los investigadores atribuyen la baja productividad regional principalmente a la educación y al acceso a la tecnología, y estudios recientes sostienen que hay un problema de mala distribución del talento empresarial.

Pero en esta mirada micro, el punto fino es encontrar razones atribuibles a la empresa, innovaciones generadas desde la intimidad de su gestión, porque si puede mejorar el rendimiento estructural por sí misma significa que puede estimular su competitividad sin depender de factores exógenos como los precios internacionales.

Una pista está en los planes de racionalización operativa y de reducción de costos que todas las empresas del mundo han intensificado para compensar la caída de la crisis. Esos planes dejan mejoras en los procesos y la organización del trabajo después que pasa la tormenta recesiva.

Y aquí está el detalle: la diferencia en Latinoamericana es que se han implementado más y mejores planes respecto a su pasado, fruto de la mayor exposición a la competencia y a la presión de los inversionistas en los últimos años, debido a una mayor participación en las redes globales de negocios (en 2011, por ejemplo, la región anunció 1,234 fusiones y adquisiciones, cuatro veces más que en 2001, según información recopilada de S&P Capital IQ). Los resultados marginales de los planes de racionalización deberían ser mayores en América Latina, porque el margen de mejora es más amplio.

Al igual que en esos programas, las fusiones en teoría deberían impulsar la productividad. Como ocurrió en Itaú, que compró Unibanco en 2008 y desde entonces ha incrementado su margen financiero neto por empleado en 86%, hasta los 226 mil euros actuales. Santander produce menos, 158 mil euros, una disminución de 17% en el periodo analizado.

En telecomunicaciones ha habido grandes reestructuras societarias, como en América Móvil, que absorbió Telmex, y en Telefónica Brasil, que fusionó Telesp con Vivo. Pero en la compañía mexicana aquella máxima todavía no se ha cumplido, porque factura 22% menos que en 2008 por persona empleada, 271 mil euros al año, y fue la única latinoamericana de las diez comparadas que disminuyó la productividad. En su archirrival, Telefónica, la caída fue menor, 6%, pero produce menos: 222 mil euros. (Todos los resultados son de los consolidados).

En los otros ocho pares de comparaciones, los resultados fueron los siguientes: Grifols 56% de crecimiento y 230 mil euros vendidos por persona / Laboratorio Andrómaco (Chile) 34% y 100 mil euros. Mapfre 39% y 604 mil / Rimac (Perú) 30% y 228 mil. Inditex 21% y 135 mil / Hering (Brasil) 92% y 65 mil. Iberdrola 9% y 1,1 millones / CGE (Chile) 41% y 465 mil. Repsol -2% y 1,4 millones / Petrobras (Brasil) 38% y 1,3 millones. Meliá 12% y 78 mil / Posadas (México) 35% y 51 mil. Acciona 5% y 231 mil / ICA (México) 24% y 75 mil. Gas Natural Fenosa -25% y 1,5 millones / Metrogas (Argentina) 2% y 188 mil.

Para saber si el elevado nivel de esas tasas es genuino habrá que esperar a que el ciclo económico se asiente en una etapa de recuperación, de modo que se decanten los impactos de la crisis. Sin embargo, parece razonable concluir que las empresas latinoamericanas, aún siendo menos eficientes, atesoran una gran capacidad potencial para ser más productivas.

Esa es la buena noticia. La mala es que los resultados obtenidos corresponden sólo a la franja empresarial con gerencia más organizada, mientras que los demás empresarios, la gran mayoría, no cuentan con las herramientas necesarias y son vulnerables a las carencias educativas y a las dificultades de acceso a la tecnología y a las cadenas productivas globales.

La dicotomía interpreta con fidelidad la paradoja latinoamericana: los rezagos económicos y sociales por un lado, y en contrapartida los alentadores espacios para el desarrollo.

César Martínez Aznárez. Periodista y analista de negocios, economía y finanzas.

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