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Tribuna
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Bersani, un buen recambio para Monti

El último primer ministro italiano cuyo primer apellido comenzaba por B fue un desastre. El del próximo podría comenzar también por B. Los inversores quieren que Mario Monti continúe como primer ministro tras las elecciones de 2013. Pero es más probable que tengan a Pier Luigi Bersani, el líder del Partido Democrático (PD). Tal resultado puede no ser tan malo como parece, ya que Bersani ha prometido continuar con las políticas de Monti y fue uno de los pocos reformistas de los años de gobierno de Romano Prodi.

Bersani será el líder de la izquierda en las próximas elecciones tras ganar en primarias a Matteo Renzi, el alcalde de Florencia. Sus primeros comentarios fueron prometedores: dijo que el PD tendría que decir a los italianos "la verdad, no cuentos de hadas" sobre la situación económica del país. Lo que ocurra después es objeto de especulación e intriga en Roma. ¿Podrán el PD y la izquierda radical ser capaces de asegurarse una mayoría suficiente en las elecciones? ¿O el Parlamento, aún controlado por la coalición de Berlusconi, cambiará el sistema de votación para negarles tal posibilidad? Otro tema de discusión es si Monti avalará un nuevo movimiento creado por Luca Di Montezemelo, responsable de Ferrari, para reunir suficientes votos que aseguren la continuidad del tecnócrata como primer ministro. ¿Y qué pasa con Berlusconi, quien recibió una condena inicial por fraude fiscal en octubre? ¿Volverá a entrar en la contienda política con un nuevo partido?

Y por último, ¿cómo lo hará Beppe Grillo? El humorista, que desafía desde su partido la categorización del espectro clásico de izquierda-derecha, tiene en la actualidad un 20% de previsión de votos. Pero lo que pase en las elecciones no es una broma. Pese a la promesa del Banco Central Europeo de hacer lo que sea para salvar el euro, Italia sigue cerca del precipicio financiero. Si cae, el resto de la eurozona se verá arrastrada. Los principales problemas del país son la recesión y su alto nivel de deuda. Se prevé que Italia caiga un 2,3% este año y lo acabe con una deuda del 126% sobre el PIB.

El gobierno espera que la economía empiece a crecer de nuevo en la segunda mitad de 2013. Pero la confianza del consumidor está hecha pedazos, la inversión se retrasa por la incertidumbre política, la austeridad está deprimiendo la actividad y los tipos de interés siguen altos. Si la economía no se reactiva, la deuda crecerá sobre el 130% del PIB. Si, además, Italia tiene un gobierno que no se compromete con las reformas, los inversores pueden sufrir otro ataque de nervios.

Predecir lo que pasará en la política italiana es arriesgado. Dicho esto, la derecha está en un desorden tal que es poco probable que sea una fuerza importante en las elecciones: el antiguo partido de Berlusconi se anota un 14% en las encuestas; su antiguo socio, la Liga Norte, un 6%. Y, aunque a Grillo le fuese bien, no quiere involucrarse en ningún gobierno.

La cuestión principal es si el PD y el SEL forman un gobierno por su cuenta o si se unen tras las elecciones con un grupo de partidos centristas, incluido el de Montezemolo. Eso, a su vez, depende no solo de lo bien que lo haga el PD en las elecciones, sino de si Bersani quiere un mandato amplio para los que podrían ser unos duros años de gobierno. Actualmente parece que prefiere esta alianza con el centro. El tema entonces sería qué recibiría el centro a cambio de su apoyo. Dado que las encuestas le dan un 10%, no tiene mucha influencia. Pero Bersani podría nombrar ministros a algunos centristas. También podría apoyar a Monti para el importante, pero no ejecutivo, puesto de presidente de la república.

Estos cálculos podrían cambiar si Monti apoyara al partido de Montezemolo. Pero pese a que Monti es tentado por el escenario, verse envuelto en partidos políticos sería una estrategia de alto riesgo. Podría dañar uno de sus principales activos: la reputación de imparcialidad. El escenario más probable será un gobierno de Bersani con elementos del estilo Monti. Aunque no es tan atractivo como un gobierno Monti, no tiene por qué ser un desastre.

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