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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un turismo con los pies en la tierra

Las previsiones de ocupación turística en España se comportan como un exacto termómetro frente a la evolución de la crisis económica. Las patronales hoteleras llevan meses alertando sobre la persistente y sostenida caída de la demanda turística. Los datos del mes de octubre -un descenso del 3,6% en las pernoctaciones y otra caída del 1% en movimientos de residentes- confirman las perspectivas que pesan sobre el sector. Si la ocupación durante el pasado Puente del Pilar fue meramente testimonial, las previsiones para el de la Constitución aún son peores. Muchos establecimientos de Galicia y Asturias -dos de las regiones más castigadas por la caída del consumo en este mercado- han decidido no abrir durante estas últimas fechas en previsión del pésimo comportamiento de la demanda. Los datos avalan la decisión, a la que se están sumando también empresarios de otras regiones de España. En 2007 el nivel de ocupación en esas fechas fue del 68%, con un porcentaje del 71% en casas rurales y del 65% para turismo de interior; en 2011 la ocupación apenas llegaba ya al 50%, mientras que las camas en turismo rural y del interior se quedaban en un 40%. Pero los augurios para este año son -si cabe- todavía peores.

La demanda en el sector turístico por su propia naturaleza resulta extremadamente sensible a los ciclos económicos. Lo que en tiempos de bonanza constituye casi una necesidad más -las vacaciones de verano, los viajes en Semana Santa o Navidad, las salidas en los puentes- en tiempos de crisis vuelve a convertirse en un lujo. Un gasto superfluo para las austeras economías familiares de un país con casi 5,8 millones de parados y en el que los recortes de plantilla y las bajadas de sueldo se suceden en todos los sectores.

Ante semejante panorama, el sector turístico tiene únicamente dos opciones: contemplar con impotencia la caída libre de la ocupación o bajar los precios. Pese a que muchos empresarios hoteleros aseguran haber rebajado severamente sus tarifas, un vistazo a la evolución del IPC revela que los precios en este mercado siguen resistiéndose a caer. Ello supone una forma equivocada de afrontar el problema, más aún cuando el problema -a tenor de las últimas previsiones económicas para España y para buena parte de la zona euro- está lejos de desaparecer. El escenario del consumo en nuestro país ha cambiado radicalmente debido a la crisis. Ello constituye una realidad dolorosa, pero una realidad que es necesario aceptar. Los hábitos de ocio de los españoles son hoy muy diferentes a los que existían hace apenas cinco años y hará falta tiempo y esfuerzo para que esos patrones de gasto vuelvan a ser lo que fueron. Cualquier estrategia empresarial que persiga ya no el éxito, sino incluso la superviviencia, debe partir de la aceptación realista de este hecho.

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