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Trabajo

La biomasa pueda crear 15.00 empleos

El uso del monte para generar electricidad está en punto muerto en España, por el mismo motivo que atenaza al resto de tecnologías renovables: la suspensión de los incentivos económicos, o sea, las primas. Las inversiones están cautivas y muchas de las plantas proyectadas, paradas. De los 1.350 megavatios previstos en el Plan de Energías Renovables para el año 2020 solo están en marcha 650, y el sector no lo entiende, como se destila de los innumerables informes y estadísticas de consultores y de las propias empresas sectoriales.

Todo son beneficios, según esta pequeña industria. Para empezar, la biomasa, el uso de residuos forestales y cultivos no destinados a la alimentación para generar electricidad, puede crear 15.000 nuevos puestos de trabajo en las zonas rurales, abandonadas por el éxodo del campo a la ciudad. Es el cálculo de la consultora Boston Consulting Group y de la empresa Ence, líder del sector en España, con 180 megavatios de potencia instalada. Esta compañía seguirá invirtiendo pese a la moratoria y prevé alcanzar 100 millones de euros de ebitda en 2015 solo con esta línea de diversificación de su negocio.

La cifra ofrece una idea del potencial de esta actividad, que además ahorraría 164 millones de euros al Estado en prevención de incendios, la lacra de cada verano, cuyo principal problema son las miles de hectáreas de bosque abandonadas. "Solo en Guadalajara habría 300.000 hectáreas de recurso forestal que no se han tocado desde los años cincuenta", explica Roberto de Antonio, fundador de la empresa Factorverde, dedicada al aprovechamiento energético de biomasa sólida.

Según la compañía, el 80% de la biomasa disponible en España no se utiliza, un país con la mayor superficie forestal de Europa. La moratoria a los incentivos económicos ha creado una curiosa paradoja: mientras aquí las plantas están paradas, España vende hasta 400.000 toneladas de biomasa a Europa, donde países como Reino Unido, uno de los principales clientes, está en plena reconversión de las calderas de carbón por otras más eficientes a base de residuos forestales. tarios, dando al sector rural nuevas alternativas de cultivo viables y estables a largo plazo", suscriben desde Ence.

En este sentido, el principal reto ahora es hacer que el mundo agrícola y rural y el sector industrial se entiendan. Las empresas de biomasa necesitan contratos de larga duración para convencer a los bancos de financiarlas, y los agricultores desconfían de acuerdos a largo plazo aunque sean más estables. "Muchas veces prefieren apostar a los precios del mercado, y también se guían por los incentivos que les ofrece la Política Agrícola Común [PAC] en función de los cultivos", explican desde el sector. Pero el temor de las empresas a carecer de suficiente suministro para convertir la masa agrícola o forestal en combustible para estas plantas nunca se ha cumplido. "Nunca nos ha faltado materia prima", dicen en Factorverde. Los agricultores ven parte del futuro en la biomasa. "Podría ser una salida para dinamizar el sector agrario: reduce los residuos orgánicos y forestales y utiliza recursos íntegramente nacionales", concluyen en la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore).

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